Enzo llegó a la casa de Irem, nervioso y ansioso por hablar con ella. Pero antes de que pudiera llegar a la puerta, Olivia, la madre de Irem, lo interceptó.
"¿Qué quieres, Enzo?", preguntó Olivia, con una voz firme y enfadada. "¿Qué te trae aquí?"
Enzo se sintió incómodo. "Quiero hablar con Irem", dijo. "Quiero explicarle todo lo que pasó".
Olivia se rió. "¿Explicarle? ¿Después de todo lo que le hiciste? No creo que sea posible. Mi hija está mejor sin ti".
Enzo se sintió culpable. Sabía que había lastimado a Irem, y que no podía esperar que Olivia lo perdonara.
"Lo siento", dijo Enzo. "Lo siento por todo lo que hice. Quiero hacerlo bien esta vez".
Olivia lo miró con desprecio. "Es demasiado tarde para eso. Irem está pensando en casarse con Santiago. Están muy felices juntos".
Enzo se sintió de bastado . No podía creer que Irem estuviera pensando en casarse con alguien más. Se sintió desesperado.
Irem y Santiago llegaron a la casa de Irem, y se encontraron con Enzo y Olivia hablando en la entrada. Irem se sintió sorprendida y incómoda.
"No quiero verte nunca más aquí", dijo Santiago, con una voz firme. "Lárgate de una buena vez. Deja en paz a mi novia".
Enzo se sonrió. "Eso no es cierto", dijo. "Irem aún me ama. Lo sé. Soy yo al que ella ama, no tú, Santiago. Así que no te metas, imbécil".
Santiago se enfadó. "¿Cómo te atreves?", dijo. "Irem está conmigo ahora. No te necesita".
Pero Irem no se sintió cómoda con la situación. Ver a Enzo y Santiago peleando la hizo sentir incómoda. Solo le preocupaba la salud de su madre, que parecía estresada.
"Enzo, tu ya no estás en mis planes", dijo Irem, con una voz firme. "Y nunca lo estarás. Por favor, vete".
Enzo se sintió herido. Sabía que había perdido la oportunidad de estar con Irem. Se dio la vuelta y se fue, sin decir nada más.
Irem se sintió aliviada. Sabía que había tomado la decisión correcta. Se acercó a su madre y la abrazó.
"Lo siento, mamá", dijo. "No quería que te preocuparas".
Olivia sonrió. "Estoy bien, hija. Solo quiero que seas feliz".
Santiago se acercó a Irem y la abrazó. "Estoy aquí para ti", dijo. "Nunca te dejaré".
Irem sonrió.
Enzo se sentó en su escritorio, con lágrimas en los ojos, y comenzó a escribir una carta a Irem. Quería explicarle todo lo que había pasado, quería que ella supiera la verdad.
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"Querida Irem,
Me voy de la ciudad, me voy de tu vida. No puedo seguir aquí, viéndote con otro hombre, sabiendo que nunca podré estar contigo. Me duele demasiado.
Quiero que sepas que siempre te amé, que siempre te quise. Pero la vida me jugó una mala pasada. Laura me engañó, me hizo creer que habíamos dormido juntos en París. Me hizo creer que habías perdido la confianza en mí. Pero no fue así. Fue una trampa, una mentira.
No pude soportar la idea de que me hubieras perdido la confianza. Me sentí destrozado. Y por eso, te dejé ir. Pero ahora me doy cuenta de que fue un error. Debería haber luchado por ti, debería haberme quedado a tu lado.
Pero ya es demasiado tarde. Tú has movido adelante con tu vida, y yo debo hacer lo mismo. Te dejo libre, Irem. Te dejo libre para que puedas ser feliz con Santiago.
Recuerda que siempre te amé, que siempre te querré. Pero ahora es hora de decir adiós.
Adiós, Irem. Que seas feliz.
Enzo"
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Enzo terminó de escribir la carta, la dobló y la puso en un sobre. La selló y la envió a la casa de Irem. Luego, se levantó y se fue. Se fue de la ciudad, se fue de la vida de Irem. Esa misma noche Pero sabía que siempre la amaría.
Y así, la historia de Enzo y Irem llegó a su fin. Una historia de amor y dolor, de errores y perdón. Pero sobre todo, una historia de amor verdadero que nunca se olvidará.
O eso pensaba Enzo que todo había acabado
Irem se sentó en su habitación, con la carta en sus manos, tratando de procesar toda la información. No podía creer que Enzo hubiera sido engañado de esa manera, y que ella hubiera creído en la mentira.
Se sintió una mezcla de emociones: sorpresa, tristeza, rabia. Se preguntó cómo había podido pasar eso, y por qué Enzo no le había dicho nada antes.
Se levantó de la cama y se acercó a la ventana, mirando hacia afuera. Se sintió perdida y confundida. No sabía qué hacer ni qué pensar.
Irem se sintió abrumada por la tristeza y el arrepentimiento. Sabía que había perdido a Enzo para siempre, y que no había forma de recuperarlo. Se preguntó qué habría pasado si hubiera escuchado a Enzo antes, si hubiera dado una oportunidad a su amor.
Se sentó en la cama, con la carta todavía en sus manos, y se permitió llorar. Lloró por la pérdida de Enzo, por la oportunidad que había perdido, por el amor que había dejado escapar.
Santiago se acercó a ella, preocupado por su estado. "¿Qué pasa, Irem?", preguntó. "¿Qué te pasa?"
Pero Irem no podía hablar. No podía explicarle a Santiago lo que había pasado, no podía decirle que había perdido al hombre que realmente amaba.
Se limitó a sacudir la cabeza, y Santiago se sentó a su lado, abrazándola. Pero Irem sabía que no era el mismo. Sabía que nunca podría amar a Santiago de la misma manera que había amado a Enzo.
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"El amor que nunca fue mío, se fue sin decir adiós, dejándome solo con el recuerdo de lo que podría haber sido."
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