Capítulo 16

Mi corazón late fuertemente sobre mi pecho y el vacío en mi estómago es devastador.

Recargo mi espalda contra el marco de la puerta, buscando estabilidad. Cierro los ojos, tratando de alejar los malos pensamientos y la bruma.

No estoy triste. No estoy enojada. No pasa nada.

Eso es lo que trato de repetirme.

¿Cómo le explico a mi cuerpo que todo está bien?

Las manos me sudan y tiemblan ligeramente. El rostro de Chris viene a mi mente, con su sonrisa sincera y coqueta, y me niego a pensar que sea capaz de jugar conmigo.

Pero, en primer lugar, ¿hay algo que aclarar? Nuestra relación empezó de la nada, y supongo que así acabará.

Pensar en él haciéndome a un lado y viéndolo con otra persona me hace querer llorar.

Mi corazón duele, mientras me grita que él sería incapaz de hacerme daño, que esos brazos que me han dado consuelo jamás me quitarían la tranquilidad, pero mi mente me dice que no sea tonta, que ya me hicieron daño una vez, ¿por qué no volverían a hacerlo?

Maldita sea, Areum, no aprendes la lección.

Intento no pensar en ello, a Seojun, a cómo también me decía cosas que no entendía hasta que era demasiado tarde.

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FLASHBACK

Era una noche muy fría, y la casa estaba sola para mí.

Vagaba por la sala como un fantasma, con un dolor y un vacío en el alma.

Sé que haber terminado mi relación con Seojun fue la mejor decisión que pude haber tomado. Incluso se podría decir que lo hice bastante tarde, después de tres infidelidades y varias humillaciones, pero supongo que hasta las personas más tontas tienen su límite. Y él me había llevado al mío.

Enterarme de que mantenía una relación a distancia estando conmigo fue la gota que derramó el vaso.

Leer esos mensajes donde él le expresaba su amor y añoranza por verla, ver su registro de llamadas interminables, sus videollamadas y el tiempo que compartían a pesar de la distancia me había destrozado por dentro.

¿Por qué me hizo eso? ¿A mí, que tanto lo amaba, que había pasado con él tantos procesos, que tanto lo había apoyado? ¿Por qué?

¿La chica sabía que tenía novia? Imposible. Nadie lo sabía. Él siempre me había pedido mantenerlo en secreto; me prometía que llegaría el gran día en que anunciaríamos el romance delante de todos… pero ya habían pasado dos años.

Quizás fue eso lo que me llevó a la catarsis: ya estaba harta de él, de esperarlo, de entenderlo y de soportarlo. Así que, simplemente, lo dejé.

Él fue para mí en ese momento una herida abierta, que me lastimaba, y de repente, sin darme cuenta, ya había cicatrizado, y estaba lista para soltarlo.

Claro que dolía, pero al menos ya no sentía que moriría si no estaba con él.

Lo terminé por un mensaje, y no di demasiadas explicaciones, solo lo dejé atrás, y por mi salud mental lo bloqueé de todos lados. Era más fuerte que antes, pero no lo suficiente.

Y ese silencio abrumador desde nuestra separación es lo que ahora me estaba matando. Es lo que me tenía a medianoche en vilo; las ganas de llamarlo en medio de una noche solitaria me carcomía.

Bueno, no lo llames, solo desbloquéalo y mira qué pasa, me decía a mí misma.

Y eso hice.

Con el estómago tan apretado que las náuseas amenazaban y las manos sudadas y temblorosas, tomé mi celular y lo busqué en la lista de usuarios bloqueados.

“Kim Seojun.”

Ver su nombre me provocaba emoción y náuseas, muchas náuseas.

Click.

“¿Quieres desbloquear a este usuario?”

“Sí.”

De repente la pantalla se actualiza y puedo ver su perfil.

Su foto. Su maldita foto de perfil. Y ya no aguanto más.

Salgo corriendo al baño a vomitar.

Vómito, mientras lágrimas caen por mis ojos. En mi mente sigo viendo aquella foto.

Era él, era él, con ella.

¿¡Por qué?! ¿Por qué hace esto?

¿¡Por qué me hace esto? ¿Sabe que me lastima, o lo hace a propósito?!

No tenemos ni una semana de haber terminado, y en su perfil tiene a la chica con la que me engañaba.

¿Qué maldita broma es esta?

Las lágrimas no dejan de salir mientras me siento miserable en las frías baldosas del baño.

Seojun, ¿sabes el daño que me estás haciendo? ¿No te bastó todo lo que me hiciste durante estos dos años?

—¡¡Maldito!! —grito mientras golpeo con el puño hasta sangrar.

Durante dos años, me ocultaste. Parecía que te avergonzabas de mí. Jamás me llevaste con ningún amigo tuyo, jamás me presentaste a tus padres, jamás subiste una foto conmigo a tus redes sociales, jamás diste ni un atisbo de tener una relación, pero, ¿a la semana de cortar, a ella sí la presumes?

¿Qué tiene ella que no tenga yo?

Esa noche lúgubre y gélida era más cálida que mi alma.

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Mi teléfono vibra en la mesa, sacándome de mis recuerdos. Lo tomo con manos temblorosas, y lo que veo me deja helada. Es un artículo. Una notificación de esas que no puedes evitar leer:

“El líder de la aclamada banda Stray Kids, Christopher Bang Chan, y la famosa idol Jung Suk, son vistos juntos en una cita.”

No quiero abrirlo, pero mis dedos parecen tener voluntad propia. La imagen que acompaña al titular muestra a Chris con una chica a su lado. Ella sonríe. Él… él no parece incómodo. No parece obligado. Parece él mismo, como siempre.

Mi estómago se hunde. La presión en mi pecho aumenta, y el nudo en mi garganta amenaza con romperse. No puedo llorar.

Dejo el teléfono sobre la mesa y cierro los ojos. No puedo enfrentarme a esto. No quiero pensar en lo que pasará cuando tenga que verlo de nuevo. Porque, en el fondo, sé que no estoy preparada para la verdad, sea cual sea.

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