Capítulo 18

El cuerpo del pueblerino, mientras caía lentamente, hizo que KingZard pasara a

hacer un simple gesto con la mano, controlando las espadas que flotaban a su alrededor. Las armas se movieron con una precisión letal, y en un segundo despedazaron al pueblerino, que cayó hecho pedazos frente a los ojos de Sagi

y sus compañeros. La sangre empapó el suelo y al grupo, la escena se convirtió en una

pesadilla viva.

Sagi, incapaz de moverse, no podía creer lo que estaba viendo. El hombre al que alguna vez llamó amigo ahora emanaba una maldad tan pura y oscura que parecía haber sido consumido por completo por este mundo. KingZard soltó una carcajada, su risa retumbando en el aire como el eco de una tormenta macabra.

—¡Jajaja! Cómo me alegra haberte encontrado… mi pequeño héroe. No tienes idea de cuánto tiempo he esperado este momento, Shiro. Pero,

lamentablemente, tendremos que despedirnos por ahora. No me queda mucho tiempo aquí... vine buscando algo.

Sagi, aún paralizado por el miedo y la confusión, intentaba procesar lo que sucedía.Con un gesto relajado, KingZard señaló con desprecio a Tsukasa.

—Eh... un momento tú debes ser..."Gunsmith", ¿no? —dijo, con un tono cargado de repulsión —He oído hablar de ti... y puedo decir que…me irritas.

En un abrir y cerrar de ojos, una enorme espada de las muchas que flotaban, se lanzó hacia Tsukasa con una velocidad mortal. Sagi, con los ojos bien abiertos, apretó con fuerza la empuñadura de su espada, dañada por la batalla contra Iskandar, y saltó instintivamente para interceptar el ataque.

La espada de KingZard chocó contra la de Sagi en el último segundo, pero KingZard sonrió y, con un simple movimiento de su mano, aumentó la velocidad y la fuerza del impacto. La espada de Sagi, incapaz de resistir el poder abrumador, se rompió en mil pedazos, y la espada atravesó Tsukasa por completo, clavándolo al suelo con un sonido sordo.

La escena fue horrible. Sagi, completamente atónito y paralizado, observaba cómo la sangre de Tsukasa corría rápidamente por el filo de la espada. Elizabeth y Aphrodi gritaron su nombre, mientras corrían hacia él. La herida era mortal, y

la vida de Tsukasa comenzaba a desvanecerse ante sus ojos.

—Tsukasa... —murmuró en su mente Sagi, arrodillándose en el suelo, mientras

las lágrimas corrían por su rostro sin control.

Sus ojos saltones alternaban entre mirar a Tsukasa y KingZard, que permanecía

en pie, disfrutando del caos con una sonrisa siniestra.

El corazón de Sagi latía con fuerza, como si fuera a explotar en su pecho. Jadeaba, incapaz de controlar su respiración, mientras su mente se llenaba de ira, dolor y locura. Sin pensarlo más, se equipó con otra espada y, con todo su cuerpo temblando de rabia, grito "Impulso" en su mente y se lanzó hacia KingZard en un último intento de vengar a su amigo.

—¡MIGUEL! —gritó en su mente, consumido por la furia.

Pero KingZard, sin inmutarse, suspiró con desdén.

—Te lo dije, Shiro... —dijo con voz fatigada —No tengo tiempo para esto.

Con un gesto rápido, chasqueó los dedos, y un círculo arcano gigante lleno de marcas antiguas y poderosas se formó bajo la pila de cadáveres, extendiéndose por todo el campo. Entonces, grito:

—¡LEVIATÁN, YO TE INVOCO!

El suelo tembló violentamente bajo los pies de todos. Un terremoto sacudió el lugar mientras los cadáveres eran tragados por el círculo, y una bestia enorme y serpenteante comenzó a emerger de la tierra. Leviatán, una criatura de un azul

oscuro como el abismo del océano, se levantó en medio del caos, provocando un estruendo que sacudió los alrededores. La enorme bestia rodeó los cadáveres y KingZard logro posicionarse en su regazo, embistiendo consigo los cadáveres

de los pueblerinos mientras su rugido llenaba el aire. KingZard montó a la bestia con facilidad.

—Hagamos una cosa, Shiro... —dijo con una sonrisa retorcida mientras se alejaba —Te espero en el Coliseo de Ares… que sepas, que espero mucho de ti, héroe….

Con esas últimas palabras, Leviatán se elevó en el cielo oscuro, desapareciendo entre las estrellas y la luz de la luna, dejando a Sagi caer derrotado, mientras la imagen de su antiguo amigo ahora se había convertido en una pesadilla viva.

—No te perdonaré ¡NUNCA TE PERDONARE! —Se dijo con una mezcla de ira y locura.

Sagi finalmente había caído al suelo y en un instante después, el sonido del llanto de Elizabeth y Aphrodi llenó el ambiente. Tsukasa estaba gravemente herido, su cuerpo inmóvil, aún tenía algo de vida. Sagi se acercó rápidamente. Aunque sabía que el final estaba cerca, pero no podía aceptar perder a su amigo.Con una sonrisa débil y temblorosa, Tsukasa escupió algo de sangre antes de dirigirse a Aphrodi.

—Niña... —dijo con voz temblorosa, mientras el dolor se reflejaba en su rostro —Escúchame... sé que puedes transferir habilidades... de un usuario a otro, ¿verdad? —tosió débilmente—. No quiero irme sin dejarle algo a Sagi... por favor, transfiérele mi habilidad "Ignífugo".

Aphrodi, todavía llorando y llena de miedo, asintió con lágrimas en los ojos. Sabía que no tenía mucho tiempo, así que, reuniendo todo el coraje que le quedaba, conjuró un hechizo simple pero efectivo, transfiriendo la habilidad de Tsukasa a

Sagi. Frente a Sagi, apareció un mensaje:

"Nueva habilidad adquirida".

Tsukasa sonrió débilmente.

—No será exactamente la misma habilidad que yo tenía... —explicó con dificultad—, pero se moldeara a tu estilo de combate, compañero. —Le dirigió una mirada cálida —No pasamos mucho tiempo juntos, pero me alegra haberte conocido... me alegra haber encontrado... a un amigo...

Con esas últimas palabras, la luz en los ojos de Tsukasa se apagó. El vaquero se había ido, dejando un vacío inmenso en el grupo. Sagi, Elizabeth y Aphrodi no pudieron contener las lágrimas mientras el cuerpo de Tsukasa quedaba

inmóvil.

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