CAPÍTULO 09

Yaneli estaba tan feliz, tenía ya un lugar donde se quedaría a vivir y trabajar para esa mujer, no le causaba problema; aprovechando que Margarita estaba de buenas, le pidió ayudar para ir a algún lugar donde vendieran ropa barata, para comprarse unos cambios.

Ella aún tenía el dinero que Amelia le había dado; era suficiente para comprar unos cambios. En ese tiempo la ropa de segunda era bastante barata y Margarita, la llevó a un sitio donde realmente vendían ropa bastante barata, pero también se miraba desgastada.

A ella no le importó, pudo comprar bastantes cambios, vestidos largos de una señora, que la cubrían muy bien, ni siquiera dejaban ver sus pantorrillas; toda la ropa que compró fueron vestidos, lo único que compró nuevo, aunque fue en una tienda económica, fue la ropa interior.

Al ver que le había sobrado algo de dinero, le pidió ir a una tienda donde vendían agujas e hilo; ella quería poder cocer los vestidos que compró y que tenían algunas roturas, los compras, así porque sabía que podía arreglarlos y solo necesitaba un hilo y una aguja, para arreglar esos vestidos.

No tardaron mucho comprando, si acaso se tardaron unas dos horas y regresaron al hotel; Margarita le dijo que, si pensaba quedarse con ella y ayudarle en el hotel, le ofrecía quedarse, pero en el almacén.

Ella aceptó, realmente no le importaba donde se iba a quedar mientras que fuera un lugar seguro y la señora Margarita parecía una buena mujer; también le dijo que, si se quedaba a trabajar en el hotel, aparte de darle un lugar donde se quedaría a dormir, le ofrecía un salario de $70 pesos por día y eso era empezar a trabajar a las 5 am, para tener listo el desayuno cuando los inquilinos se despertaran.

Quería que cocinara las tres comidas diarias, y también que mantuviera limpia la cocina. Tenía que estar todo listo a las 8 a. m., a las 1 p.m. y a las 7 p.m.; ella le diría que se cocinaría a diario y esperaba que fuera responsable.

También tenía que limpiar las habitaciones diario, las que estaban ocupadas o las que se iban a ocupar, pero todo tenía que estar higiénico para la hora que un cliente llegara; tenía que limpiar los pasillos de las habitaciones, las escaleras y eso tenía que hacerlo diario por las mañanas y por la tarde, no se podía ver tierra en ninguno de los pasillos.

También quería que se hiciera cargo del patio que tenía el hotel, que en ese momento lo tenía descuidado, con bastante hierba, pero esperaba que ella lo dejara agradable para los inquilinos.

Yaneli no dudó en decirle que sí, y Margarita la llevó al almacén. En ese lugar tenía los costales de frijol, maíz, harina y todo lo que ocupaba para la cocina; en la esquina que estaba al fondo había un pequeño catre y ahí era donde ella iba a dormir.

A ella no le importo, solo le pidió una silla para poder poner sus cosas y la señora Margarita se lo permitió; esa noche se la paso limpiando el almacén, sacudiendo y acomodando todo para que el lugar no se viera tan desordenado, era rápido haciendo el aseo y a las 10 pm, había dejado todo limpio, se metió a bañar, en el baño que estaba aún lado de la habitación de la señora Margarita.

El almacén estaba saliendo al patio, que estaba por la recepción al fondo, cruzabas el patio, y al fondo en la esquina izquierda estaba el almacén; la habitación de la señora margarita estaba dentro de la casa donde tenía los cuartos de renta, enfrente de la puerta de la sala, ahí estaba la puerta de la habitación de Hermelinda y la del baño, el cual podía usar cuando ella lo ocupara.

En el patio al lado derecho estaba un lavadero grande y una pila de agua bastante grande, que aprovecho esa noche para lavar su ropa antes de meterse a bañar, tuvo que tomar algo de jabón de la señora Margarita, mismo que se cobraría con su primer pago.

