Buenos Amigos

En el 𝔘𝔫𝔦𝔳𝔢𝔯𝔬 27, la vida transcurría con una rutina casi perfecta. Mia, Yuta y Cronwell se reunían cada mañana en el parque central, un lugar lleno de árboles frondosos y flores de colores vibrantes. Lian solía ser el primero en llegar, siempre con una sonrisa y una historia nueva que contar. Su presencia era como un rayo de sol que iluminaba el día de sus amigos.

Ese día, sin embargo, algo era diferente. Mia llegó al parque y notó la ausencia de Lian. —¿Dónde estará?—, pensó mientras se sentaba en su banco habitual. El parque estaba tranquilo, con el suave murmullo de las hojas moviéndose con la brisa y el canto de los pájaros que llenaba el aire. Mia sacó su libro favorito y trató de concentrarse, pero la ausencia de Lian la inquietaba.

Yuta y Cronwell un poco más juntos que antes llegaron poco después, y al ver la expresión preocupada de Mia, supieron que algo no estaba bien.

—¿Alguien ha visto a Lian?, preguntó Yuta, mirando a su alrededor.

Cronwell negó con la cabeza, su rostro reflejando la misma preocupación. —No lo he visto desde unos días. Siempre es el primero en llegar.—

La preocupación se convirtió en desespero cuando las horas pasaron y no hubo rastro de Lian. Los tres amigos comenzaron a buscarlo por toda la ciudad, preguntando a todos los que conocían. Nadie había visto a Lian desde noches anteriores. Visitaron todos los lugares que solían frecuentar juntos: la cafetería donde Lian siempre pedía su café con leche, la librería donde pasaban horas hojeando libros, y el cine donde disfrutaban de las últimas películas de ciencia ficción.

Mia, Yuta y Cronwell se reunieron nuevamente en el parque al atardecer, exhaustos y sin respuestas.

—Esto no tiene sentido—, dijo Mia, con lágrimas en los ojos. —Lian nunca desaparecería sin decirnos nada.— Su voz temblaba con una mezcla de miedo y frustración.

Yuta, siempre el más emocional del grupo, trató de pensar en alguna explicación lógica. —Tal vez tuvo que irse de repente por alguna emergencia—, sugirió, aunque en el fondo sabía que eso no era típico de Lian.

—Tenemos que seguir buscando—, dijo Cronwell, tratando de mantener la calma. —No podemos rendirnos.— Cronwell, con su naturaleza ingeniosa y curiosa, sentía una responsabilidad especial de encontrar a su nuevo amigo. Decidieron dividirse y buscar en diferentes partes de la ciudad, con la esperanza de encontrar alguna pista sobre el paradero de Lian.

Mientras la noche caía sobre el 𝔘𝔫𝔦𝔳𝔢𝔯 27, los amigos de Lian se dieron cuenta de que su mundo había cambiado para siempre. La ausencia de Lian dejó un vacío que ninguno de ellos sabía cómo llenar. Sin embargo, estaban decididos a encontrar a su amigo, sin importar cuánto tiempo les tomara.

Mia caminaba por las calles iluminadas por las farolas, su mente llena de recuerdos de Lian. Recordaba cómo siempre la hacía reír con sus chistes tontos y cómo siempre sabía qué decir para animarla cuando estaba triste. —Lian, ¿dónde estás?—, murmuró para sí misma, sintiendo una punzada de dolor en el corazón.

Yuta, por su parte, se dirigió a la estación de tren, pensando que tal vez Lian había decidido tomar un viaje espontáneo. Preguntó a los empleados si habían visto a alguien con la descripción de Lian, pero nadie recordaba haberlo visto. La frustración crecía dentro de él, pero se negó a rendirse. —Lian, si puedes oírme, por favor, vuelve—, pensó mientras miraba las vías vacías.

Cronwell, con su determinación inquebrantable, decidió buscar en los alrededores del parque. Caminó por los senderos oscuros, llamando el nombre de Lian una y otra vez. Cada sombra y cada sonido lo hacían saltar, pero no encontró ninguna señal de su amigo. —No te preocupes, Lian. Te encontraremos—, prometió en voz baja, con la esperanza de que sus palabras llegaran a dondequiera que estuviera Lian.

