capítulo 12

Elizabeth se sintió confundida y herida por las palabras de su padre. No podía entender por qué él parecía disfrutar lastimándola aún más. Sus palabras eran como puñales en el pecho, y Elizabeth se sintió como si estuviera siendo atacada por alguien que debería protegerla.

"¿Padre, tú lo sabías?", preguntó Elizabeth, tratando de entender por qué su padre no le había dicho nada sobre el cadete.

"Claro, siempre te he dicho que a mí nada se me escapa", respondió su padre con una sonrisa fría. "Como también supe que no era el hombre para ti y ya lo confirmé. El cadete se fue anoche con las tropas al sur y tú aquí como una tonta, ¡mírate te dejo esperando y jamás llegó!"

Elizabeth se sintió como si estuviera siendo golpeada por sus propias esperanzas y sueños. No podía entender por qué su padre parecía disfrutar de su sufrimiento.

"El no está interesado en ti, él no quería nada serio contigo", continuó su padre. "Es mejor que no viniera, eres una ingenua, todos jugarán contigo y más allá de eso, ¿pensaste que te dejaría casarte con cualquiera?"

Elizabeth aplastada por el peso de las palabras de su padre se tapa los oídos y grita con dolor ¡Ya basta, por favor detente!

Pero no sé detuvo, su padre la siguió torturando.

"No te ama, no quiere nada serio contigo" Cada palabra desgarra su alma y las lágrimas salen otra vez con un grito desgarrador. “ ¡Es mentira el me lo habría dicho, él jamás me haría algo así, él me ama!” Se siente tan ofendida y muy dentro de ella sigue segura de los sentimientos de Henry.

“¿Amor?” Larga una carcajada. “Niña eso no existe y deja de llorar, tengo una buena noticia para ti.” Lo miró de reojo. “Ya que tanto deseas casarte me encargaré de eso.”

"¿De qué hablas?” pregunto Elizabeth.

La mira fijamente y un escalofrío corre por su espalda.

”Muy pronto lo sabrás"

Dice marchándose.

El señor Luna se sentía satisfecho y triunfante mientras abría la botella y sonreía con malicia. Su plan para aplastar a sus socios y enemigos estaba en marcha, y no podía esperar para ver sus caras cuando se enteraran.

Mientras tanto, Elizabeth se sentía desesperada y ansiosa. No podía dormir ni pensar en nada más que en Henry y su desaparición. Sus pensamientos estaban llenos de preguntas y dudas, y no podía evitar sentirse abandonada y sola.

"¿Por qué no tengo noticias tuyas?", se preguntaba Elizabeth. "¿Es verdad que te fuiste? ¿Y si no, por qué no me buscas? ¿Por qué me hiciste esto si eres lo que más amo?"

Sus pensamientos no la dejaban en paz, y Elizabeth se sentía como si estuviera viviendo un infierno. No podía comer, no podía dormir, y no podía pensar en nada más que en Henry y su desaparición.

"¡Vuelve, te lo pido por favor!", gritaba Elizabeth en su interior. "Eres lo único que me motivaba para poder seguir"

Hace muy poco tiempo el rey del occidente Aarón Evans fue asesinado, dando lugar a su hermano menor Narón como sucesor. El nuevo monarca dio la palabra para aquel que diera con el asesino de su hermano le concedería una gran fortuna. Para la desgracia de Elizabeth, su padre descubrió a un hombre intentando escapar entre el pueblo y empezó a seguirlo. El señor Luna entregó al hombre revelando su paradero, en el cual lo encontraron intentando escapar.

Todos saben que la familia Luna se encuentra en una crisis muy grande por hacer malos negocios, él se volvió alcohólico y desesperado por dinero, tanto así que era capaz de hacer cualquier cosa.

Su padre les exigió tanto a Elizabeth como a Emir que lo acompañaran al palacio por su recompensa. Elizabeth quedó sorprendida porque su padre negaba su existencia y ahora pide que lo acompañe a una reunión tan importante. “¿Por qué mostraría al mundo a alguien como yo?" Se preguntó.

Su padre se presentó en la junta, donde solo los nobles más poderosos y los súbditos podían estar para declarar y cobrar la recompensa que tanto anhelaba. Caminaba y miraba encantado por lo maravilloso que es el gran salón, los muros estaban finamente adornados con unos detalles en oro y plata, sin mencionar el trono que resplandecía por las piedras preciosas.

El señor Luna se sorprendió al conocer al nuevo rey porque era conocido como un tirano igual o peor que él.

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