Capítulo 8: Dudas y secretos

Emily sintió un escalofrío al leer la nota anónima en la cocina. "No confíes en todos". ¿Quién podría haberla escrito y por qué? Se sintió intranquila y miró a sus amigas, que estaban sentadas en la sala de estar, ajenas a lo que había descubierto.

—Chicas, necesito hablar con ustedes —dijo Emily, tratando de mantener la calma.

Amanda, Lina e Isabella se levantaron y se acercaron a Emily.

—¿Qué pasa? —preguntó Amanda.

Emily les mostró la nota.

—¿Dónde encontraste esto? —preguntó Lina.

—En la cocina —respondió Emily—. ¿Alguien sabe algo sobre esto?

Isabella se encogió de hombros.

—No, no sé nada.

Amanda frunció el ceño.

—Esto es extraño. ¿Crees que alguien esté tratando de asustarnos?

Emily se sintió asustada.

—No lo sé, pero necesitamos estar atentas.

Lina se puso seria.

—Debemos investigar quién podría haber escrito esto.

—¿Cómo vamos a hacer eso? —preguntó Isabella.

—Podemos empezar por preguntar a las personas que han estado en la casa hoy —dijo Lina.

Emily asintió.

— Y si mejor revisamos las cámaras de seguridad— dijo Lina.

—Vamos a hacerlo— dijeron las chicas.

Justo en ese momento, se escuchó la puerta principal abrirse. Era Arthur.

—Hola, chicas —dijo Arthur.

— ¿Qué pasa?. Las noto algo asustadas—.

Las chicas se acercaron a él.

—Arthur, encontramos esta nota en la cocina —dijo Emily—. ¿Sabes algo sobre esto?

Arthur se sorprendió.

—¿Dónde la encontrasteis?

—En la cocina —respondió Lina.

Arthur sonrió.

—Ah, eso. Creo que sé de dónde viene.

—¿De dónde? —preguntó Amanda.

—Compré unas galletas chinas esta mañana —dijo Arthur—. Y esa nota venía dentro de una de ellas.

Las chicas se miraron entre sí, confundidas.

—¿Una galleta china? —preguntó Isabella.

Arthur asintió.

—Sí, es una tradición china. A veces, las galletas vienen con mensajes o predicciones.

Emily se sintió un poco mejor.

—Entonces, no es nada importante.

Arthur sonrió.

—No, no es nada importante. Solo una superstición china. dijo Arthur.

Las chicas se relajaron, pero Emily no podía sacar de su mente la sensación de que algo no estaba bien.

A pesar de la explicación de Arthur, Emily no podía sacudir la sensación de que algo no estaba bien. La nota anónima seguía resonando en su mente.

—Chicas, vamos a olvidarnos de esto y disfrutar del fin de semana —dijo Lina, tratando de cambiar de tema.

Amanda y Isabella asintieron, pero Emily se sintió incómoda.

—Sí, tienes razón —dijo Emily, tratando de sonreír.

Pero mientras las chicas se distraían con la televisión y las revistas, Emily se retiró a la cocina por algo de tomar, incapaz de concentrarse. Su mente seguía preguntando: ¿Quién escribió esa nota? ¿Y por qué?

De repente, vió a Arthur pasando por el pasillo.

—Arthur, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó Emily.

—Claro, ¿qué pasa? —respondió Arthur.

—Sobre la nota... no entiendo por qué vine en una galleta china —dijo Emily.

Arthur se encogió de hombros.

—No sé, Emily. A veces esas galletas vienen con mensajes raros. No le des demasiada importancia.

Emily se sintió un poco mejor, pero aún tenía dudas.

—Sí, supongo que tienes razón —dijo Emily.

— Sí, no le des importancia, de seguro estás así de nerviosa por las películas que estaban viendo, aún son adolescentes y es normal que les afecte un poco los nervios—.

— Creí que tenías la misma edad de Amanda.

—No, yo soy un poco mayor que todas ustedes —.

— ¿Qué edad tienes?—.

— Tengo veinticuatro años—

—Si estás un poco mayor. Tienes la misma edad de mi hermano—

— ¿Bryan Jones?— preguntó Arthur.

— Sí, ¿Cómo lo sabes?— pregunto Emily un poco sorprendida.

— Estudiamos juntos y somos buenos amigos —.

— No lo sabía, recuerdo que Bryan no tenía tantos amigos —

— Sí, él siempre es de no tener tantos amigos, pero entablamos una buena amistad.

— Que bueno—

De repente le entró una llamada telefónica a Arthur.