Expulsada

En el colegio donde estudia Alessia, la joven se encuentra en clases; como siempre, su madre la deja en la entrada del colegio y se retira a su trabajo. Alessia llega a su salón y comienza con su día de clases sin imaginar lo que le espera.

A eso de las nueve de la mañana el director llega a la institución; no pudo llegar temprano y no sabe qué hacer. ¿Qué excusa pondrá para expulsar a Alessia? Ella es una excelente estudiante y muy aplicada.

Roberto le llama para ver si ya cumplió con su pedido y este le dice que no hay ningún motivo válido para hacerlo.

“No me interesa qué tengas que hacer, pero la quiero fuera del colegio ahora”. La voz de Roberto es firme.

“Hablaré con su otra hija; ella siempre discute con ella. “Veré qué puedo hacer”, dice el director y llama a Roberta a la dirección para poder ver qué tiene en contra de su hermana para usarlo como justificación.

“Sí, dígame, director”, dice la joven con su mirada altiva, mirando por encima del hombro al director.

“Siéntese, necesito saber qué ha visto irregular con su hermana. Me han comentado que está teniendo un comportamiento que amerita expulsión”. Roberta no lo duda y en seguida se sienta; le interesa la conversación. Su hermana ha estado llamando la atención del chico que le gusta e hizo que él la tratara mal.

“Bueno, director, es mi hermana y la adoro, pero se rumora que tiene algo con un chico de preparatoria; es de mi edad, se les ha visto en cosas raras por los alrededores”. Dice Roberta con toda la malicia del mundo.

El director, complacido, asiente y le indica que se retire.

“Gracias por su información, señorita Fiorucci, tomaré cartas en el asunto”. El hombre se levanta y va hacia el salón de Alessia; ella está haciendo su tarea cuando el hombre irrumpe en el salón.

“Buenos días”, dice y todos le responden el saludo al unísono.

“Buenos días, señor director, ¿en qué lo puedo ayudar?”, le pregunta la profesora y el hombre habla con cara seria.

“Necesito que la señorita Alessia Fiorucci me acompañe a dirección”, dice y ella lo observa y asiente levantándose.

“Traiga sus cosas de una vez, por favor”, vuelve a decir el hombre.

“¿Le ocurrió algo a mi mamá? "¿Por qué debo llevar mis cosas si no voy a regresar a clases?", pregunta preocupada.

El director la mira severamente y le contesta para que todos escuchen.

“No, señorita Fiorucci, está usted expulsada de esta institución por comportamiento inmoral. Acompáñeme a dirección hasta que su madre llegue.

Alessia lo mira de manera incrédula y sus ojos se llenan de lágrimas al ver cómo todos murmuran; ella observa los ojos acusadores a su alrededor y camina detrás del director, humillada.

Es tanta su vergüenza que no puede ni defenderse, así que solo opta por llorar.

En el camino a la dirección, uno de los amigos de Franco, que sabe que él le tiene mucho aprecio, observa y pregunta entre los mirones, así que de inmediato va a su salón para avisarle a Franco lo que sucede.

El joven llega agitado de tanto correr.

“Franco, Franco, debes venir”, dice con el poco aire que le queda.

“¿Qué sucede, Sandro, por qué vienes así?”, pregunta Franco sin entender nada.

"Es la niña esta que proteges", dice y de inmediato él se levanta.

“¿Qué le sucede a Alessia?”, dice, llamando la atención de todos.

“La expulsaron, dicen que por comportamiento inapropiado”. Franco sale de inmediato del salón a pesar de que el profesor le ordena que se siente.

Franci está molesto y preocupado; esto tiene toda la pinta de ser culpa de Roberta.

Franco llega a la oficina del director y abre la puerta; la pequeña Alessia está llorando sentada frente al director.

“¿Qué hace aquí, joven Barbieri?”, le pregunta el director.

“Esto es un atropello, no puede expulsar a Alessia, ella no se mete con nadie, ¿por qué la va a expulsar?”, habla serio mientras se sienta al lado de la pequeña para abrazarla.

“No es de su incumbencia; ahora salga de aquí”. Franco lo mira firme.

“No me iré, esto es una injusticia”. El director lo ignora y marca el número de la madre de Alessia mientras él llama a su padre.

Alessandra se encuentra en la oficina con Francesco; están viendo una propuesta para una nueva publicidad y su teléfono suena. Ella observa su celular y se sorprende al ver el número del colegio de su hija, así que no lo duda y responde. En ese mismo momento, Francesco también recibe una llamada de su hijo, la cual no duda en contestar; él jamás lo llama.

“Señora Alessandra, debe venir al colegio ahora mismo; su hija Alessia ha cometido actos inapropiados y ha sido expulsada de nuestra institución”. Alessandra abre sus ojos con sorpresa; Alessia no es así.

“Voy de inmediato”, mientras Alessandra habla por teléfono. Francesco, que se alejó un poco, también está al teléfono.

“Papá, nunca te he pedido nada, pero necesito tu ayuda. Una amiga está siendo expulsada injustamente. “Ven ahora, por favor”. Francesco, no lo dudes; por fin, su hijo le pide ayuda.

“Salgo para allá ahora mismo, hijo.

Francesco observa a Alessandra que se prepara para salir y la detiene.

“Francesco, debo irme; están expulsando a Alessia y no sé por qué”. Francesco se sorprende.

“Están expulsando a tu hija, será posible que... Vamos, Alessandra, mi hijo me llamó por lo mismo, al parecer la conoce”. Ambos salen rumbo al colegio. Alessandra está nerviosa, no sabe cómo pueda estar su hija, así que la llama y se le parte el alma cuando ella contesta.

“Bebé, soy mamá. —¿Qué sucedió? —Alessia se separa de Franco, que la tiene abrazada y habla.

“Mamá, me expulsaron y no hice nada, el director dijo cosas feas de mí, pero yo no me porto mal y lo sabes”. Alessandra se siente fatal al escuchar así a su niña.

“Voy en camino, bebé, no te preocupes si mamá estará allí pronto”. Alessia cuelga y Franco le sonríe.

“Tranquila, angelito, nada te va a pasar”, sí, ella ardiente, calmándose un poco.

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