Actividad Familiar

El primer día en Buitrago del Lozoya se desplegaba como un pergamino en blanco, esperando ser intervenido por la imaginación de Julieta. El pueblo, con sus calles empedradas y su historia medieval susurrando entre las piedras antiguas, parecía contener el aliento, como si supiera que algo extraordinario estaba a punto de suceder.

El establo olía a heno fresco y cuero añejo. Los caballos, enormes y pacientes, se movían con una gracia ancestral mientras los niños aprendían a montarlos. Ana María, Mía y Pía, con sus cascos protectores y botas de montar, se aferraban a las riendas con una mezcla de terror y emoción que solo los niños conocen.

Julieta observaba la escena, sus ojos brillando con esa chispa traviesa que Marco conocía tan bien. Cada movimiento, cada respiro parecía ser parte de un plan maestro que solo ella conocía.

—¿En qué estás pensando? —Marco apareció a su lado, materializado como por arte de magia, sosteniendo dos tazas de café humeantes que despedían un aroma tentador.

Ella le dedicó una sonrisa que podría derretir los glaciares más resistentes.

—En absolutamente nada —mintió con un descaro que haría ruborizar a un político profesional.

La tarde se arremolinaba con la suavidad de una tarde de verano en la sierra. El sol comenzaba a teñir los paisajes de tonos dorados, proyectando sombras largas sobre los campos de cultivo cercanos al embalse de Riosequillo. La calma era solo una ilusión, y Julieta estaba a punto de romperla.

De su maleta —que parecía más un cofre de Mary Poppins que una simple maleta de viaje— extrajo un conjunto de verduras que parecían sacadas de una obra de arte moderna: pimientos rojos como lenguas de fuego, berenjenas color púrpura profundo, calabacines verdes como esmeraldas. Junto a ellas, un arsenal de pinturas, arcilla y utensilios de cocina que harían palidecer a cualquier chef tradicional.

—¡Actividad familiar! —anunció con el entusiasmo de una animadora de los años 80—. Vamos a crear arte.

Doña Berta la miró como si hubiera propuesto un ritual de sacrificio pagano. Sus cejas, perfectamente arqueadas, se elevaron hasta casi perderse en su impecable peinado. Sara alzó una ceja con un escepticismo digno de un fiscal, mientras Lucía soltaba un suspiro que parecía contener décadas de resignación ante los arranques creativos de su cuñada.

—Haremos esculturas con verduras —declaró Julieta como si estuviera revelando un plan maestro para conquistar el mundo—, instrumentos musicales con cucharas y sartenes, ¡y pintaremos con lo que encontremos!

Miguel, el más escéptico de los sobrinos, fue el primero en morderse los labios para contener la risa. Una línea de tensión cómica amenazaba con romper su máscara de adolescente serio. Arturo no tuvo tal contención y soltó una carcajada que resonó entre las paredes de piedra de la casa rural.

Las niñas, sin embargo, saltaron de emoción como si les hubieran regalado un unicornio. Sus gritos de alegría mezclados con el relincho lejano de los caballos creaban una sinfonía de caos creativo que solo Julieta podía orquestar.

Y así, en medio de Buitrago del Lozoya, con la Sierra Norte como testigo y el embalse de Riosequillo como telón de fondo, el primer acto de las vacaciones familiares estaba a punto de comenzar.

Mercedes, la cocinera, observaba con una mezcla de horror y curiosidad mientras Julieta comenzaba a darle forma a un extraño busto de berenjena y calabacín.

—¿Esto es arte o una conspiración contra la gastronomía? —murmuró Marco, pero sus ojos brillaban de diversión.

El caos creativo se expandió como una mancha de tinta sobre un lienzo blanco. Cada movimiento, cada trazo parecía desafiar las leyes de la cordura familiar.