Los días pasaron y la búsqueda continuó. Mia, Yuta y Cronwell se reunían cada mañana para planificar sus esfuerzos, pero cada día regresaban con las manos vacías. La desesperación se apoderaba de ellos, pero su determinación no flaqueaba. Sabían que Lian estaba en algún lugar, y no descansarían hasta encontrarlo.

Una tarde, mientras revisaban las notas de su búsqueda, Ethan, el amigo de la infancia de Lian, se acercó al grupo. Ethan había oído hablar de la desaparición de Lian y estaba visiblemente preocupado. Aunque no amaba a Lian de la manera en que Lian deseaba, lo consideraba un amigo muy cercano y valioso.

^^𝕃𝕒 𝕕𝕖𝕤𝕒𝕡𝕒𝕣𝕚𝕔𝕚ó𝕟 𝕕𝕖 𝕝𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕒𝕞𝕒𝕞𝕠𝕤, 𝕖𝕤 𝕝𝕒 𝕕𝕖𝕤𝕥𝕣𝕦𝕔𝕔𝕚ó𝕟 𝕕𝕖 𝕝𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕤𝕠𝕟̃𝕒𝕞𝕠𝕤^^

—¿Han encontrado alguna pista?—, preguntó Ethan, su voz llena de ansiedad.

—No, nada todavía—, respondió Mia, su voz apenas un susurro. —Es como si se lo hubiera tragado la tierra.—

Ethan frunció el ceño, tratando de pensar en algo que pudiera ayudar. Tal vez encontró algo que lo llevó a un lugar donde no podemos seguirlo.—

—¿Qué quieres decir?—, preguntó Yuta, intrigado.

—No lo sé exactamente—, admitió Ethan. —Pero Lian siempre tenía esa curiosidad insaciable. Tal vez encontró una manera de ir a algún lugar que nosotros no podemos imaginar.—

Cronwell asintió lentamente. —Eso suena a algo que Lian haría. Pero, ¿cómo lo encontramos si ni siquiera sabemos dónde buscar?—

Ethan miró a sus amigos, su expresión decidida. —No lo sé, pero no podemos rendirnos. Lian nos necesita, y haremos lo que sea necesario para traerlo de vuelta.—

Con renovada determinación, el grupo continuó su búsqueda, explorando cada rincón del 𝔘𝔫𝔦𝔳𝔢𝔯 27 y más allá. Cada día traía nuevas esperanzas y nuevas decepciones, pero nunca dejaron de creer que encontrarían a Lian.

Ya con la caída de la noche, también caía las esperanza de encontrarlo hoy, cada uno exhausto decidió ir por su parte.

—¿Habré sido un mal amigo, no le habré prestado la suficiente atención?—se preguntaba Ethan a si mismo mientras caminaba.

Ethan había pasado todo el día en la busqueda de Lian, por ende no había visto a Aiko, la cual no perdería ninguna oportunidad de alejar totalmente de la vida de su casi novio a Lian.

—Ethan cariño te vez un poco pálido, ¿quieres que te acompañe a casa?

Ethan poco caso le hizo, un gran amigo como quiera que sea es un gran amigo, simplemente soguió de largo y no se fijó en ella.

— ¿Ethan? —no estoy dispuesta en lo absoluto a perder.

—Lo lamento Aiko, pero hoy estoy muy cansado y no tengo ganas de nada, tal vez mañana, si estoy mejor yo te llamo.

Aiko poco podía hacer, aunque estaba muy molesta por la frustración de haber logrado su cometido —Está bien que te mejores— forzó la sonrisa y se fue a su casa.

^^ℕ𝕠 𝕖𝕤 𝕝𝕒 𝕡é𝕣𝕕𝕚𝕕𝕒 𝕝𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕟𝕠𝕤 𝕕𝕦𝕖𝕝𝕖, 𝕟𝕠𝕤 𝕕𝕦𝕖𝕝𝕖 𝕤𝕒𝕓𝕖𝕣 𝕢𝕦𝕖 𝕡𝕦𝕕𝕚𝕞𝕠𝕤 𝕙𝕒𝕓𝕖𝕣𝕝𝕠 𝕥𝕖𝕟𝕚𝕕𝕠 𝕞á𝕤 𝕥𝕚𝕖𝕞𝕡𝕠^^

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