Capítulo 20

Las dos mujeres lanzaron un ultimátum que contenía una seria amenaza. Esto fue escuchado por Tony, que había estado en la habitación todo el tiempo.

"¡Eh, señoras! No se limiten a parlotear. ¿¡Qué problema tiene Tafasya con ustedes?!", preguntó Tony mientras se ponía las manos en la cintura.

"¡Tiene una deuda y usó el documento de identidad de mi hermana!", respondió Nita enfadada.

Tony se echó a reír a carcajadas. "Eh, ¿en esta época todavía se fían de gente como tú? Es evidente que es tu identidad, ¡y le pides que te devuelva la deuda!". El joven la miró fijamente.

Nita se sintió molesta al instante. Siendo la líder del grupo en la captación de préstamos en ruta, tenía que lidiar con el problema de Tafasya, que había huido con el dinero después de recibirlo y nunca había hecho un solo pago.

Ahora tenía que enfrentarse a la ira de los demás miembros por la fuga de Tafasya, ya que tenían que cubrir la cuota de Tafasya.

"¡Tú qué sabes! Tu hermana es una estafadora, ¡¿acaso están confabulados para estafar?!" Nita se enfadó de nuevo.

"¡Eh, cuida tu boca! ¡Será mejor que te vayas de aquí antes de que te la rompa!", intervino Ani en tono agudo.

"Está claro que Tafasya es quien tiene la deuda, pero ustedes la están encubriendo. ¡Recuerden que el karma existe!", Nita ya no tenía palabras para rebatir los argumentos de ambas.

Sintió que era completamente inútil ver a Ani y que tal vez debería hacer viral el rostro de Tafasya en las redes sociales para darle una lección.

Nita optó por marcharse y abandonar la casa de la que pensaba que tanto el dueño como los miembros de su familia eran unos estafadores.

Arya estaba en su oficina. Miró su brazo, que acababa de ser examinado por el joven médico. Su mirada se perdió en la pared de su despacho.

En realidad, aún no había llenado el vacío de su corazón, todavía herido por la traición. Sin embargo, algo le impulsó a reunirse con Jasmine.

Unos pasos se escucharon entrando en su despacho. Sabía que eran los de su guardaespaldas.

"Jefe, ya hemos investigado quién le atacó en el aparcamiento del centro comercial y ahora mismo estamos persiguiéndolos", afirmó el hombre.

"¿Y qué hay de la mujer?", preguntó con voz inexpresiva.

"La exmujer del jefe está ahora mismo en manos de Tomy, y parece que el jefe sabe cómo es Tomy, ¿no?", preguntó el hombre alto.

"Muy bien, y sigan vigilando", ordenó Arya con voz gélida.

El hombre asintió con la cabeza y salió de la habitación.

Arya suspiró profundamente. Al poco tiempo, entró una videollamada en su teléfono. "Assalamualaikum, papá", saludó un niño guapo desde el otro lado.

Su belleza heredaba el rostro de su madre. Pero no su carácter. Porque era un niño obediente y también amable.

"Waalaikum salam, cariño. ¿Cómo estás?", preguntó Arya con ternura, aunque en ese momento su corazón y su mente no estaban sincronizados, pero intentaba aparentar que todo estaba bien.

"¿Cuándo vendrás a buscarme?", preguntó el niño con mirada triste.

"Ten paciencia. Papá irá a buscarte, pero la situación aún no es la adecuada para que vuelvas aquí", Arya trató de dar una explicación que el niño pudiera entender.

"¿Puedo ver a mamá? La echo un poco de menos. ¿Es que ella no siente lo mismo que yo?", preguntó con toda su inocencia.

Arya sintió al instante una punzada de dolor en el pecho. ¿Cómo iba a darle explicaciones sobre sus sentimientos en ese momento al niño, lo que sin duda le ponía en un dilema?

"Papá lo intentará. Te llamaré más tarde, quédate ahí, papá tiene mucho trabajo", dijo Arya tratando de eludir la pregunta de su hijo.

Ambos terminaron la conversación y ahora Arya estaba en silencio.

La noche avanzaba. Un club nocturno con un desenfreno que parecía tan libre y lleno de toda la inmoralidad que se hacía tan evidente.

Una mujer vestida de forma vulgar caminaba por un escenario en el que ya había decenas de mujeres bailando sin ropa.

Mientras tanto, la mujer de pelo rizado llevaba un conjunto de sujetador y braguitas a juego adornado con perlas. Se contoneaba entre las demás mujeres.

De repente, la sala se llenó de vítores y obscenidades.

La mujer se electrocutaba cuando intentaba reducir la velocidad de sus movimientos, ya que alguien la controlaba con un mando a distancia que manejaba a distancia.

En ese instante, la mujer tuvo que obedecer todas las órdenes del hombre sin rechistar.

Volvió a contonearse. Y recibía una descarga si flaqueaba.

Se veía a un hombre llamado Tomy disfrutando de su nuevo juguete, ya que los clientes aplaudían y vitoreaban con entusiasmo.

Se vio a alguien caminando entre el público observando el espectáculo.

Observó a la mujer con la mirada fría y quién sabe qué estaría pensando en ese momento.

De repente, se fue la luz. Tomy se sobresaltó. Porque había previsto esa posibilidad con un generador de reserva para su suministro eléctrico, parecía que alguien lo estaba saboteando.

"¡Maldita sea!", maldijo, tiró el mando a distancia al suelo y encendió una luz automática que había cerca de donde estaba sentado.

Mientras tanto, cundió el pánico en la sala del club donde tenía lugar la fiesta del pecado.

Algunos clientes gritaban porque se empujaban unos a otros, pero no encontraban la salida.

Era como si se hubieran quedado sin oxígeno y se pisotearan unos a otros. Empezaron a sentir la asfixia y se empujaban, incluso se pisoteaban.

Varias personas estaban moribundas porque otras las pisoteaban sin querer.

Por un momento, las luces volvieron a encenderse, pero el caos era evidente y lo que más enfureció a Tomy fue que su bailarina principal había desaparecido del escenario.

"¡Maldita sea...! ¡¿Quién me ha hecho esto?! ¡Encuéntrenlo, quiero cortarle el cuello!". Tomy parecía furioso, y sus guardaespaldas salieron para intentar atrapar al intruso.

Mientras tanto, un coche circulaba a toda velocidad por la carretera y en su interior se veía a una mujer atada con las manos a la espalda, la boca sellada con cinta adhesiva y la cabeza cubierta, por lo que no podía ver quién la estaba secuestrando.

El coche siguió avanzando, y de repente, desde atrás, aparecieron dos coches persiguiéndolo, y se produjeron disparos contra el coche sospechoso de haber secuestrado a una bailarina que era la fuente de ingresos de un club nocturno.

El conductor, que parecía muy frío, hizo un zig-zag para esquivar el ataque de su adversario.

Los dos coches que les perseguían circulaban a toda velocidad y se situaron a la izquierda y a la derecha del coche al que perseguían.

Cuando ambos intentaron acercarse para evitar que el conductor escapara, ocurrió algo inesperado.

El propietario del vehículo redujo la velocidad, dio marcha atrás rápidamente, giró y, sin dudarlo, sacó su pistola y disparó a los dos coches que le perseguían por turnos, lo que provocó que ambos coches explotaran y se incendiaran.

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