Capítulo 14: Un Juego de Sombras

Los días siguientes al anuncio del compromiso entre Viktor y Leonhard estuvieron marcados por reuniones constantes entre las familias. Detalles del contrato matrimonial, alianzas empresariales y estrategias a largo plazo ocupaban la mayor parte del tiempo de ambos. Sin embargo, lejos de las negociaciones oficiales, el ambiente entre ellos era una guerra silenciosa, llena de miradas calculadas y comentarios que parecían inocuos pero que siempre tenían un filo oculto.

Esa tarde, Leonhard estaba en su despacho personal en la mansión Blackwood, revisando un documento importante. La puerta se abrió sin previo aviso, y no necesitó alzar la vista para saber quién era.

—¿No te han enseñado a tocar antes de entrar? —preguntó Leonhard sin apartar la mirada del papel que sostenía.

—Creí que ya habíamos superado esa formalidad entre nosotros —respondió Viktor, cruzando la habitación con la misma confianza que siempre. Se dejó caer en uno de los sillones frente al escritorio de Leonhard, con una actitud despreocupada que solo servía para irritarlo más.

Leonhard finalmente levantó la vista, fijando sus ojos grises en Viktor. —¿A qué debo el honor de tu inesperada visita?

Viktor apoyó un codo en el reposabrazos y ladeó la cabeza, estudiando a Leonhard con una mezcla de curiosidad y diversión. —Quería saber cómo planeas manejar el evento de mañana. Una cena con las dos familias es... ¿cómo decirlo? Un campo minado.

Leonhard entrecerró los ojos. —¿Te preocupa la cena o simplemente buscas una excusa para provocarme?

—Ambas cosas —admitió Viktor, dejando escapar una sonrisa que era tan encantadora como irritante—. Después de todo, si vamos a pasar el resto de nuestras vidas juntos, deberíamos aprender a... convivir.

Leonhard soltó un suspiro y dejó el documento sobre el escritorio. —Si ese es tu intento de ser colaborativo, estás fallando miserablemente.

Viktor se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas. —Mira, no me gusta esto más que a ti, pero estoy dispuesto a hacer lo necesario para que nuestras familias consigan lo que quieren. Sin embargo, eso no significa que no pueda divertirme un poco en el proceso.

—¿Divertirte? —repitió Leonhard, su voz cargada de incredulidad.

—Por supuesto. ¿Qué sería de esta situación sin un poco de entretenimiento? —respondió Viktor, alzando una ceja.

Leonhard lo miró durante unos segundos, evaluándolo como si fuera una pieza en un tablero de ajedrez. Finalmente, se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, dándole la espalda a Viktor. Desde ahí, podía ver los jardines perfectamente cuidados de la mansión, un contraste con el caos interno que sentía.

—No estamos aquí para divertirnos, Viktor. Esto es un negocio, una alianza. Nada más.

Viktor se levantó del sillón y se acercó a Leonhard, deteniéndose a pocos pasos de él. —Claro, sigue diciéndote eso si te ayuda a dormir mejor por las noches.

Leonhard giró ligeramente la cabeza para mirarlo por encima del hombro. —¿Qué insinúas?

—Solo digo que, por mucho que intentes actuar como si esto no te afectara, sé que no puedes ignorar lo que está pasando entre nosotros.

La declaración de Viktor dejó el aire cargado de tensión. Leonhard se giró completamente para enfrentarlo, su mirada helada clavándose en la de Viktor.

—Estás jugando con fuego, Viktor.

—Siempre he tenido afinidad por el peligro —respondió Viktor con una sonrisa desafiante.

Ambos permanecieron en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Había algo en el ambiente, una energía que parecía atraerlos y repelerlos al mismo tiempo. Viktor dio un paso más cerca, acortando la distancia entre ellos.

—¿Sabes? Por mucho que finjas que todo esto es solo un contrato, creo que hay una parte de ti que disfruta enfrentarse a alguien que no se intimida contigo —murmuró Viktor, su voz lo suficientemente baja como para ser casi un susurro.

Leonhard no se movió, pero sus ojos nunca dejaron los de Viktor. —Deberías aprender a elegir tus batallas.

—¿Es eso un consejo o una advertencia? —preguntó Viktor, inclinando ligeramente la cabeza.

Antes de que Leonhard pudiera responder, el sonido de pasos en el pasillo rompió la tensión entre ellos. Ambos se apartaron al instante, retomando sus máscaras de indiferencia. La puerta se abrió, y una sirvienta entró con un mensaje para Leonhard.

—Señor Blackwood, su padre solicita su presencia en el salón principal. Hay algo que necesita discutir con usted antes de la cena de mañana.

Leonhard asintió y despidió a la sirvienta con un gesto. Cuando volvió a mirar a Viktor, este ya había recuperado su sonrisa habitual.

—Supongo que nuestra pequeña charla termina aquí —dijo Viktor mientras se dirigía a la puerta—. Nos vemos en la cena, querido prometido.

Leonhard observó cómo Viktor salía de la habitación, su presencia dejando un rastro de caos que parecía seguirlo a dondequiera que fuera. Por más que intentara ignorarlo, sabía que Viktor tenía razón en una cosa: había algo entre ellos, algo que no podía simplemente apagar. Pero también sabía que no podía permitirse ceder, no cuando todo estaba en juego.

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Esa noche, Leonhard se quedó en su despacho más tiempo del habitual, repasando mentalmente cada detalle de lo que estaba ocurriendo. Su mente volvía una y otra vez a las palabras de Viktor, a la forma en que parecía disfrutar desafiándolo.

Por su parte, Viktor estaba en su habitación en la mansión Ivanov, sentado junto a la ventana mientras miraba la ciudad iluminada. Había algo en Leonhard que lo fascinaba, aunque nunca lo admitiría. Era como un muro impenetrable que quería escalar, no solo por el desafío, sino porque había algo detrás de esa fachada fría que lo intrigaba.

Ambos sabían que la cena del día siguiente sería una prueba más en este complicado juego de poder y emociones que estaban jugando. Y aunque ninguno lo admitiera, ambos esperaban con anticipación su próximo encuentro.

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