La traicion revelada

Capítulo 17: La traición revelada

Lucía

Los días después de la emboscada fueron un torbellino de emociones encontradas. La herida que había sufrido parecía ser el menor de sus problemas. La información que había encontrado en los registros de las cuentas, y las cartas que aún guardaba en su mente, no dejaban de martillar su cerebro. En algún lugar dentro de su círculo de confianza había una serpiente.

Lucía había pasado horas revisando los papeles, pero fue un mensaje inesperado lo que finalmente la hizo detenerse. En un sobre sellado, sin remitente, encontró una tarjeta con la palabra "confianza" escrita a mano. Dentro, un archivo digital con un nombre que la hizo fruncir el ceño: Edgar.

Su corazón se detuvo un instante, y no fue por el dolor de la herida. Abrió el archivo con dedos temblorosos y vio un registro bancario con movimientos sospechosos. El nombre de Edgar aparecía varias veces, vinculado con pagos a cuentas offshore, y con cifras que solo un traidor podría justificar.

Iris, que estaba cerca, se acercó en silencio, notando la tensión en el rostro de Lucía.

—¿Qué pasa? —preguntó con voz baja.

Lucía no necesitaba decir nada. Iris ya lo había visto. No era solo un error de cálculo, ni un mal entendido. Era una traición directa.

—Él... —Lucía apenas podía creer lo que veía. —Edgar. Está entregando información a los Espinosa.

El dolor de esas palabras atravesó a Lucía como una daga. Edgar, el hombre en quien confiaba, que había estado a su lado en las batallas más difíciles, el hombre que había demostrado ser una de sus figuras más leales, ahora era el mismo que estaba vendiendo secretos a sus enemigos.

Iris

Iris observó en silencio mientras Lucía absorbía la información. Podía ver la rabia en sus ojos, pero también la confusión. No quería que Lucía tomara decisiones precipitadas. Sabía que las emociones de Lucía estaban al borde del abismo, y aún si la traición era evidente, había algo más que considerar.

—¿Estás segura? —preguntó Iris, más por la necesidad de confirmar la realidad que por dudar de la evidencia.

Lucía no respondió de inmediato. Estaba demasiado enojada para procesar cualquier otra cosa que no fuera la confirmación de su dolor. Sabía que las pruebas eran irrefutables, pero parte de ella aún se aferraba a la idea de que Edgar no podía ser el traidor. ¿Cómo podía ser? ¿Por qué?

Lucía apretó los dientes y cerró los ojos por un momento, tratando de reunir fuerzas. No podía permitirse la debilidad.

—Lo sabía... —dijo con voz quebrada. —Lo vi en sus ojos hace semanas, pero me negué a creerlo.

Iris se acercó con cautela, tocando su hombro. Sabía que la situación estaba más allá de lo que Lucía podía manejar sola, pero la decisión era de ella.

—Lo que pase ahora depende de ti, Lucía. Pero no actúes por impulso. Necesitamos más información, más pruebas. No sabemos por qué lo hace, ni cómo está involucrado con los Espinosa. Debemos tener todas las cartas sobre la mesa antes de confrontarlo.

Lucía la miró con furia, sin perder ni un segundo en sus palabras.

—¿Tú también? —preguntó, la voz rota pero firme. —¿Quieres que espere más, cuando cada minuto que pasa pone en peligro a mi familia?

Lucía sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. ¿Cómo pudo Edgar, quien había sido parte de su familia, traicionarla de esa manera? Cada recuerdo compartido con él la golpeaba ahora como una oleada de mentiras. Había sido su mano derecha, su confidente. Y ahora, esa confianza había sido destrozada de la manera más brutal.

Iris entendía el dolor de Lucía, pero tenía que ser racional. El calor de la rabia de Lucía era palpable, y no podía culparla. Sin embargo, Iris sabía que una decisión impulsiva podría costarles más que su venganza.

—No estoy diciendo que no tomes acción, Lucía, pero debemos tener las pruebas claras. Hay demasiados factores que aún desconocemos. Y no podemos dejarnos llevar solo por la ira.

Lucía asintió con la cabeza, pero sus pensamientos eran un caos. La furia la consumía, y por un momento pensó en enfrentar a Edgar directamente, sin más pruebas. Pero su mente, aunque nublada por el dolor, reconoció que necesitarían una confrontación sólida, algo que no dejara lugar a dudas.

Lucía cerró el archivo y lo guardó rápidamente. —Haremos lo que sea necesario, Iris. Pero esto no quedará sin respuestas.

Mientras Lucía procesaba lo que acababa de descubrir, Iris continuó buscando más pruebas. Necesitaban saber si Edgar era el único involucrado o si había más traidores en el círculo cercano de Lucía. Iris sabía que cada paso debía ser dado con cuidado, pero también sabía que el tiempo jugaba en su contra.

El teléfono de Lucía vibró, y un mensaje apareció en la pantalla.

"Te espero esta noche. Es hora de tomar decisiones".

Era de Edgar.

El plan de Edgar

El mensaje confirmaba lo que Lucía había sospechado durante todo este tiempo: la traición no solo era un acto aislado. Edgar estaba tramando algo mucho más grande. ¿Qué quería? ¿Cómo podía estar tan seguro de que tenía el control?

Lucía cerró los ojos, respirando profundamente. Sabía que era el momento de enfrentarse a la verdad, por más que le doliera. La confrontación con Edgar no podía esperar más.

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