Capítulo 12: Sombras Insondables

El pasadizo donde Erika había encontrado refugio parecía interminable. La oscuridad lo envolvía todo, y cada paso que daba resonaba como un eco distante en las paredes de piedra. A pesar de haber escapado de las figuras encapuchadas y del espejo maligno, no podía dejar de sentir que algo seguía acechándola. Era como si el abismo hubiera dejado una marca en su mente, una sombra que no podía quitarse de encima.

El aire era pesado y denso, y el sudor frío se deslizaba por su piel. Intentaba mantener la calma, pero cada pequeño ruido la hacía sobresaltarse. Parecía que los pasillos se cerraban sobre ella, como si el propio laberinto se estuviera transformando. Las paredes estaban cubiertas de extrañas marcas, símbolos que no entendía pero que sentía profundamente amenazantes.

A medida que avanzaba, algo cambió. La temperatura descendió bruscamente, y su aliento comenzó a hacerse visible frente a ella. Cada exhalación era una nube de vapor que desaparecía en el aire helado. Erika se detuvo y miró a su alrededor. No había ninguna señal clara de qué había causado el cambio, pero el instinto le decía que no estaba sola.

—No puede ser... —murmuró para sí misma, susurrando como si temiera que cualquier sonido atrajera aquello que la acechaba.

Apenas había terminado de hablar cuando una ráfaga de aire helado recorrió el pasillo. No era natural. Sentía que algo, o alguien, la observaba desde la distancia. Giró lentamente, buscando el origen del frío, pero solo había oscuridad. Entonces lo vio. Una figura alta y delgada, cubierta por una capa negra, apareció al final del pasillo.

Erika contuvo el aliento. La figura no se movía. Solo estaba allí, de pie, observándola. Era imposible distinguir su rostro bajo la capucha, pero su presencia era abrumadora, como si el aire alrededor de ella se volviera aún más frío.

—¿Qué quieres? —preguntó Erika, intentando que su voz no temblara.

La figura no respondió. En lugar de eso, comenzó a avanzar lentamente hacia ella, sus pies no hacían ningún sonido al tocar el suelo. Cada paso que daba parecía consumir la luz, haciendo que el pasillo se volviera aún más oscuro a medida que se acercaba.

Erika retrocedió, sus piernas temblando, pero se obligó a mantenerse firme. No podía huir para siempre. Esta vez, tenía que enfrentar lo que fuera que estuviera tras ella.

—¡Dime qué quieres! —gritó, más fuerte esta vez.

De repente, la figura se detuvo. El aire a su alrededor se volvió gélido, y el pasillo quedó en completo silencio. Luego, una voz suave y siniestra, que parecía venir de todas partes y ninguna a la vez, rompió el silencio.

—Has desafiado al abismo, Erika —dijo la voz, baja y peligrosa—. Ahora, debes pagar el precio.

Antes de que pudiera reaccionar, la figura desapareció, como si nunca hubiera estado allí. Pero el frío persistía, y la sensación de ser observada no se desvanecía. Erika se quedó inmóvil, mirando fijamente el lugar donde había estado la figura. Sabía que lo peor aún estaba por llegar.

Un ruido sordo, como un golpe distante, resonó desde las profundidades del pasillo. El eco del sonido se extendió, llenando el espacio. Erika sintió una punzada de terror en su pecho. Algo más estaba sucediendo, algo que no podía comprender del todo, pero que sabía que era peligroso. El sonido se repitió, más fuerte esta vez, como si algo estuviera golpeando las paredes, intentando abrirse paso hacia ella.

Erika no podía quedarse quieta por más tiempo. Comenzó a correr. No sabía hacia dónde iba, solo sabía que tenía que alejarse de lo que fuera que estuviera detrás de ese sonido. Las paredes del pasadizo parecían moverse a su alrededor, deformándose mientras corría. Todo el lugar parecía cobrar vida propia.

Cada vez que miraba hacia atrás, sentía como si las sombras estuvieran más cerca, como si estuvieran persiguiéndola. El miedo se apoderaba de ella, pero seguía corriendo, sabiendo que detenerse significaba enfrentarse a algo mucho peor.

El pasillo comenzó a inclinarse hacia abajo, como si descendiera hacia las profundidades de la tierra. El suelo estaba resbaladizo, cubierto de algo que no podía identificar en la penumbra. Erika tropezó varias veces, pero no se detuvo. El sonido de los golpes a lo lejos se hacía cada vez más fuerte, más insistente.

Finalmente, llegó a una gran sala. La sala estaba iluminada por una luz tenue que provenía de un altar en el centro. En el altar, había un objeto extraño, una especie de esfera de cristal que brillaba con una luz interna, pulsante y ominosa. El frío en la sala era insoportable, y su aliento formaba nubes de vapor en el aire.

Sin embargo, lo que más la perturbó fue lo que había alrededor del altar. Decenas de figuras encapuchadas estaban arrodilladas, todas inmóviles, con sus cabezas inclinadas hacia el altar. El terror se apoderó de Erika. Sabía que esas figuras no estaban muertas, pero tampoco estaban vivas. Parecían estar en un estado de espera, como si estuvieran esperando una señal para despertar.

Erika dio un paso hacia atrás, intentando no hacer ruido. No quería llamar la atención de las figuras. Pero la esfera de cristal comenzó a brillar más intensamente, como si reaccionara a su presencia. De repente, las figuras encapuchadas comenzaron a moverse. Lentamente, se levantaron de sus posiciones, y uno a uno, giraron sus cabezas hacia Erika.

