Capítulo 4: Jugadas de Poder

La mañana después de la gala de caridad amaneció con una mezcla de anticipación y tensión en la oficina de Viktor Ivanov. Para él, el evento había sido el inicio de algo grande. Desde que intercambió esas miradas y palabras con Leonhard Blackwood, Viktor no había podido dejar de pensar en su oponente. Aquel hombre emanaba un poder y control casi absolutos, pero Viktor estaba dispuesto a desafiar cada barrera que Leonhard impusiera.

Mientras revisaba los reportes de su equipo, su asistente personal, Marina, entró a su despacho con una carpeta en las manos.

—Viktor, estos son los últimos datos sobre la competencia —dijo Marina, dejando la carpeta sobre su escritorio—. Y tengo algo interesante que podrías querer ver.

Viktor levantó la mirada con curiosidad, apartando el reporte que revisaba. Marina era una asistente muy competente y conocía bien los entresijos del negocio, así que confiaba en que cualquier cosa que ella considerara interesante sería importante.

—¿A qué te refieres, Marina? —preguntó, tomando la carpeta y hojeando las primeras páginas.

—El proyecto de inteligencia artificial de Blackwood Innovations —respondió ella, con un leve destello de intriga en sus ojos—. Parece que están a punto de lanzar algo grande, y he conseguido algunos detalles preliminares. Al parecer, están desarrollando un sistema de aprendizaje automatizado que puede revolucionar la industria.

Viktor chasqueó la lengua, sintiendo una mezcla de desafío y emoción. Sabía que Leonhard tenía planes ambiciosos, pero no se había dado cuenta de cuán avanzados estaban. El proyecto de su propia compañía, aunque competitivo, aún estaba en una fase de prueba, y esto colocaba a Blackwood Innovations un paso adelante.

—Entonces no tenemos tiempo que perder —dijo Viktor, su tono se volvió más serio, como siempre ocurría cuando encontraba una amenaza real. No se trataba solo de Leonhard, sino de lo que representaba para el futuro de su empresa y su propia reputación—. Quiero que todo el equipo de investigación trabaje en este asunto. No podemos permitir que Blackwood se adelante.

—¿Quieres que obtengamos más información de su proyecto? —preguntó Marina, sabiendo que Viktor no era alguien que retrocediera ante tácticas arriesgadas.

Viktor la miró con una sonrisa de complicidad. —Sería ideal. Dudo que Leonhard se tome bien la idea, pero nadie dijo que los negocios deban ser un terreno amigable.

La realidad era que Viktor estaba disfrutando de este juego de poder. Para él, la competencia no solo significaba luchar por un lugar en el mercado, sino la emoción de medirse contra alguien a su nivel. Aunque Leonhard representaba una amenaza, Viktor también sentía una atracción inusual hacia su rival. Sabía que esa fascinación podía ser peligrosa, pero no estaba dispuesto a contenerla. Era un riesgo que estaba dispuesto a correr.

Mientras su equipo comenzaba a trabajar en una estrategia para analizar a fondo el proyecto de Leonhard, Viktor pensaba en su siguiente movimiento. Sabía que Blackwood Innovations valoraba mucho su imagen de empresa reservada y controlada, y cualquier intento de acceso a sus datos sería un golpe en ese orgullo. Decidió que, además de adelantarse en el desarrollo tecnológico, le vendría bien otra jugada: una reunión sorpresa.

Horas más tarde, Viktor se encontraba en el edificio de Blackwood Innovations, una construcción moderna de acero y vidrio que reflejaba la personalidad meticulosa y calculadora de su dueño. Con una confianza inquebrantable, cruzó la recepción, ignorando las miradas sorprendidas de algunos empleados. Para su sorpresa, Leonhard lo recibió en su despacho, sin una pizca de desconcierto en su rostro.

—Viktor, qué sorpresa verte por aquí —dijo Leonhard con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos. Estaba claro que no había dejado nada al azar, y que cualquier visita inesperada no lo intimidaba.

—Pensé que sería más eficiente tratar algunos asuntos directamente, sin intermediarios —respondió Viktor, tomando asiento sin esperar invitación. La tensión entre ambos era palpable, pero a ninguno de los dos parecía incomodarle.

Leonhard lo observó en silencio por un momento, como si analizara cada uno de sus movimientos. —Espero que esta visita no sea una muestra de… inseguridad, Viktor. Pareces bastante interesado en lo que hacemos aquí.

Viktor sonrió. —No tengo inseguridades, Leonhard. Solo curiosidad. Tu proyecto de inteligencia artificial ha generado algunas expectativas, y creo que es justo que mis investigaciones tengan el mismo nivel de excelencia.

Leonhard no mostró ninguna expresión. En lugar de responder a la provocación, dejó que el silencio hablara. Sabía cómo manejar a alguien como Viktor; alguien que intentaba sacarlo de su calma controlada para ganar ventaja. Sin embargo, no le daría ese placer.

—Me alegra ver que mis competidores estén atentos a mis movimientos —replicó finalmente Leonhard, con una calma que casi rayaba en frialdad—. Pero ten cuidado, Viktor. A veces, lo que parece una ventaja puede convertirse en una carga.

La amenaza velada no pasó desapercibida, pero Viktor solo sonrió, aceptando el desafío en los ojos de Leonhard. Sabía que ese hombre no iba a ceder terreno fácilmente, y eso solo hacía que la competencia fuera aún más tentadora. El juego de poder entre ambos se intensificaba, y en ese momento, Viktor sintió que la línea entre la competencia y la atracción se hacía cada vez más delgada.

Al levantarse para despedirse, Viktor se inclinó ligeramente hacia Leonhard, sin apartar la mirada.

—Nos veremos pronto, Leonhard. Y espero que estés listo, porque no pienso hacer esto fácil.

Leonhard se mantuvo firme, aunque en el fondo, sabía que esta lucha no sería una simple cuestión de negocios. Había algo en Viktor que despertaba algo dentro de él, una chispa que no recordaba haber sentido antes. Sin embargo, no permitiría que eso afectara su juicio. No podía darse el lujo de ser vulnerable, y mucho menos ante alguien como Viktor Ivanov.

Cuando Viktor salió de su despacho, Leonhard se quedó solo, con la vista fija en el horizonte a través de la ventana. Aquella confrontación solo había confirmado lo que ya sospechaba: Viktor era un rival peligroso, pero también alguien fascinante en su determinación. Sin embargo, Leonhard tenía claro su objetivo: derrotarlo, sin importar cuán personal se volviera el asunto.

Esa noche, al regresar a su oficina, Viktor se sentía más motivado que nunca. La visita había encendido algo en su interior, y sabía que esa rivalidad se convertiría en algo más grande de lo que ambos podían prever. Su equipo trabajaba con dedicación en el proyecto, y Viktor se unió a ellos, decidido a que cada paso fuera más preciso que el anterior. Su mente estaba en Leonhard, en la próxima jugada que haría, en cada palabra e intercambio que tendrían.

Para ambos alfas, esta competencia no era solo una batalla de empresas. Era una batalla de voluntades, y ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder.

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