13. Extraña sensación

Beatriz Salinas fue el nombre que resonaba en el importante bufete de abogados de Adrián Valdez, la joven abogada había logrado que se rompieran los tratos con la familia Correa, y muchas de las abogadas lo agradecían, Roberto Correa terminaba siempre acosando y ellas tenían que disimular la incomodidad para no perder el caso.

Por otro lado, Yolanda siempre se daba grandes ínfulas, por sus buenas relaciones con Adrián, pero está vez las cosas no le salieron como pensó, y su "reinado" había llegado a su fin, una razón poderosa para que odiara a la joven abogada.

- "Kevin, ¿puedo pasar?", preguntó Bea en la puerta de la oficina.

Kevin le hizo una señal con la mano de que ingresara, mientras leía unos documentos. Bea puso unos expedientes en su escritorio.

- "He analizado los tres casos, hice un resumen, consigné precedentes y también elaboré unos proyectos para los acuerdos; he seleccionado las páginas en donde están los sustentos más importantes; ¿hay algo más que deba hacer?", consultó Bea, ya estaba acostumbrada a que Kevin no le prestara mucha atención, salvo ese extraño día, que pareció que la había ayudado en situaciones complicadas.

- "Los revisaré, ya puedes ir a casa, ha sido un día bastante largo para ti", respondió Kevin sin dejar de mirar los documentos.

- "Gracias, hasta mañana", dijo Bea.

Kevin era extraño, no sabía si le caía bien o le caía mal, pero nada podía hacer al respecto. Lo quedó mirando por un momento.

Mientras estaba saliendo con Bruno, no se atrevió a mirar a Kevin con otros ojos; pero era inevitable descubrir ante sus ojos que era un hombre apuesto; pero también sentía que le gustaba a su amiga Ara, aunque ella no se lo haya confirmado; sacudió su cabeza, ante sus recientes pensamientos y salió de la oficina de Kevin, antes de que él se diera cuenta que lo estaba mirando fijamente.

Bea mandó un mensaje a Ara para que se vean en el centro comercial, conversar de sus días, necesitaba desahogarse con alguien, y necesitaba preguntarle a su mejor amiga un montón de cosas, entre ellas sus verdaderos sentimientos por Kevin, había códigos que se tenían que respetar.

Cuando Bea llegó al primer piso del edificio, le llegó la respuesta de Ara, indicándole que se le había presentado un problema en casa y que no podía reunirse.

"Ni modo, Bea. Solo queda ir a casa", ella estaba caminando por las calles, rumbo a la parada de autobuses cuando otro mensaje llegó, era Katherine Luca que la invitaba a tomar un café, le mandó la ubicación de la nueva cafetería y Bea aceptó, necesitaba calmarse antes de llegar a casa.

*

Por otro lado, Edward abrazaba fuertemente a un joven de ojos azules y cabello castaño, quien lo mira emocionado, ha pasado bastante tiempo desde la última vez que se vieron.

- "Gusto volver a verte, hermanito", dijo Edward.

Mark Safra tiene veintiun años y ya es un modelo profesional, pese a los fuertes cuestionamientos de su familia, al igual que Edward no encajó en los parámetros de su muy distinguido linaje; Mark siempre fue el más rebelde de los Safra, se independizó a los dieciseis, y gracias a su peculiar presencia empezó a llamar la atención de reclutadores de talento; ganando contratos de publicidad como modelo juvenil.

...Mark Safra...

Mark había llegado a la ciudad donde estaba su hermano, estaba feliz de que Edward también se haya alejado de su complicada familia; y había decidido visitarlo, mientras gozaba de un descanso vacacional.

- "Será divertido tenerte, aunque tengo trabajo, así que lamento que no vamos a tener el tiempo que me gustaría", comentó Edward, mientras guardaba la maleta de su hermano en su vehículo.

- "No te preocupes, con un par de horas serán suficientes, además vine a este lugar a disfrutar de las playas y dormir hasta muy tarde", expresó Mark con una sonrisa.

Suben al vehículo y emprenden el camino al departamento de Edward.

*

Bea ha llegado a la dirección de la cafetería, pareciera que estuviese cerrada, sacó su móvil para ver si por casualidad se había confundido sobre la dirección que le había dado Katherine, al leer vio que decía 358, y ella estaba segura que había leído 858. Bea se cuestionó ella misma, ahora tendría que retroceder cinco cuadras y eso iba a ser agotador, además no podía estar gastando en cada momento en un taxi, así que no le quedó más remedio que caminar.

Había avanzado algunos metros, cuando sintió que la estaban siguiendo, volteó a ver, pero no encontró algo extraño, así que siguió caminando, y de nuevo sintió esa extraña sensación, una vez más, nada parecía extraño, esta vez empezó a caminar más rápido.

Una vez más volvió a voltear, y se topó de frente con una cara familiar, retrocedió ante la desagradable sorpresa, y sintió como si una sensación de temor se apoderara de su cuerpo.

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