Capitulo 11

Con cada palabra Alessandro se va ganando la mirada confusa de todos, ¿acaso él acaba de decir que esa mujer ahí es su esposa?, ¿desde cuándo?, las chicas que hasta hace un momento la miraban con burla ahora lo hacen con odio absoluto. Cada uno de ellas en algún momento fantasearon con convertirse en la señora de la casa, si no era casándose con Alessandro al menos convirtiéndose en su amante, pero ninguna de esas cosas paso, pues él ni siquiera iba a la mansión seguido y cuando lo hacía solo se encerraba en su estudio o en su habitación siendo atendido solo por Martha o Beto, ellas no podían tener ni la más mínima interacción con él, además siempre es tan frío, seco e indiferente, que parecía no ser un ser humano, pero ahora estaba ahí parado presentando a su ¿esposa?

Seguramente es por conveniencia piensan, pues como todos saben, Federico lo estaba presionando para casarse, seguramente esta mujer es a quien le impusieron de esposa, aunque les sorprende pues también son conscientes de que a él nadie lo obliga a hacer nada, además si es impuesta por que le está dando el puesto de señora y de una u otra manera está ahí mostrándole su apoyo, están furiosas en sus corazones pero ya encontraran la manera de sacar a esa mujer de ahí, de todas formas Alessandro nunca está en la mansión, les será fácil hacerle la vida imposible, mientras él no este.

Por otro lado, los hombres de seguridad solo bajan sus miradas, pues se acaban de percatar que tenían toda la intensión de coquetear con la esposa de su jefe, además de la mirada que este les lanzo, todo parece indicar que están en serios problemas, por eso para aminorar la carga, dicen al unisonó.

- Bienvenida señora Aria, estamos a su disposición.

Isabella que hasta ese momento se había mantenido en silencio, observando la situación, solo asiente hacia ellos y como ve que Alessandro le está indicando que tome la palabra lo hace.

- Bien como ya escucharon mi nombre es Aria, espero que podamos llevarnos bien, si hay algo que me quieran decir lo pueden hacer, estaré atenta de sus necesidades. – Declara Isabella con seriedad, esas chicas no la van a intimidar, con peores personas ha tenido que tratar, sin más, ya puede ver la mirada de esas chicas y todo parece indicar que tendrá problemas, pero eso es una nimiedad en comparación con el problemón del que hasta este momento no ha querido ser consciente.

- Bien pueden retirarse a seguir con sus labores. – Ordena Beto, a lo que los de seguridad sales corriendo de ahí, mientras los demás también se retiran, las chicas cada una va cavilando su propio plan, pero ya tendrán tiempo para eso. – Señores ya la comida esta lista, por favor pasen al comedor. – Indica Beto respetuoso.

- Gracias. – Responde Isabella siguiéndolo en compañía de Alessandro que se mantiene en silencio como la mayor parte del tiempo.

- Es un placer señora Aria, yo soy Martha y estoy a cargo de la cocina, por favor si hay algo que no sea de su agrado espero me lo pueda indicar. – Le indica con toda amabilidad Martha mirando a Aria con cariño, lo que la alegra mucho, pues al parecer no todo en esa mansión es malo.

- Muchas Gracias señora Martha, puedo ver que todo está delicioso así que no se preocupe por mí, no soy quisquillosa – Responde con una sonrisa Isabella, llenando de más alegría a Martha al ver que la esposa de su niño es una mujer buena y dulce.

- Mi niño hay algo más que quiera. – Le pregunta Martha ahora a Alessandro.

- No, nana gracias, así está bien. – Isabella se sorprende pues aun cuando Alessandro hablo con la misma seriedad de siempre su expresión era más cálida al hablar con Martha además la llamo nana, debe ser alguien muy especial para él.

- Muy bien mi niño, los dejo entonces para que disfruten su comida. – Se despide Martha con una sonrisa, tiene toda la fe que eso puede funcionar, aunque puede ver que entre ellos aún hay mucho por delante. Pues es posible que no les cueste un poco ser totalmente sinceros el uno con el otro.

La cena transcurrió tranquila, en total silencio, Alessandro no decía mucho e Isabella estaba perdida en sus propios pensamientos, de cómo es que había llegado hasta ahí, pronto ambos terminaron sus respectivos platos y Alessandro fue el primero en romper el silencio.

- Si quieres puedes ir adelantándote a la habitación, yo aun debo revisar unos documentos en el estudio, iré más tarde. – Sin más se levanta para dirigirse a su estudio, dejando a Isabella con muchas preguntas en su cabeza, mismas que poco a poco decide que es momento de responderse.

Mientras se dirige a la habitación, donde ya todas sus cosas están en su puesto va entendiendo que las cosas eran más serias de lo que ella quería creer, ahora viene con más fuerza a su pensamiento una de las líneas de la última hoja del contrato.

- “El matrimonio será totalmente real con todos los derechos y obligaciones de uno común y corriente”.

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