CAPÍTULO CINCO. LAS VACACIONES

—Madre, Omairita, recordar la forma como Gabriele me enamoró, me hizo depender de él y llenó mi vida de atenciones es muy doloroso. Siento una decepción tan profunda porque ahora puedo ver que todo fue falso y fingido. Se había propuesto enamorarme a como diera lugar.

—Todo lo hacía con doble interés, como el viaje de aquel diciembre por ejemplo. Recuerdo que llegaron las vacaciones colectivas. Tenía algunos días libres, entonces los aproveché para ir a Nicaragua. Ya eran casi dos años que no los veía a ustedes.

—Fue difícil por la fecha comprar el boleto de avión pero lo conseguí. No le dije nada de mi viaje a mi familia pues les quería dar la sorpresa. Pero cuando finalmente llegué a casa la sorprendida fui yo. ¿Recuerdas madre?

—Sí hija. Esa mañana cerca de las 7 estaba barriendo la casa para dejar todo limpio y empezar a preparar el desayuno para tu papá y tu hermano. Sentí que llegó un taxi, me asomé por la ventana y vi bajar del carro un joven tan elegante lleno de maletas. Pensé que se había equivocado de casa, entonces salí para preguntarle, pero para mi sorpresa preguntó por mi.

—No hablaba español pero hablando despacio, con señas y su celular, me dijo que venía de Italia y que era tu novio. Que era una sorpresa para ti, pues tú no sabías que él había venido. Nos contó que tú estabas por llegar de un momento a otro.

—Me pareció muy extraño lo que dijo pues tú no nos habías dicho nada de que venias o de que tenías novio. De todas maneras le creímos pues se veía una persona de bien.

—Lo atendimos con cariño, le dimos desayuno. Y mientras tú llegabas se esforzó por hablar bastante con nosotros. Se veía muy interesado en ti, veía todas tus fotos y nos preguntaba mucho acerca de ti. Parecía que lo quería saber todo. Esta foto tuya en particular le gustó mucho :

—Sobre las tres de la tarde vimos llegar otro taxi y entonces te vimos. Él se quedó dentro de la casa pero nosotros salimos como locos felices a recibirte. Conociendo tu carácter te conté que el muchacho estaba adentro y te pedí que no lo fueras a tratar mal. Pero fue lo primero que hiciste.

—¡Por supuesto madre! Tenía que reclamarle el abuso. ¿Por qué se permitió llegar a mi casa sin ser invitado? ¿Con qué derecho me perseguía? Él en ese momento ni siquiera era mi amigo. Eso era invasión a la privacidad.

—¡Ay hija! Pero él se portó muy bien, todo un caballero. Tú lo tratabas muy mal y a nosotros nos daba pena. Lo primero que hizo ese muchacho fue alquilar una camioneta y nos llevó a hacer un mercado inmensamente grande.

—Tú lo regañabas porque ahora no teníamos donde meter la comida. Él se fue con tu papá y compraron una nevera extra grande. Luego ayudó a acomodar todo en sitio. Hizo la cena, nos sirvió y ayudó a lavar los platos.

—Te miraba con tanta dulzura y respeto. No se molestaba por la forma como tú lo tratabas. Se desvivía por agradarte, por verte contenta. Durmió tan incómodo en aquella vieja mecedora y al día siguiente no se quejó.

—Nos pidió ir donde los abuelos, los tíos, los primos, sobrinos y vecinos para entregarles todos los regalos que había llevado desde Italia. Y no fueron cualquier cosa. Eran chaquetas, perfumes, blusas y muchos hermosos recuerditos que decían Italia.

—Todos lo amamos, lo mirábamos con tanta admiración y cariño. Ya sea porque era bello, ya sea porque era todo un caballero o porque era italiano. El caso fue que él se hizo querer tanto de la familia como de todos los vecinos.

—¡Es cierto madre! Recuerdo las palabras de mi abuela que era tan sabia: “Nieta querida nunca te conocí un novio, pero este que nos has traído de Italia es perfecto. Por favor, así no lo quieras ahorita, cásate con él si te lo propone. Con el tiempo lo vas a amar porque el muchacho es bueno y vale la pena. Además vas a tener unos hijos preciosos porque este hombre es un galán muy hermoso. Ojalá yo tuviera 50 años menos“ Jajajajaja jajajajajajaja

Las palabras de mi abuela empezaron a hacer un cambio en mi actitud hacia Gabriele, pero aún no era suficiente. Sin embargo a partir de ahí, cuando salíamos le permití llevarme de la mano y ahí se puso más amoroso.

—¡Recuerda también madre, que nos hizo preparar las maletas, echarle llave a la casa y nos fuimos de paseo por casi toda Nicaragua! Visitamos La Gran Sultana que es la ciudad turística por excelencia de Nicaragua. Caminamos y disfrutamos de su hermosa arquitectura colonial. Esa ciudad es la más antigua del continente americano y nosotros jamás habíamos estado allí.

Gabriele preguntó a mi hermanito Andrés ¿Qué hace famosa a Nicaragua? Y mi hermano que es un apasionado de la geografía y amante de su país le respondió: “Mi país es la tierra de los lagos y volcanes, y tiene una variedad de paisajes alucinante. De un lado, la costa del Pacífico es famosa por sus olas ideales para el surf, mientras que del otro lado, el Caribe tiene playas de postal, arrecifes coralinos e islas para el relax total”.

Gabriele impresionado me preguntó a mi: ¿Y tú Milena dime, según tu punto de vista, por qué vale la pena visitar Nicaragua?

— Porque Nicaragua es una estrella centroamericana. Tiene playas de ensueño, pueblos coloniales, selvas tropicales exuberantes y una cultura local interesante que la convierten en un destino apasionante.

—Lo recuerdo hija, a mi también me preguntó cuáles eran los platos típicos de Nicaragua. Le respondí que “el gallo pinto, los nacatamales, el quesillo, el indio viejo“ jajajajajajaja No entendió nada, pero dijo que los quería probar todos. Y así fue. En cada restaurante que entrábamos pedía, con su idioma enredado esos platos. Jajajajajajaja jajajajajajaja ¡Se veía tan hermoso comiendo! Y dijo que todos eran deliciosos, toda nuestra gastronomía le gustó.

—¿También tú te enamoraste de él madre?

—Sí hija, si hubiera estado soltera y con 30 años menos, yo te lo hubiera quitado. Además, en ese entonces tú no lo amabas. ¿De qué te quejas? Jajajajajajaja jajajajajajaja

—¡Eres terrible madre! De ese recorrido que hicimos por aquel entonces madre, Omairita, lo que más me gustó fue el baño que nos dimos en el Río San Juan. Es el río más importante de Nicaragua, limita con Costa Rica y conecta el Mar Caribe con el Lago Cocibolca. Ese río es una conjugación de historia, belleza paisajista, cuna de artistas y pintores, de exuberante flora y fauna. Es un lugar paradisíaco.

—Nos pusimos nuestros trajes de baño y nos lanzamos al agua. Gabriele no perdía la oportunidad de abrazarme, lanzarme besos y hacerme reír. ¡Se veía auténticamente tan feliz! Y ya algo en ese entonces se empezaba a mover dentro de mi corazón por él, sin que yo me diera cuenta.

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