Terapia sorpresa

Sophie se levantó temprano y se colocó un vestido suelto y floreado de color blanco con el estampado rojo. Era hasta las rodillas y no tenía mangas; llevaba unos tacones rojos y un bolso de mano blanco. Ella se miró al espejo y sonrió; estaba hermosa. Dio una vuelta y el vestido giró con ella; estaba divina.

La hermosa joven bajó las escaleras y llegó hasta la cocina; preparó un sándwich y un café y se lo tomó muy rápido cuando estaba saliendo, apenas Ricardo estaba entrando a la cocina.

"¿Vas a volver a salir? Preguntó Ricardo mirándola serio.

"Sí, nos vemos mañana, si es que llegas después que yo esté dormida cómo siempre", dijo y salió. Él esperaba que ella se despidiera con un beso, pero no pasó; solo se fue y lo dejó allí de nuevo.

Sophie se montó en su auto y unos minutos después su teléfono sonó; era el doctor; su sonrisa apareció; este hombre tenía este don para hacerla pasar de un mal momento a uno de paz.

"Buenos días, cómo amaneció mi paciente favorita", ella sonrió mientras hablaba por las manos libres.

"Amanecí muy bien gracias a mi doctor favorito". Respondió riendo.

"¿Y cuántos tienes?" Hablo como si estuviera ofendido.

"Solo tú, estoy llegando al consultorio", él suspira.

"Eso es muy bueno porque estoy afuera de la clínica, esperándote", ella sonríe y se sonroja.

"¿Me estás esperando, afuera?"

"Eso dije igual, maneja con calma, yo espero feliz" —cada palabra de él la afecta de buena manera a ella.

Al llegar, busca a Lorenzo con la mirada. Lo encuentra y estaciona a su lado; él está esperándola en la entrada, apoyado casualmente contra su auto, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

"¡Hola, Sophie!" Saludó Lorenzo, abriendo la puerta del auto para ella, un gesto que Ricardo jamás tuvo. "Hoy tenemos una sesión especial". "¿Te importa si dejamos tu coche aquí y vamos juntos?"

Sophie, intrigada, asintió y dejó su coche en el estacionamiento. Subió al auto de Lorenzo, sintiéndose un poco nerviosa pero también emocionada por la sorpresa.

"¿A dónde vamos?" Preguntó, mientras Lorenzo arrancaba el motor.

"Es una sorpresa" respondió él, guiñándole un ojo. "Pero te prometo que te va a gustar".

«Todo lo que hagas me gusta», pensó, pero sacudió sus pensamientos, moviendo la cabeza y sonrojándose.

Condujeron por la ciudad, conversando sobre temas triviales y riéndose de anécdotas pasadas. Sophie se sentía cada vez más cómoda con Lorenzo, disfrutando de su compañía y de la atención que le brindaba.

"Estás hermosa hoy, Sophie", dijo de repente y ella sonrió tímida.

"Muchas gracias"

Finalmente, llegaron a su destino: un parque de diversiones. Sophie abrió los ojos con sorpresa y emoción.

"¿Aquí?", preguntó, sin poder contener una sonrisa.

"Sí, aquí" respondió Lorenzo también sonriendo; le encantaba verla sonreír y hoy más que nunca quería un beso de ella.

"Hoy vamos a tener una terapia diferente. Quiero que te diviertas y te liberes de cualquier tensión", dijo y le extendió la mano para entrar al parque; ella se la dio segura.

Entraron al parque, rodeados de risas, música y el aroma tentador de algodón de azúcar y palomitas de maíz. El sol brilla intensamente sobre el bullicioso parque de diversiones. Los gritos de emoción y risas llenan el aire mientras las atracciones giran y se elevan. Lorenzo la llevó primero a la rueda de la fortuna.

Lorenzo y Sophie caminaron juntos, con un helado en la mano que él no dudó en comprarle. Caminaron hasta la Rueda de la Fortuna.

"Vamos a empezar con algo tranquilo" dijo, guiñándole un ojo; esto era extraño, pero ella no era psicóloga, así que no podía juzgar.

Subieron a una de las cabinas y, mientras ascendían, Sophie sintió cómo su ansiedad comenzaba a desvanecerse. Desde lo alto, la vista era impresionante. Podía ver todo el parque, con sus luces brillantes y atracciones coloridas.

Lorenzo la observó; el brillo en sus ojos se intensificó. "A veces, necesitamos ver las cosas desde una nueva perspectiva", dijo Lorenzo, señalando el paisaje. "Desde aquí, todo parece más pequeño y manejable, ¿verdad?"

Sophie asintió, sintiendo una paz inesperada: todo era tan hermoso y casi mágico.

"Dime como vez tu relación, Sophie, dime cómo te sientes en ella", dijo tratando de que ella misma se diera cuenta o que aceptara lo que ya sabía.

"Me veo atrapada, me veo pequeña, me veo triste, pero él es la única persona que tengo". Nadie me querría, mis padres me dejaron y yo…

"Shh... Eso no es cierto, tu amiga te adora, no estás sola, también estoy yo", ella niega.

"Tú eres mi doctor… Debes hacerlo". Él niega riendo.

"No debo, Sophie, quiero hacerlo" dijo y ella sonrió.

"Cuéntame más"

En mi relación soy la que cede, la que lo da todo, la que soporta todo. Tengo miedo, mucho miedo de que me deje y caiga en la depresión de mamá. "Tal vez por eso Dios no me mandó hijos para no dañarlo como lo hicieron conmigo", sus lágrimas bajaron por su rostro.

