La mañana transcurría con relativa normalidad en la oficina, pero Sofía no podía quitarse de la cabeza las miradas que Ji-Hoon le lanzaba de vez en cuando, llenas de algo que no lograba descifrar. La seriedad en su rostro contrastaba con la intensidad de su mirada cada vez que pasaba cerca de su escritorio. Sofía intentaba convencerse de que era simple supervisión profesional, pero una duda persistente comenzaba a instalarse en su mente.
Mientras tanto, Ji-Young apareció de repente a su lado con su característico sentido del humor. "Oye, ¿notaste que el presidente Ji-Hoon tiene algo con la mirada hoy? Porque, honestamente, podría derretir hasta la computadora."
Sofía se sonrojó y se rió nerviosa. "¡No digas eso! Estás exagerando."
Ji-Young la miró con una expresión divertida. "Vamos, Sofía. Su mirada en ti no es la de un jefe común. Si yo fuera tú, estaría preocupada de que mis circuitos internos se sobrecalienten."
Sofía trató de mantener la compostura. "No es nada. Solo… solo estamos trabajando en el mismo proyecto."
“Sí, claro. Porque seguro él le dedica esa mirada de ‘trabajo’ a todos,” dijo Ji-Young en tono burlón. “Vamos, amiga, es solo una observación… que viene con amor y un toque de realidad.”
El reloj avanzó hasta la hora de la reunión programada. Sofía se acomodó en su asiento en la sala, intentando que su mente se enfocara en la presentación y no en las palabras de Ji-Young. Cuando Ji-Hoon entró y comenzó a hablar, su voz ronca resonó en la sala, y Sofía sintió que un pequeño escalofrío le recorría la espalda.
A lo largo de la reunión, Ji-Hoon explicó los próximos pasos del proyecto, y en un momento sus ojos se posaron en ella, como si estuviera asegurándose de que captara cada palabra. Sofía se encontró cuestionando por qué sus miradas parecían siempre estar dirigidas hacia ella con tanta atención, una atención que la hacía sentir vulnerable y un poco intrigada.
Cuando llegó el turno de Sofía de hablar, presentó sus ideas con determinación. Ji-Hoon asintió lentamente, aprobando sus propuestas con una leve sonrisa que hizo que sus compañeros intercambiaran miradas. “Buen trabajo, señorita Gómez,” dijo él, con su tono neutral, pero con esa mirada que parecía decir más.
Al finalizar la reunión, Sofía suspiró aliviada. Estaba satisfecha con su desempeño, aunque aún desconcertada por el comportamiento del presidente. Regresó a su escritorio, y Ji-Young la recibió con una sonrisa cómplice.
"¿Y qué tal? ¿Otro encuentro con ‘las miradas misteriosas’?"
Sofía sonrió, tratando de restarle importancia. "Solo fue una reunión, nada más."
“Claro, claro,” dijo Ji-Young, con un tono divertido. “Amiga, solo te advierto que si en algún momento el presidente empieza a pedirte que le traigas café con ‘extra atención’, entonces ya sabremos qué pasa.”
Ambas se rieron, y Ji-Young le dio un pequeño empujón en el hombro. Aunque todavía no sabía qué pensar, el humor de su amiga aligeraba el ambiente y le daba un poco de claridad.
Al finalizar la jornada, mientras recogía sus cosas, Sofía sintió que, aunque había mucho por aclarar entre miradas y comentarios, al menos su amiga siempre estaría allí para recordarle no tomarse la vida demasiado en serio.
Continuará…
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