Margarita le propuso pagarle cada quincena, una oferta que Yaneli aceptó con alivio. Ignoraba lo que el futuro le depararía, pero al menos tenía un lugar donde quedarse. En su bolso, guardaba la tarjeta que Amelia le había regalado, un pequeño salvavidas en medio de la tormenta.

Con Margarita, sentía una extraña sensación de protección, como si hubiera encontrado una figura materna en quien confiar, esperaba no estar equivocada.

Ese día el señor Pablo no llego y así pasaron los días casi dos semanas, ella deseaba volverlo a ver para agradecerle, hasta que se atrevió a preguntarle a la señora Margarita, quien le dijo que no lo iba a ver pronto, porque un familiar de la esposa había muerto y salieron de la ciudad.

No pregunto más, entendió muy bien la situación. Yaneli hizo todo lo que la señora margarita le pidió y en 5 días había dejado hermoso el jardín, tanto que los huéspedes pasaban gran rato en el jardín, hasta los que estaban ahí por trabajo, se bajaban con los documentos para trabajar en el jardín.

Ella, en las dos semanas que tenía ahí, empezó a conocer el lugar, ya iba al mercado, hacía las compras de la cocina. Aprendió a moverse, sin la necesidad de que Margarita la acompañara, a moverse en el transporte público.

Rápido pasó un mes, la gente del mercado la ubicaba muy bien, por ser una joven amable, educada, por hablar con propiedad y sobre todo porque siempre que iba apoyaba en lo que podía; esa última vez que le toco ir al mercado, escucho que el hijo de uno de los vendedores estaba hablando de leyes y con algo de vergüenza se acercó y empezó a preguntarle.

Ella quería poder sacar su identificación, pero no sabía cómo y pensó que tal vez ese joven sabría decirle, aunque no le hablo de su problema, solo le dijo que no podía regresar a su pueblo porque no tenía el dinero suficiente, que había dejado sus documentos olvidados en uno de los camiones y que ya no pudo recuperarlos.

El joven amablemente le dijo que solo tenía que ir al palacio de gobierno, para sacar su acta de nacimiento, de ahí con dos testigos, podía ir a sacar su identificación, que no tenía que regresar a su pueblo; sus palabras la hicieron sentirse feliz, por fin iba a poder sacar su identificación algo que era importante en la ciudad y el joven le dijo que él la podía acompañar a sacar su documentación, que solo llevara otro testigo.

Yaneli le dio las gracias y le dijo que le diría cuando, después de eso, regresó al hotel. Para ella fue un día buen, se sentía feliz; eran las 10 am, ella estaba por levantarse de la mesa, la señora Margarita y ella estaban terminando de desayunar.

Margarita era una mujer curiosa y ya no podía más con la incertidumbre, quería saber más de ella. En el momento en que se iba a parar con los platos del desayuno, la sujeta de la mano y sería le dice. —Yaneli, creo que te he demostrado que soy de confianza, que soy una mujer que te ha apoyado bastante y que te da un techo donde dormir, como un buen trabajo, ¿no crees que merezco saber de ti? ¿De dónde vienes? ¿Quién es tu familia? ¿De quién huías? Porque tú llegaste aquí huyendo de alguien, solo espero no estarme equivocando contigo y pienso que eres una buena joven, pero ya es hora de conocerte, para poder tenerte más confianza.

Yaneli se sintió algo incómoda con sus preguntas, realmente no quería hablar de su vida, mucho menos de Antonio, pero esa mujer había sido tan buena con ella, le había dado un lugar seguro, pensó que tal vez tenía el derecho de saber quién era ella, de darle la confianza y creyó que tal vez ella no la juzgaría.

Ya que ella también tenía una vida escondida, que Yaneli sin querer se dio cuenta y prefirió no juzgar. Esperaba que después de que le dijera todo lo que Antonio le había hecho, ella la podría entender y apoyarla a poder conseguir esa vida tranquila, a conseguir su felicidad.

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Muchas gracias a todas espero que el capítulo les haya gustado ☺️

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