Con el regreso de Marco aparentemente resuelto, Valeria y Jihoon intentaban reanudar su vida con normalidad. Sin embargo, una sensación persistente de que algo andaba mal no dejaba en paz a Valeria. Aunque Marco se había ido de la ciudad, en el fondo sentía que su amenaza no había desaparecido del todo.
Valeria se volvió más cautelosa, pero trató de ocultar su nerviosismo para no preocupar a Jihoon ni afectar a su pequeño hijo. Comenzó a tener pesadillas, y en sus sueños revivía aquellos momentos de sufrimiento en los que Marco ejercía control sobre su vida. Aunque su entorno era seguro, su mente seguía recordándole los peligros del pasado. Jihoon notó su tensión, y una noche, mientras cenaban, la tomó de la mano y le dijo con suavidad:
—Valeria, sé que intentas ser fuerte, pero recuerda que no tienes que llevar este peso sola. Estamos juntos en esto, y te apoyaré en todo lo que necesites.
Valeria asintió, dejando que las palabras de Jihoon la reconfortaran. Sin embargo, pronto descubriría que había razones para su inquietud.
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Días después, Valeria recibió una llamada de un número desconocido. Con recelo, contestó, y al otro lado de la línea, una voz le informó de algo que la dejó helada: su madre estaba gravemente enferma. Hacía años que Valeria no mantenía contacto con su madre, ya que su relación había sido conflictiva desde que ella era joven. Aunque la noticia la sorprendió, también le despertó sentimientos contradictorios. ¿Debía visitar a su madre después de todo el dolor que su pasado le había dejado?
Jihoon, al ver su angustia, la animó a tomar una decisión sin presiones.
—Es algo que debes hacer por ti, Valeria. No importa lo que decidas, estoy contigo.
Finalmente, Valeria decidió enfrentar ese capítulo de su vida. Pensó que, al menos, cerrar viejas heridas con su madre podría liberarla emocionalmente y darle la paz que tanto necesitaba. Jihoon la acompañó en el viaje al pueblo donde había crecido, un lugar que no visitaba desde que dejó atrás su vida anterior. Pero lo que no esperaba era que este regreso la llevaría directamente a la trampa que Marco había planeado cuidadosamente.
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Al llegar, se dieron cuenta de que algo no cuadraba. La casa de su madre estaba vacía, sin señales de enfermedad ni de emergencia médica. Antes de que pudiera procesarlo, una figura apareció en la puerta: Marco, con una sonrisa de triunfo en su rostro.
—¿Sorprendida? —preguntó, mientras cerraba la puerta tras ellos. Había orquestado todo el engaño para que Valeria regresara al lugar donde él la conocía vulnerable.
Jihoon se interpuso rápidamente entre Valeria y Marco, dispuesto a defenderla a toda costa. Marco, sin embargo, parecía preparado y amenazó con exponer secretos del pasado de Valeria si no accedían a escuchar lo que tenía que decir. Les reveló información sobre actividades ilícitas que ella desconocía y que podrían implicarla si él decidía involucrarla en sus amenazas.
—Tu vida puede cambiar para siempre si decido hablar. Así que tú decides, Valeria, si me escuchas o si dejas que todo se vuelva un escándalo que arruine tu vida perfecta —dijo Marco, con un tono de satisfacción maliciosa.
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Valeria se sintió acorralada, pero el apoyo de Jihoon le dio la determinación para no ceder. Miró a Marco con una mezcla de odio y desafío.
—No me amenaces, Marco. Ya no eres mi dueño, y no pienso dejar que controles mi vida con tus mentiras y manipulaciones. Puedes decir lo que quieras, pero nunca te daré lo que buscas.
Jihoon, tomando su teléfono discretamente, ya había llamado a la policía mientras la confrontación continuaba. Pronto, los oficiales llegaron, y con la evidencia de la orden de restricción y las pruebas de sus amenazas, Marco fue arrestado. Valeria y Jihoon sintieron una mezcla de alivio y agotamiento mientras veían cómo finalmente se llevaba a Marco. Aunque las heridas del pasado no desaparecerían tan fácilmente, por primera vez sintió que el fantasma que la había atormentado tanto tiempo finalmente había sido exorcizado.
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Después de esta experiencia, Valeria decidió volver a su madre y hablar con ella, aunque el resentimiento y la distancia aún eran profundos. Con el tiempo, ambas comenzaron a sanar la relación rota que había sido una de las muchas razones de sus heridas. La reconciliación con su madre le permitió ver su vida con nuevos ojos y aceptar partes de su historia que siempre había evitado.
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De vuelta en la ciudad, Valeria comenzó una nueva serie de pinturas que expresaban cada experiencia vivida: el dolor, la superación y la libertad finalmente alcanzada. Sus obras pronto comenzaron a ser reconocidas no solo por su belleza, sino por el mensaje de fortaleza y resiliencia que transmitían. La crítica las elogió, y los seguidores de su arte las encontraban profundamente inspiradoras. Jihoon la miraba con admiración, convencido de que Valeria era la mujer más fuerte y resiliente que jamás había conocido.
Por primera vez, Valeria sentía que había conquistado todos los aspectos de su vida. No solo se había liberado del control de Marco y había encontrado una paz que creía imposible, sino que también había logrado reconstruir su relación con su madre y transformado su dolor en arte que inspiraba a otros.
En ese nuevo comienzo, Valeria y Jihoon decidieron renovar sus votos, reafirmando el compromiso y el amor que los unía. La ceremonia fue íntima, rodeados de sus seres queridos y con su hijo a su lado, como símbolo de la vida que juntos habían creado.
Con este nuevo capítulo, Valeria entendió que, aunque las heridas del pasado dejaban cicatrices, cada una de ellas la había llevado a ser quien era hoy: una mujer completa, fuerte y libre.
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