"Respira, si quieres parar hazlo y no, Dios no te está castigando ni nada". Él sonaba firme tanto como el agarre de su mano en la de ella; ninguno se había dado cuenta, pero él la tenía tomada de la mano.

"Él siempre está ocupado, jamás me trajo a un lugar así, trabaja mucho o está en otras cosas… Sabes, yo creo que sé que no me quiere, pero me cuesta alzar la voz", dice y lo mira.

"Soy una tonta, ciertamente, tratando de salvar algo que no tiene remedio; ni siquiera se presentó a la terapia, llega tarde, huele a perfume de mujer, soy una estúpida". Cerró sus ojos y apretó la mano de Lorenzo; él llevó su otra mano a su barbilla y ella abrió los ojos mientras la rueda seguía girando.

"Óyeme algo y quiero que lo tatúes en tu mente; no eres estúpida, solo creíste lo que prometió, hasta que la muerte los separe; solo estás cumpliendo tus votos, la decisión de seguir es tuya y solo tuya sí que nadie influya", ella asintió. Él quería abrazarla y de hecho no aguantó y lo hizo. Sin darse cuenta, Lorenzo terminó con la duda de Sophie. Ese abrazo le sirvió más que todas las palabras que había dicho.

La rueda de la fortuna se detuvo, y Lorenzo la llevó a la casa de los espejos. Mientras caminaban por el laberinto, riéndose de sus reflejos distorsionados, Lorenzo le habló sobre la importancia de la autoimagen.

"Mira, Sophie, los espejos aquí nos muestran versiones distorsionadas de nosotros mismos, pero eso no cambia quiénes somos realmente. Quiero que recuerdes eso, Sophie. No dejes que las percepciones distorsionadas de los demás te definan", dijo. Había pasado la noche tratando de ayudarla. Leyó y vio lo que ella necesitaba; solo tenía que parecer Leonardo y eso estaba haciendo.

Sophie se detuvo frente a un espejo que la hacía parecer más alta y delgada. Se miró a sí misma y luego a Lorenzo, sintiendo una nueva comprensión.

"Tienes razón. A veces, me dejo llevar por lo que otros piensan de mí. Ricardo me dice que ni soy la misma de antes, que estoy fea y gorda, pero se equivoca", dijo sonriendo levemente.

Lorenzo sonrió y le dijo.

"Eres preciosa, no dejes que te hagan menos; nadie tiene ese derecho a menos que les des el poder; ellos pueden decir que tienes dos cabezas, pero tú sabes que no es así, solo tienes una y es hermosa", ella suspiró riendo. Él tenía la facilidad de hacerla sentir bien.

Lorenzo la guio fuera del laberinto.

"Vamos a la montaña rusa. Quiero que sientas la adrenalina y la emoción de dejar ir el control por un momento.

Sophie dudó, pero la emoción en los ojos de Lorenzo la convenció. Subieron a la montaña rusa y, mientras el carrito subía lentamente, Sophie sintió su corazón acelerarse.

"Me tomas la mano, por favor", dijo y él sonrió.

"Por supuesto que sí, Sophie" Cuando finalmente descendieron a toda velocidad, gritó de pura emoción, sintiendo cómo el miedo y la tensión se desvanecían con el viento. Ambos gritaban: la terapia no solo estaba ayudando a Sophie sin saberlo. Lorenzo estaba dedicando tiempo a relajarse, a ver qué hay más que el trabajo y que las relaciones de una noche no lo llenaban tanto como un buen momento de calidad…

Al bajar, Lorenzo la miró con admiración.

“Eres más valiente de lo que crees, Sophie. Quiero que recuerdes esta sensación de libertad y emoción. La vida puede ser una montaña rusa, pero eso no significa que no puedas disfrutar del viaje" le guiño un ojo y comenzaron. Caminar por los alrededores.

Sophie sonrió, sintiéndose más viva y empoderada que nunca. Luego, Lorenzo la llevó a los autos chocones.

"Aquí, quiero que te diviertas y liberes cualquier frustración", dijo Lorenzo, mientras subían a los autos.

Sophie se rio mientras chocaban con otros autos, sintiendo cómo la diversión y la risa liberaban cualquier tensión acumulada. Lorenzo también se reía, disfrutando del momento tanto como ella, pero un sujeto chocó a Sophie y su instinto protector lo consumió, así que chocó al sujeto varias veces hasta que este levantó las manos, entendiendo el mensaje.

"Eres terrible, L" le dijo entre risas.

"Nadie, Sophie, va a dañarte en mi presencia, así sea en un juego", dijo y ella lo creyó y se sintió segura con él.

Finalmente, terminaron en el carrusel, una atracción más tranquila para cerrar el día. Mientras giraban lentamente, Lorenzo le habló sobre la importancia de encontrar momentos de calma en medio del caos.

—La vida puede ser agitada, pero siempre es importante encontrar un momento para relajarse y disfrutar de las pequeñas cosas —dijo, mirando a Sophie con ternura.

Sophie asintió, sintiendo una profunda conexión con Lorenzo. Mientras caminaban hacia la salida del parque, Lorenzo le tomó la mano brevemente, transmitiéndole su apoyo y cariño.

"Gracias, L" Esto ha sido increíble.

"Es solo el comienzo, Sophie. Hay muchas más aventuras por delante; solo debes decidir qué quieres de verdad; recuerda que solo tú tienes esa decisión", ella asistió con una enorme sonrisa.

El día acabó y luego de regresar a su auto, ambos regresaron a sus casas, pero Sophie había ganado mucho hoy.

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