Capítulo 8

Arya miró el reloj de pared y vio que eran las 9 de la mañana. Casi había terminado con su trabajo y se estaba preparando para salir a vender, ya que los niños de la escuela pronto saldrían para su primer descanso.

"Fasya, por favor, recoge a Rayan más tarde", dijo mientras empacaba su mercancía para llevarla a su motocicleta.

Por un momento sintió que su llamada no recibía respuesta. Luego llevó la mercancía al porche de la casa para organizarla.

Al llegar al porche, se sorprendió al ver que la motocicleta que acababa de comprar ya no estaba. Arregló la mercancía y luego revisó la habitación, pero no encontró a Tafasya allí.

"¿Dónde está ella? ¿Por qué ha estado saliendo tanto estos últimos días?", murmuró para sí mismo.

Tomó su teléfono celular y marcó el número de su esposa. La llamada se conectó pero no fue contestada, y él la llamó varias veces, pero aún así no hubo respuesta. La última vez la llamada fue rechazada y Arya comenzó a tener un mal presentimiento.

Sssssshhhsss....

En ese momento escuchó el silbido de un reptil dentro de su casa. Se sintió muy preocupado y cuando estaba a punto de salir de la habitación, una serpiente negra salió de detrás de las almohadas que aún estaban apiladas y se deslizó hacia la ventana abierta.

Deeeegh...

Su corazón pareció dejar de latir. Escuchó la sabiduría de los antiguos que decía que si una serpiente negra se quedaba en una habitación, era señal de que tu pareja te estaba engañando.

Arya no quería creer en sus presentimientos, pero su corazón le decía con fuerza que eso era lo que estaba sucediendo.

Intentó contener la ansiedad que se había apoderado de su corazón. Siguió con su mercancía y salió a venderla.

Sin embargo, no se sentía tranquilo. Sentía que algo malo le había pasado a su esposa.

Mientras tanto, Tafasya llegó a un restaurante donde el Sr. Bondan le había citado. Se dirigió al lugar donde el hombre de mediana edad la esperaba. Ambos se saludaron con una sonrisa lasciva y repugnante.

"Vaya, estás guapísima, cariño", la alabó el hombre con asombro.

Tafasya se sintió muy halagada por las palabras del hombre. Por supuesto, estaba muy contenta porque a las mujeres, por naturaleza, les encantan los cumplidos.

Se acercó al hombre. Tan pronto como se sentó, el Sr. Bondan sacó una caja roja y la abrió justo delante de ella.

"¿Te gusta?", preguntó el hombre, mostrándole un collar con un colgante de diamantes de una belleza deslumbrante.

Se quedó atónita. ¿Cómo era posible que recibiera todos esos artículos de lujo después de sólo dos días de conocerlo?

"Señor, ¿es esto realmente para mí?", preguntó con incredulidad.

"Por supuesto, cariño. El señor te dará todo lo que quieras", respondió Bondan con seguridad.

El hombre se levantó de su asiento y le puso el collar de diamantes.

"¿Qué te parece? ¿Te gusta?", preguntó el hombre con una sonrisa repugnante.

Por supuesto que a la mujer le encantaba. Incluso deseaba que el hombre le diera algo más que diamantes, como una casa de lujo.

"Claro que me gusta, señor... Me encanta", dijo Tafasya, rebosante de felicidad.

Bondan esbozó una sonrisa pícara. "Entonces sabes lo que tienes que hacer para que el señor esté contento y satisfecho, ¿verdad?", preguntó mientras sus manos comenzaban a vagar. Si no fuera porque era un lugar público, probablemente la haría volar con su fantasía.

"Claro que sí, señor. Pero no aquí", respondió ella con entusiasmo.

Bondan entendió a qué se refería su acompañante. Abrazó a la mujer. "Vamos, este restaurante también tiene alojamiento", dijo el hombre y la acompañó a la habitación que utilizarían como nido de amor.

****

Arya se detuvo en una escuela primaria. Era allí donde solía aparcar cuando comenzaba el primer recreo y los niños se abalanzaban sobre su mercancía porque, además de ser barata, tenía un sabor inmejorable.

En cuestión de minutos, los niños se agolparon para comprar su mercancía, y él la vendió con el corazón apesadumbrado, pero manteniendo la profesionalidad.

Después de que terminara el recreo, intentó ir a la escuela secundaria que estaba a 7 km de donde vendía en la escuela primaria. Tenía que darse prisa para no llegar tarde a recoger a Rayan, que salía a las 11:30 h.

Al pasar por un restaurante bastante lujoso de la zona, vio la motocicleta que le había comprado a su mujer aparcada allí.

Detuvo su motocicleta. Miró la matrícula para asegurarse de que era la suya y no una similar.

Tras confirmarlo, sintió que la curiosidad le carcomía. Luego intentó cruzar la calle y dirigirse al local.

Preguntó al guardia de seguridad de servicio si había una mujer que llevara esa motocicleta.

El guardia de seguridad respondió afirmativamente, y el corazón de Arya se aceleró aún más.

Entró en el restaurante y miró a su alrededor para encontrar a su esposa. Intentó pensar positivamente, que Tafasya estaba enfadada con él y que trabajaba en ese restaurante. Tras preguntar al personal del restaurante, resultó que su mujer sólo había estado un rato en una de las mesas.

Sin más opciones, intentó dar algo de dinero al personal del restaurante para que comprobara las cámaras de seguridad, con la excusa de que Tafasya era su hermana pequeña y la estaba buscando.

Con el soborno, finalmente obtuvo información sobre dónde estaba su esposa en ese momento.

Su corazón se rompió al enfrentarse a la realidad de que su esposa estaba en una habitación de hotel con otro hombre.

Tragó saliva. Tenía el corazón roto, ¿pero debía aguantar?

Nunca le habían importado los insultos de su mujer sobre su pobreza, e incluso había ignorado a su suegra y a su cuñada cuando se unieron a ella para insultarle.

Pero en este caso concreto, no estaba dispuesto a tolerarlo. Se dio la vuelta para marcharse del restaurante. No se olvidó de llevarse la motocicleta que acababa de comprar, mostrando los papeles de propiedad y llamando a alguien para que le ayudara.

Mientras tanto, Tafasya, sin ningún tipo de vergüenza, se quitó la ropa del hombre, que ya estaba impaciente por disfrutar de su cuerpo.

Ambos se tumbaron en la cama salvajemente y volvieron a hacer el amor en busca de un placer momentáneo.

Los gemidos de la pareja de adúlteros salieron de sus bocas sin vergüenza alguna. Para ambos era una experiencia emocionante porque tenían que engañar a sus parejas.

Arya había llegado a casa. Dejó su mercancía delante de la casa. Como de costumbre, los niños del barrio se abalanzaron sobre su mercancía. Si no fuera vendedor ambulante, seguro que su mercancía se habría agotado, pero Arya prefería atender a los niños de la escuela porque así podía darles algo si alguno no tenía dinero para gastar.

Se vio obligado a atender a los clientes, y su mercancía se agotó en un instante. Lo recogió todo, llamó a alguien y pareció hablar muy en serio esta vez.

Intentó contener las lágrimas que amenazaban con caer, no quería parecer débil, era un hombre, no debía ser un llorón.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***