ALIADOS EN LA DISTANCIA

Arianna estaba en su apartamento, recostada en el sofá, aun procesando todo lo que había sucedido en los últimos días. La despedida, el enfrentamiento con Rebeca, y la sensación de que algo grande estaba por venir. Su mente no paraba de darle vueltas al futuro que se avecinaba, pero, por ahora, lo único que podía hacer era esperar y prepararse.

El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Miró la pantalla y, para su sorpresa, vio un nombre que no esperaba. Era su mejor amiga de la infancia, Naomi, quien vivía en Myanmar. Naomi pertenecía a una de las familias más poderosas del país, y aunque la distancia las había separado físicamente, su amistad había perdurado a lo largo de los años.

—¡Ari! —la voz de Naomi, llena de energía, resonó por el auricular, usando el apodo que solo sus amigos más cercanos usaban—. ¡No puedo creer que haya pasado tanto tiempo! ¿Cómo estás, amiga? He estado pensando en ti y quería saber cómo van las cosas por allá.

Arianna sonrió. Era imposible no sentir una calidez especial cada vez que escuchaba a Naomi, quien pertenecía a una de las familias más poderosas de Myanmar. A pesar de la distancia y el tiempo, su amistad había perdurado.

—Naomi, qué sorpresa escucharte —respondió Arianna, su voz relajada, pero con una nota de cansancio—. Estoy... bueno, no muy bien, para ser honesta. Las cosas no han ido como esperaba.

Naomi hizo una pausa, su tono cambió inmediatamente a preocupación.

—¿Qué ha pasado? Cuéntamelo todo, Ari. Sabes que siempre estoy aquí para ti.

Arianna suspiró antes de comenzar a contarle todo lo que había ocurrido en los últimos días: el incidente con Rebeca, su despido injusto, y la manera en que Rebeca se había burlado de ella en su último día. A medida que hablaba, sentía cómo la frustración volvía a inundar su pecho, pero también sabía que hablar con Naomi siempre la calmaba de alguna manera.

Naomi escuchó en silencio, pero Arianna sabía que su amiga estaba conteniendo su enojo. Naomi tenía una personalidad fuerte y protectora, y no soportaba la idea de que alguien tratara mal a sus seres queridos.

—¡No puedo creer lo que te hizo esa mujer! —exclamó Naomi al final, claramente furiosa—. ¿Quién se cree que es para tratarte de esa manera? Si yo estuviera allí, le haría frente ahora mismo y desapareciera esa tienda de la faz de la Tierra.

Arianna sonrió ante la intensidad de su amiga. Sabía que Naomi lo decía en serio; si no fuera porque estaba en el extranjero, ya habría intervenido de alguna manera.

—Lo sé, Naomi, pero no puedes involucrarte. Sabes que mi situación es... complicada —dijo Arianna con un tono de advertencia suave—. No quiero que algo que tú hagas me afecte más tarde. Tengo que manejar esto a mi manera.

Naomi suspiró al otro lado de la línea, comprendiendo que Arianna tenía razón. Con una familia tan poderosa y con todo lo que estaba en juego para Arianna con el legado silencioso, cualquier movimiento en falso podría perjudicarla gravemente.

—Tienes razón, Ari. Lo último que quiero es complicarte más la vida. Pero si necesitas algo, cualquier cosa, solo dime. Siempre estaré aquí para ti, sin importar la distancia.

Arianna agradeció en silencio la lealtad de su amiga. Aunque su situación actual era difícil, saber que Naomi estaba de su lado le daba una sensación de fortaleza.

—Gracias, Naomi. De verdad. Te extraño mucho.

—Yo también, Ari. Algún día, cuando todo esto pase, nos reuniremos y nos reiremos de todo esto —dijo Naomi con un tono esperanzador—. Pero hasta entonces, mantente fuerte, ¿de acuerdo?

Antes de despedirse, ambas recordaron algunos momentos de su infancia juntas, compartiendo risas que trajeron algo de alivio a Arianna. Después de colgar, Arianna se sintió un poco más ligera, sabiendo que, aunque estuviera lejos, Naomi siempre sería una aliada incondicional.

Sin embargo, apenas tuvo tiempo de procesar la conversación cuando su teléfono volvió a sonar. Esta vez, era Kai.

—¿Arianna? —su voz sonaba tranquila, pero con un matiz de urgencia—. Necesito un favor. ¿Tienes un momento?

Arianna levantó una ceja, curiosa por la inesperada solicitud. Kai rara vez pedía ayuda, lo que la hizo preguntarse qué tan importante podría ser.

—Claro, Kai. ¿De qué se trata? —preguntó, sintiendo que la llamada podía marcar el comienzo de algo más grande.

—Es una larga historia, pero necesito tu ayuda con algo. ¿Podrías venir mañana? No puedo explicarlo por teléfono, pero es importante —respondió Kai con una nota de urgencia en su voz.

Arianna frunció el ceño, pero confiaba en Kai. Sabía que si él la estaba llamando, era porque realmente necesitaba su apoyo.

—Claro, cuenta conmigo. ¿A qué hora y dónde? —respondió Arianna, sabiendo que no importaba lo que sucediera, siempre estaría ahí para él.

—Te envío la dirección y el horario por mensaje. Gracias, Arianna. Eres la única persona en quien puedo confiar para esto —dijo Kai, y colgó la llamada rápidamente.

Arianna se quedó mirando el teléfono, sintiendo una mezcla de anticipación y curiosidad por lo que Kai podría necesitar. Algo en su tono la había dejado inquieta.

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