Sólo queda esperar.

Yo no salgo del asombro cuando me arrincona contra su escritorio y me deja ese beso con el que tanto soñé.

_ ¿Profesor?

_ Perdóname Irina, pero ya no lo soporte más.

_ No tiene porque disculparse por nada. Soy la mujer más feliz del mundo entre sus brazos y mucho más ahora que demostró que me acepta.

Irina no pierde el tiempo y envuelve sus brazos alrededor del cuello de Amadeo. Para volver a fusionarse en ese beso tan soñado y a la vez tan pecaminoso.

Siento como las manos de Amadeo recorren todo mi cuerpo. Creí tocar el cielo por su suavidad y ternura.

Me sube su escritorio y lo veo perderse entre mis pechos. También acaricia mis piernas.

Pero no llega a más.

Todavía era menor Y eso era un impedimento demasiado grande para él.

Despues de ese dia mis visitas a su oficina cada vez se hacían más frecuentes, aún así no pasaba lo que yo queria. No importaba cuánto me le ofreciera nunca llegó a penetrarme.

Lo único era que teníamos juegos acalorados. Sobre su escritorio casi desnudos reconocíamos nuestros cuerpos de a poco.

Me encantaba todo lo que me hacía. Cada caricia, cada beso eran como un éxtasis para mi. También lo veía disfrutar y la frustración con la que quedaba al no llegar al momento más crucial.

Eso sólo hacía más añorado el momento de ser uno mismo.

Así pasaron los meses. Ya no me importaba nada que no fuera mi dulce Amadeo. Ni las golpizas de mis padres, ni mis calificaciones.

Lo único que siempre estaba en mi cabeza era por fin ser la mujer de mi amado profesor.

A sólo una semana de mi cumpleaños número 18 y con cuatro meses de relación preparé todo para nuestra noche especial.

Ese día irrumpo en su oficina y me lanzo a sus brazos. Pero me aleja de inmediato.

_ No es bueno hacer esto en estos días Irina. El director está haciendo recorrido sorpresas.

_ Pero te extraño Amadeo y deseo que me des esas lecciones especiales que tanto me gustan.

_ Es muy peligroso seguir haciendo esto en la escuela. No tienes ideas de las consecuencias que podemos tener si alguien nos descubre.

_ Está bien entiendo. Pararé solo si me das un beso.

Aunque Amadeo no se nota muy convencido de igual manera me besa con pasión.

Antes de irme le susurro al oído.

_ Vienes por la noche. ¿Me darás mi regalo de cumpleaños?

Lo veo dudar, pero ya me enseñado bastante en este tiempo. Así que sé cómo hacer que ceda ante mi petición.

Acaricio su miembro sobre la ropa mientras muerdo su lóbulo.

_ Vamos cariño. Deseo que seas el primero en enseñarme los placeres de la vida. Eres mi profesor y es tu deber. Ya no soporto la espera.

Ágilmente saco su miembro y después de terminar de masturbarlo y ver cómo acaba en mi mano accede a verme.

Satisfecha de lograr mi propósito me marchó del lugar.

Sólo queda contar los segundos para que la vendita noche del viernes por fin llegue. Amadeo me prohibió volver a su oficina en esos días, así que solo me queda esperar.

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