CAPÍTULO 15

Yaneli no sabía qué pensar, María siempre la miraba sonriendo, parecía que siempre o estaba feliz o simplemente fingía, llego un momento que la hizo sentir intimidada, pero que más podía hacer, era su oportunidad de poder tener una vida digna; se quedó parada viéndola, esperando que hubiera entendido lo que le quiso decir, no verse obligada a suplicarle o pedirle directamente algo de dinero para poder moverse.

María le sonríe y con una tranquilidad le dice. —Hay, jovencita, eso ya me lo había imaginado, pero tranquila, te voy a regresar 50 pesos de los que me diste, pero tienes que regresármelos. En esta vida nada es gratis, apréndelo bien.

Yaneli le dio las gracias y los tomo, salió de la tienda, camino unas cuadras para tomar un camión urbano, ella sabía muy bien donde estaba, pero no sabía a donde iba; lo primero que se le ocurrió fue ir al centro de la ciudad y eso fue lo mejor, ahí encontró los dos cajeros que ocupaba, aunque tuvo que caminar demasiado para ir de un cajero a otro.

Tuvo que preguntar a unos desconocidos para poder dar con los cajeros; el primero al que le pregunto fue al camionero, quien le indico donde tenía que bajarse y a donde ir, el segundo fue un hombre que trabajaba en una tienda de joyería del centro, lo miro salir y se le hizo mejor preguntarle a alguien mayor y que fuera trabajador.

El señor le indico a donde ir, pero los dos cajeros sí que estaban retirados, duro una hora caminando para llegar al segundo cajero; lo que le agrado fue que ahí fue fácil tomar el camión de regreso, aunque para hacer ese recorrido tenía que tomar 3 trasportes diferentes, su casa estaba retirada del centro, pero no le importaba porque le gustaba el lugar donde iba a vivir.

Eran las 4 pm cuando llegó a la tienda, las dos fueron a la casa y cuando cerró las puertas sacó 6 billetes de a 100.00 pesos, se los entregó a María; empezaron a sacar cuentas de lo que le dio, en el jabón de baño y las bolsitas de champú fueron 5 pesos.

En aquel tiempo su valor era menor, de acuerdo con el salario mínimo, que en el año de 1978 estableció el gobierno de México; siguieron con sus cuentas y agregó lo del trapeador, escoba y cubeta, en todo fueron 25 pesos.

Lo bueno que tenía la feria del billete de 50.00 pesos que le había regresado María, de ahí le pagó todo lo que le quedaba a deber y entonces María la sorprendió en el momento que le dijo. —Me has dejado sorprendida, realmente pensé que no volvería a verte, que me estabas mintiendo.

Pero me alegra conocer a una joven con palabra, solo por eso te voy a decir, que con estos 600.00 pesos cubres la renta de dos meses. Para que no te preocupes, dejaré los 200 pesos como el depósito.

Ahora quiero ayudarte con lo de los muebles, supongo que te gustaría ir a algunas tiendas baratas, me dejas llevarte a algunos lugares que conozco y que venden muebles baratos, pero tendrá que ser maña.

Yaneli le dio las gracias y le dijo que sí, en ese momento, ya su estómago no podía más. Tenía dos días sin probar bocado, solo agua, terminó haciendo un gran ruido por el hambre que tenía.

Se hizo un silencio al momento del ruido. Yaneli se sintió avergonzada, realmente no supo qué decirle, estaba a punto de disculparse, cuando María la toma de la mano y la lleva a su casa.

Por un momento Yaneli se iba a resistir a entrar, diciendo que estaba su esposo y en sí ella era una desconocida; sentía que era inapropiado que entrara a su casa, pero maría le dijo que no se preocupara que su esposo en ese momento no estaba y no que no iba a regresar hasta el día siguiente, porque había ido a visitar a su madre.

Las dos entraron a la casa, ella tampoco había comido, la tienda la había esclavizado todo el día y solo había comido algo de fruta, fueron a la cocina, pero María no era muy buena cocinando, pensó en hacer unas quesadillas.

Yaneli se dio cuenta, terminó pidiéndole permiso para cocinar algo, empezó a ver lo que tenía, a buscar en esa cocina como si fuera de ella; sacó carne de res, verduras, mantequilla, algunos condimentos, unas cazuelas, todo lo que pensó que le serviría.

Corto la carne en cuadros perfectos de un tamaño adecuado para que al cocinarse quedaran perfectos para un bocado; la verdura, la pico en tiras, menos el brócoli y la coliflor, que los dejo en pequeños arbolitos.

La carne el espolvoreo de algunas especies y las puso a cocerse en una cazuela con un poco de mantequilla y aceite, las cocino en fuego lento, para que se doraran por fuera.

Las verduras las cocino por separado en agua, las dejo en un punto perfecto para que no se desbarataran al momento de que el tenedor las tomara; una vez cocidas en el agua, las paso por un sartén con mantequilla y un poco de sal, las dejo un poco en el fuego, termino sacándolas en su punto.

Cocinó un poco de arroz, con jitomate, un poco de chile y ajo; una vez que todo estuvo cocido en su punto, empezó a servir los dos platos.

Puso los pedazos de carne en un plato grande y redondo; el acomodo de una manera que dejó el platillo como si fuera de restaurante elegante, al final hizo una ensalada de lechuga, zanahoria, pepino, revueltas con mayonesa y crema.

La carne de un lado, en orden, los pequeños pedazos, la verdura bien acomodada, el arroz y la ensalada, todo en el mismo plato, pero en un orden que parecían los pétalos de una flor payaso.

María se quedó sorprendida al ver el platillo que rápidamente le preparo, se quedó mirando al plato, indecisa de comerlo, porque lo miraba tan bonito, tan perfecto que no quería arruinarlo.

Yaneli no dejaba de verla, esperaba que lo probara y le dijera que le pareció, la miraba atenta, quería ver sus reacciones, realmente con ella quería quedar muy bien, porque le vendería la casa y sería su vecina, realmente esperaba tener una vida tranquila, para eso debía tener a sus vecinos contentos.