—No… —murmuró, retrocediendo aún más.

Sabía que no podía enfrentarse a ellos. Sabía que tenía que escapar, pero sus piernas no respondían. El miedo la paralizaba. Los ojos de las figuras eran pozos negros, vacíos, pero llenos de una malicia indescriptible.

Una voz resonó en la sala, baja y gutural, proveniente de la esfera en el altar.

—Te hemos estado esperando, Erika. Es hora de que cumplas con tu destino.

Las figuras avanzaron hacia ella, lentamente pero con determinación. El frío en la sala se intensificó, hasta el punto en que cada respiración era dolorosa. Erika sabía que estaba al borde del abismo, que un paso en falso significaría su fin.

Pero en lo profundo de su mente, algo despertó. Una fuerza que había olvidado que tenía. Sabía que no podía huir para siempre. Si iba a sobrevivir, tendría que luchar.

Con un último grito de desesperación, Erika cerró los ojos y corrió hacia el altar, dispuesta a destruir lo que fuera que estuviera controlando a las figuras. El destino estaba en sus manos, y no podía permitirse fallar.

Capítulos
1 Capítulo 1: Bienvenidos a Hollow Ridge
2 Capítulo 2: Sombras en la Noche
3 Capítulo 3: Ecos del Pasado
4 Capítulo 4: La Maldición de los Espejos
5 Capítulo 5: El Laberinto de las Almas Perdidas
6 Capítulo 6: El Reflejo del Miedo
7 Capítulo 7: Ecos de lo Prohibido
8 Capítulo 8: El Precio del Silencio
9 Capítulo 9: Ecos del Más Allá
10 Capítulo 10: El Abismo Susurrante
11 Capítulo 11: Ecos de la Oscuridad
12 Capítulo 12: Sombras Insondables
13 Capítulo 13: El Sacrificio del Cristal
14 Capítulo 14: Ecos del Pasado
15 Capítulo 15: El Umbral de la Oscuridad
16 Capítulo 16: El Último Grito
17 Capítulo 17: Descenso en las Profundidades
18 Capítulo 18: El Último Grito
19 Capítulo 19: El Corazón del Bosque
20 Capítulo 20: La Llama del Coraje
21 Capítulo 21: Ecos en la Noche
22 Capítulo 22: Susurros del Pasado
23 Capítulo 23: El Último Grito
24 Capítulo 24: Ecos del Abismo
25 Capítulo 25: La Oscuridad Susurra
26 Capítulo 26: Susurros de la Penumbra
27 Capítulo 27: La Puerta del Olvido
28 Capítulo 28: El Ojo de la Tempestad
29 Capítulo 29: La Elección del Abismo
30 Capítulo 30: El Regreso a la Oscuridad
31 Capítulo 31: El Renacer del Pueblo
32 Capítulo 32: Sombras del Pasado
33 Capítulo 33: Ecos de la Oscuridad
34 Capítulo 34: El Corazón de la Sombra
35 Capítulo 35: La Luz de la Esperanza
36 Capítulo 36: El Camino Hacia Adelante
37 Capítulo 37: La Celebración de la Luz
38 Capítulo 38: La Noche de las Sombras
39 Capítulo 39: Enfrentando la Oscuridad
40 Capítulo 40: El Eco Final
Capítulos

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1
Capítulo 1: Bienvenidos a Hollow Ridge
2
Capítulo 2: Sombras en la Noche
3
Capítulo 3: Ecos del Pasado
4
Capítulo 4: La Maldición de los Espejos
5
Capítulo 5: El Laberinto de las Almas Perdidas
6
Capítulo 6: El Reflejo del Miedo
7
Capítulo 7: Ecos de lo Prohibido
8
Capítulo 8: El Precio del Silencio
9
Capítulo 9: Ecos del Más Allá
10
Capítulo 10: El Abismo Susurrante
11
Capítulo 11: Ecos de la Oscuridad
12
Capítulo 12: Sombras Insondables
13
Capítulo 13: El Sacrificio del Cristal
14
Capítulo 14: Ecos del Pasado
15
Capítulo 15: El Umbral de la Oscuridad
16
Capítulo 16: El Último Grito
17
Capítulo 17: Descenso en las Profundidades
18
Capítulo 18: El Último Grito
19
Capítulo 19: El Corazón del Bosque
20
Capítulo 20: La Llama del Coraje
21
Capítulo 21: Ecos en la Noche
22
Capítulo 22: Susurros del Pasado
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Capítulo 23: El Último Grito
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Capítulo 24: Ecos del Abismo
25
Capítulo 25: La Oscuridad Susurra
26
Capítulo 26: Susurros de la Penumbra
27
Capítulo 27: La Puerta del Olvido
28
Capítulo 28: El Ojo de la Tempestad
29
Capítulo 29: La Elección del Abismo
30
Capítulo 30: El Regreso a la Oscuridad
31
Capítulo 31: El Renacer del Pueblo
32
Capítulo 32: Sombras del Pasado
33
Capítulo 33: Ecos de la Oscuridad
34
Capítulo 34: El Corazón de la Sombra
35
Capítulo 35: La Luz de la Esperanza
36
Capítulo 36: El Camino Hacia Adelante
37
Capítulo 37: La Celebración de la Luz
38
Capítulo 38: La Noche de las Sombras
39
Capítulo 39: Enfrentando la Oscuridad
40
Capítulo 40: El Eco Final

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