Doña Berta, con la misma concentración con que alguna vez había dirigido juntas de accionistas, comenzó a ensamblar zanahorias. Sus dedos, enjoyados y acostumbrados a la precisión, transformaban los vegetales en algo que inicialmente parecía un garabato informe. Pero poco a poco, para sorpresa de todos —incluida ella misma—, la figura fue tomando forma. Un retrato abstracto que, inexplicablemente, guardaba un parecido inquietante con su difunto esposo. Los ojos de Berta se humedecieron por un instante, antes de parpadear y recuperar su típica compostura.

Sara, obsesionada con mantener el control, terminó cubierta de pintura de tomate. Una mancha roja le cruzaba la mejilla como un salvaje rasguño de guerra, mientras intentaba —inútilmente— que sus hijos no se descontrolaran más.

Roberto, el esposo de Lucía, había entrado inicialmente con la intención de ser un mero observador. Pero las gemelas —maestras de la persuasión infantil— lo arrastraron literalmente hacia la mesa de "arte". Su camisa blanca, recién planchada, no tardó en lucir manchas de verde y amarillo, producto de un intento desesperado de crear lo que él denominó "un paisaje abstracto".

Lucía, con su perfeccionismo casi quirúrgico, diseñó una escultura geométrica tan simétrica que parecía haber sido concebida en un laboratorio de arte moderno. Cada línea, cada ángulo calculado con la precisión de un arquitecto, desafiando la aleatoriedad del momento.

Alfonso, inicialmente escéptico, cayó rendido ante el encanto de las gemelas Pía y Mía. Ellas lo miraron con esos ojos grandes e hipnóticos, sosteniendo un pimiento verde como si fuera un cetro mágico de persuasión. En cuestión de minutos, estaba tan manchado y entusiasmado como el resto.

Soraya observaba todo con una mezcla de perplejidad y diversión contenida. Sus ojos saltaban de un participante a otro, como si estuviera presenciando un documental sobre la locura familiar en vivo. Mercedes, ya en modo estrategia culinaria, comenzaba a planear cómo convertir aquellas "obras de arte" en una cena que pasaría a la historia familiar.

—Mi profesora nunca me creerá cuando le cuente esto —susurraba Ana María, la niña de cinco años, dibujando con pimientos una escena que parecía un apocalipsis vegetal. Sus trazos combinaban el horror de una película de zombies con la inocencia de un cuento infantil.

Julieta observaba su creación como un director de orquesta observa una sinfonía caótica pero perfectamente orquestada. Cada gesto, cada risa, cada mancha de pintura era parte de su plan maestro: convertir unas simples vacaciones en un recuerdo inolvidable.

Y en medio de aquel caos cromático, con verduras como pinceles y la creatividad como única regla, la familia Sánchez estaba creando algo más que arte: estaban tejiendo memorias.

