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El aire en la habitación de Valeria estaba impregnado de tensión mientras Jihoon la observaba. Ambos habían llegado a un punto sin retorno, y las palabras de Samuel resonaban en sus mentes como una advertencia constante. La decisión de asistir a esa reunión clandestina significaba exponerse a un mundo peligroso, uno en el que los secretos de su madre no eran solo historias pasadas, sino amenazas presentes.

Valeria, de pie frente a un espejo, intentaba calmar su respiración. Sabía que no podía fallar; la única opción era enfrentarse a la verdad, por oscura que fuera. Jihoon, desde el otro lado de la habitación, notaba la tensión en sus gestos. Sin decir una palabra, se acercó a ella y tomó su mano.

—Estamos en esto juntos, Valeria —murmuró él, su voz firme.

Ella asintió, agradecida por su presencia. Aunque el miedo persistía, sabía que con Jihoon a su lado, las probabilidades de superar el peligro parecían un poco más tangibles.

—¿Listo para conocer el lado más oscuro de mi vida? —preguntó ella con una sonrisa forzada.

—Más que listo —respondió él, devolviéndole una mirada de determinación.

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Horas después, el club nocturno mencionado por Samuel se alzaba ante ellos, iluminado por neones que parpadeaban y un cartel desgastado que le daba un aire clandestino. Parecía el tipo de lugar que escondía sus propios secretos en las sombras, y Valeria no pudo evitar sentir una mezcla de temor y curiosidad mientras cruzaban la entrada.

La música retumbaba a su alrededor, y la multitud parecía ajena a la tensión que Valeria y Jihoon llevaban consigo. Siguieron las instrucciones de Samuel, caminando hacia una puerta al final del pasillo custodiada por un hombre corpulento que, al verlos, les hizo una seña para pasar. La puerta se cerró tras ellos con un estruendo, dejándolos en una habitación más silenciosa y apartada, donde las figuras en las sombras parecían analizar cada movimiento que hacían.

De pronto, una figura familiar surgió de las sombras. Valeria sintió un escalofrío recorrer su columna cuando sus ojos se encontraron con los de un hombre que reconoció al instante: Marco.

—Vaya, Valeria. No pensé que tendrías el coraje de venir —dijo Marco, su voz llena de desprecio.

Valeria sintió que su pulso se aceleraba, pero intentó mantener la calma. —Necesito respuestas, y no pienso detenerme hasta obtenerlas.

Marco sonrió, una mueca torcida que no transmitía simpatía. —¿Respuestas? Tal vez ni siquiera quieras conocerlas. Tu madre no solo se cruzó con personas poderosas, sino con personas que saben cómo manipular cada rincón de tu vida. Y tú, al venir aquí, te has metido justo en sus redes.

Jihoon se interpuso entre ellos, desafiando a Marco con su presencia. —Si tienes algo que decirnos, hazlo de una vez. No estamos aquí para jugar tus juegos.

Marco alzó las manos, divertido por el enfrentamiento. —¿Sabes, Valeria? A veces, los secretos están mejor enterrados. Pero si insistes... acompáñenme.

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Siguiendo a Marco a través de un pasillo oscuro, Valeria y Jihoon llegaron a una sala privada, donde varias personas estaban reunidas alrededor de una mesa. El ambiente era pesado y cada rostro reflejaba el poder y la influencia que habían acumulado a través de los años. Uno de ellos, un hombre de cabello gris y mirada severa, los observó detenidamente cuando entraron.

—Así que tú eres la hija de Sofía —dijo el hombre, con una voz profunda—. Supongo que has escuchado muchas versiones sobre nuestra historia.

Valeria respiró hondo. —Quiero escuchar la verdad. Estoy cansada de mentiras y medias verdades.

El hombre asintió, como si apreciara su honestidad. —La verdad es que tu madre y yo compartimos un vínculo de negocios, uno que se tornó… complicado con el tiempo. Ella intentó salirse, intentó protegerte, pero en nuestro mundo, no hay salida sin consecuencias.

Valeria sintió cómo cada palabra penetraba en ella, añadiendo peso a sus pensamientos. Todo apuntaba a que su madre había sacrificado tanto para mantenerla a salvo, y ahora esa verdad la empujaba a enfrentarse a un enemigo invisible y despiadado.

Jihoon, manteniendo su compostura, preguntó: —¿Qué es lo que realmente quieren? ¿Por qué han hecho que Valeria viva con el miedo constante de ser encontrada?

El hombre de cabello gris cruzó sus manos sobre la mesa. —Queremos lo mismo que siempre quisimos: lealtad y silencio. Tu madre rompió esa confianza, y con tu curiosidad, tú también estás cerca de romperla.

—No me asustan tus amenazas —respondió Valeria, con un tono firme—. Si mi madre estaba huyendo, había una razón, y la quiero saber.

Marco intervino, su expresión más seria que nunca. —Tu madre tenía algo, Valeria. Algo que vale más de lo que puedes imaginar. Y si decides continuar con esto, debes estar preparada para las consecuencias.

—¿Qué era eso que tenía? —preguntó ella, exigiendo una respuesta que parecía eludirla desde hacía tanto tiempo.

El hombre de cabello gris la miró, un destello de intriga en sus ojos. —Un archivo. Documentos que exponen operaciones enteras, información que podría destruir a más de una persona en esta sala. Información que tu madre escondió y que llevamos años tratando de recuperar.

Valeria sintió que todo encajaba. Su madre no solo había huido para protegerla a ella, sino para proteger esos secretos. Ahora entendía por qué tanto peligro la rodeaba y por qué su madre había sido tan cautelosa.

Marco, con un tono casi compasivo, añadió: —La vida de tu madre cambió cuando decidió protegerte y esconder esos archivos. Pero al venir aquí, Valeria, te has convertido en un riesgo para nosotros. Ahora, tienes dos opciones: aléjate y olvida que existimos, o afronta lo que está por venir.

Valeria miró a Jihoon, encontrando en sus ojos el apoyo que necesitaba. Sabía que no podía dar marcha atrás. Sin importar los riesgos, estaba decidida a destapar toda la verdad.

—No voy a detenerme hasta que cada secreto salga a la luz —declaró con valentía, consciente de que sus palabras podrían desencadenar una guerra que aún no comprendía por completo.

El hombre de cabello gris sonrió, pero su sonrisa estaba llena de amenaza. —Muy bien, entonces que empiece el juego. Pero no digas que no te advertimos.

Con esa última amenaza flotando en el aire, Valeria y Jihoon abandonaron el club, sabiendo que a partir de ese momento, sus vidas estaban atadas a una peligrosa red de intrigas y secretos, y que el camino hacia la verdad solo se tornaría más oscuro.

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