Un año después de haber alcanzado el éxito en su carrera artística y consolidado su vida familiar, Valeria y Jihoon se encontraban en un momento de paz y estabilidad. Sin embargo, como un eco lejano, el pasado de Valeria volvía a asomar su sombra en forma de una carta sin remitente, colocada en su buzón.
La noche en que la encontró, Valeria estaba sola en casa; Jihoon había llevado a su hijo al parque. Al abrir la carta, su respiración se detuvo al ver la firma al final: Marco. Las palabras en la carta eran concisas pero cargadas de amenaza. Marco afirmaba haber cambiado y estar arrepentido, pero insinuaba que si no lo recibía, haría que ella pagara por haberlo dejado.
Valeria sintió cómo su mundo comenzaba a tambalear. Sabía que no podía permitir que Marco volviera a controlar su vida, pero el temor de que él intentara algo contra su familia era una posibilidad aterradora. Cuando Jihoon regresó a casa, la encontró aún sosteniendo la carta, el miedo reflejado en sus ojos.
—¿Qué pasa, amor? —preguntó, preocupado, acercándose rápidamente.
Valeria le entregó la carta, incapaz de decir una palabra. Jihoon la leyó en silencio, y su expresión cambió de sorpresa a indignación.
—No puedo creer que todavía tenga la audacia de acosarte —dijo, apretando los puños—. No vamos a dejar que te amenace. Esto es nuestro hogar y nuestra familia, y no permitiré que nadie nos haga daño.
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Esa noche, ambos tomaron la decisión de denunciar la carta y buscar asesoramiento legal para protegerse. Jihoon apoyaba cada decisión de Valeria, y ella se sentía fortalecida por su respaldo. Sin embargo, en los días que siguieron, notaron que alguien los seguía ocasionalmente o que recibían llamadas misteriosas que colgaban en cuanto respondían. La presión y el miedo iban en aumento, y Valeria comenzó a temer que Marco pudiera estar más cerca de lo que creían.
Finalmente, decidieron intensificar la seguridad y buscar apoyo en un detective privado que les ayudara a rastrear a Marco y confirmar si realmente estaba en la ciudad. El detective descubrió que, efectivamente, Marco había regresado y estaba obsesionado con obtener una “segunda oportunidad” con Valeria. Sin embargo, Jihoon y Valeria sabían que esto no se trataba de arrepentimiento, sino de una forma de control.
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Un par de semanas después, mientras Valeria se encontraba sola en su estudio de arte, Marco apareció inesperadamente. Él parecía diferente, pero sus ojos aún mostraban la misma intensidad peligrosa que ella recordaba. Valeria retrocedió instintivamente, tratando de controlar el pánico que amenazaba con apoderarse de ella.
—Valeria, solo quiero hablar. He cambiado —dijo, con un tono calculado que apenas disimulaba su enfado.
—No tienes nada que buscar aquí, Marco. Te pedí que te alejaras de mi vida —respondió Valeria, manteniéndose firme, aunque sentía que su corazón latía con fuerza.
Marco se acercó un paso, y su expresión cambió de supuesta calma a hostilidad. —No puedes simplemente reemplazarme. Yo fui el primero en tu vida, y merezco una segunda oportunidad.
Antes de que él pudiera acercarse más, Valeria levantó la voz. —No eres bienvenido aquí. Si vuelves a acercarte a mí o a mi familia, responderás ante la ley.
Justo en ese momento, Jihoon llegó al estudio, alertado por una llamada de Valeria. Se interpuso entre ella y Marco, su expresión resuelta y su postura protectora.
—No sé qué parte no entiendes, Marco, pero no tienes ningún derecho sobre Valeria. Te advierto que esta es tu última oportunidad de alejarte de nuestras vidas.
Marco lanzó una última mirada desafiante antes de irse, pero sus palabras quedaron resonando en la sala. —Esto no ha terminado. Ya verán.
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A partir de ese día, Valeria y Jihoon reforzaron su seguridad y se mantuvieron atentos a cualquier indicio de peligro. Valeria sabía que tendría que enfrentar a Marco hasta que entendiera que no volvería a ser una víctima, que la mujer vulnerable que él había conocido había quedado atrás. Ahora tenía una familia que proteger, y no permitiría que nadie, ni siquiera los fantasmas de su pasado, pusieran en riesgo su felicidad.
Poco a poco, Marco dejó de aparecer, y el detective confirmó que se había alejado de la ciudad tras una orden de restricción emitida por el juez. La tensión fue disminuyendo, y Valeria comenzó a recuperar la paz que tanto le había costado construir. Sabía que el camino que había recorrido no había sido fácil, pero tenía la certeza de que, junto a Jihoon, estaba lista para cualquier obstáculo que se interpusiera en su futuro.
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Con los días, Valeria volvió a enfocarse en su familia y en su arte, encontrando que, después de esta última confrontación, su visión y fortaleza habían crecido aún más. Cada pintura, cada día y cada sonrisa de su hijo se sentían como un triunfo sobre el pasado. Sabía que su historia no había terminado; era un nuevo capítulo lleno de posibilidades y, por primera vez, de verdadera libertad.
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