Capítulos
1 Una Noche de Locura
2 Con Una Resaca
3 El Secreto
4 Contrastes en Convivencia
5 Revelaciones y más Problemas
6 El Desmadre de los Sentimientos
7 La Apariencia de la Perfección
8 El Desafío de la Verdad
9 Confusión y Caos
10 Aceptando el Caos
11 La Verdad Sale a la Luz
12 Invitación a Almorzar
13 Conociendo a la Familia
14 El Seminario de los Desastres
15 La Cena de los Malentendidos
16 Éxito Culinario Familiar
17 Vacaciones en Familia
18 Actividad Familiar
19 Una Invitada Especial
20 Conquistando el Corazón Familiar
21 La Armonía Aparente
22 El Encuentro de Cristina y Raúl
23 Una Siembra de Dudas
24 Encuentro Casual
25 Chismes y Rumores
26 Chismes Expandidos
27 Recarga Laboral
28 Un Cruce de Miradas
29 Seducción Fallida
30 Repartidor de Pizzas
31 Algo no Cuadra
32 Algo Traman
33 Invitación a la Cena
34 Las 'Magdalenas'
35 La Mentira de Beatriz
36 Recuerdos y Bromas
37 Fuga de Gas
38 La Cena de Marta
39 Despertar con Café
40 Visita Inesperada
41 Confrontando a Cristina
42 Momentos no Planeados
43 Un E-mail
44 Llamada con Veneno
45 Invitación a Almorzar
46 El Caso Pixel Paradise
47 Investigación: Mundo de Videojuegos
48 Monólogos de Cristina
49 Proteger la Confidencialidad
50 Cómo una Dulce Travesura
51 Otra Cena Vecinal
52 Sala Secreta
53 Conspirando
54 Un Caos Canino
55 Nadie lo Olvidará
56 Aparente Normalidad
57 Competencia Creativa
58 Convenciendo Para El Proyecto
59 Desfile Innovador
60 Chismes y Grupo de WhatsApp
61 El Collar Misterioso
62 ¿Quién rayos fue?
63 Una Verdad Traslúcida
64 Solución Caótica
65 Una Gran Idea
66 Expertos en la Cocina
67 Una Cena Perfecta
68 Una Invitada No Esperada
69 Una Furia Contenida
70 Diluida Esperanza de Descanso
71 Objetivo Canino, Las Magdalenas
72 Un Problema Canino
73 Un Sentido Profesional
74 Diagnóstico Perruno.
75 Terapia Perruna (1/2)
76 Terapia Perruna (2/2)
77 Una Aparición Repentina
78 Perfecta 'V' Invertida
79 ¡Atención, queridos lectores de Dulce Travesura!
80 Una Noche de Trabajos Compartidos
81 La Ventana Indiscreta
82 El Chisme Es Más Importante
83 Irrumpiendo el Apartamento
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1
Una Noche de Locura
2
Con Una Resaca
3
El Secreto
4
Contrastes en Convivencia
5
Revelaciones y más Problemas
6
El Desmadre de los Sentimientos
7
La Apariencia de la Perfección
8
El Desafío de la Verdad
9
Confusión y Caos
10
Aceptando el Caos
11
La Verdad Sale a la Luz
12
Invitación a Almorzar
13
Conociendo a la Familia
14
El Seminario de los Desastres
15
La Cena de los Malentendidos
16
Éxito Culinario Familiar
17
Vacaciones en Familia
18
Actividad Familiar
19
Una Invitada Especial
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Conquistando el Corazón Familiar
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La Armonía Aparente
22
El Encuentro de Cristina y Raúl
23
Una Siembra de Dudas
24
Encuentro Casual
25
Chismes y Rumores
26
Chismes Expandidos
27
Recarga Laboral
28
Un Cruce de Miradas
29
Seducción Fallida
30
Repartidor de Pizzas
31
Algo no Cuadra
32
Algo Traman
33
Invitación a la Cena
34
Las 'Magdalenas'
35
La Mentira de Beatriz
36
Recuerdos y Bromas
37
Fuga de Gas
38
La Cena de Marta
39
Despertar con Café
40
Visita Inesperada
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Confrontando a Cristina
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Momentos no Planeados
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Un E-mail
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Llamada con Veneno
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Invitación a Almorzar
46
El Caso Pixel Paradise
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Investigación: Mundo de Videojuegos
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Monólogos de Cristina
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Proteger la Confidencialidad
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Cómo una Dulce Travesura
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Otra Cena Vecinal
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Sala Secreta
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Conspirando
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Un Caos Canino
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Nadie lo Olvidará
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Competencia Creativa
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Convenciendo Para El Proyecto
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Desfile Innovador
60
Chismes y Grupo de WhatsApp
61
El Collar Misterioso
62
¿Quién rayos fue?
63
Una Verdad Traslúcida
64
Solución Caótica
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Una Gran Idea
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Expertos en la Cocina
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Una Cena Perfecta
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Una Invitada No Esperada
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Una Furia Contenida
70
Diluida Esperanza de Descanso
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Objetivo Canino, Las Magdalenas
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Un Problema Canino
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Un Sentido Profesional
74
Diagnóstico Perruno.
75
Terapia Perruna (1/2)
76
Terapia Perruna (2/2)
77
Una Aparición Repentina
78
Perfecta 'V' Invertida
79
¡Atención, queridos lectores de Dulce Travesura!
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Una Noche de Trabajos Compartidos
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El Chisme Es Más Importante
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