El horror

—Todos a mi señal asesinen a los guardias y luego apunten a las mujeres del grupo que se les vea el punto rojo en la frente —ordena el mafioso apodado Furia. Estaba realmente indignado con la traición de Ira; ni la de su primo y hermano le molestó tanto. Tenía planes para esa joven.

Nicolle vuelve a los brazos de Massimo y este la besa; en ese momento el desgraciado da la orden.

—Ahora —Los guardias caen como moscas, los hombres sacan sus armas y es allí cuando observan los frentes de sus mujeres.

—No se muevan —dicen y ellas se quedan tranquilas.

Varios autos estacionan cerca del lugar, y el hombre baja del auto escoltado y armado hasta sus dientes y aplaude mientras se acercan a una distancia prudente.

—O bajan sus armas o verán una hermosa carnicería. Dudan un minuto, pero luego lo hacen; él pide que las pateen lejos. Todas sus mujeres están siendo apuntadas y ni siquiera saben desde qué punto.

—Vaya, vaya, vaya… Miren nada más; a quién tenemos aquí es nuestra mentirosa compulsiva —dice el mafioso mirando a Nicolle.

—Camina hacia acá o mato a esas perras y luego a ellos. Aún ellos no saben a quién se refiere hasta que Nicolle da un paso instintivamente, y la mano de Nicholas y la de Massimo que están más cerca la detienen.

—No, amor, ¿qué está ocurriendo? —murmura Nicholas, confundido; no sabe qué está sucediendo.

—¿Quién diría que serías tan buena con los disfraces? Se ríe mientras ella se aleja de su familia con su mentón en alto.

—De huérfana tatuada y con pasado traumático a una… —la recorre con la mirada.

—¿Mojigata a punto de convertirse en monja? Pregunta con sorna.

—Déjala, te estás equivocando —Andrew espeta molesto.

—Los únicos idiotas que se dejaron engañar fueron ustedes, ¿no les has dicho preciosa? —se ríe cuando Nicolle está frente a él, la gira para dejarla frente a ellos y le toma la barbilla.

Los hombres de su familia hacen para acercarse a ella, pero los amenazan.

—Háganlo y la perra muere… Mírenla, esta pequeña perra los engañó con ayuda de su abuela y su hermosa madre —gritó riendo.

—Esta perra es la coronel sombra, la espía más hija de puta, fría y una excelente peleadora, pero… — La cara de esos hombres era de asombro, sorpresa, decepción; no solo su niña les había mentido; esas dos mujeres los habían engañado.

—¿De qué habla este sujeto, Niki? —la voz preocupada y ansiosa de Nicholas hacía que Nicolle quisiera morirse; su papá, su héroe, estaba desilusionado de ella.

—Es verdad... — El corazón del hombre dolió; de hecho, el de todos lo hizo; su pequeña niña los había engañado a todos.

Lía y Gia trataron de moverse y les apuntaron a sus esposos.

—Quietas pequeñas fieras —se burló el mafioso.

—Habla, cuéntales todo —se burla el sujeto.

—Soy espía, lo siento familia, jamás me hubiesen dejado hacerlo y ellas no tienen la culpa, yo lo quería, yo lo supliqué— Nicolle estaba abatida, sabía que iba a morir, pero le importaba más el desprecio de su familia.

—No. Eso no es cierto, tú… Tú eres mi dulce niña —negó Massimo, negado a ver la verdad.

—Amor, lo siento… Te amo, eso es lo único verdadero —Massimo se sentía morir y la posible muerte se avecinaba.

—Suéltala, maldito —gritó Andre y sus tíos estaban fuera de sí.

—Aléjate de ella, no sabes con quién te metes, bazofia —espetó Nicholas molesto.

—Ella es la que sabrá que conmigo nadie se mete, ¡de rodillas! —espeta, apuntándola, la joven mira a su familia y susurra.

—Perdón —de pronto Nicolle se gira y toma el cañón de la pistola que la apunta y la coloca en su frente.

—Acaba conmigo ya, ten las bolas de disparar —el hombre se ríe.

—Oh, claro que morirás, hija de puta —se ríe y el auto en que llegó Nicolle y dos más de la familia que están afuera estallan. Los hombres tratan de reaccionar, pero una bala cae en la pierna de la esposa de Tomás.

—No estamos jugando, podemos hacerlo fácil o difícil y la parte difícil es asesinarlos a todos, pero así no hay chiste —el mafioso se burla de nuevo.

Un helicóptero desciende y el mafioso se aleja un poco con Nicolle. El mafioso la lleva al punto que Sambo necesita. Una vez están cerca del helicóptero, los guardias de él se acercan a la familia de Nicolle y los apuntan más de cerca.

—¡Lía Harrington, alguien te manda a decir que elijas bien a tus enemigos! Que conste que esta muerte es tu maldita culpa —grita alias Furia.

—De rodillas, maldita —espeta, pero Nicolle levanta su cabeza y mira a su familia.

—Mamá, abuela, familia, Massimo, esto es mi culpa y moriré tranquila. Este es un maldito traficante de personas —alza más su frente mientras grita.

—Cállate, bastarda; al suelo le da un golpe en la cabeza con el arma y le empuja la parte de atrás de sus piernas, haciéndola caer; su familia se desespera y grita, pero no pueden hacer nada, sus guardaespaldas están muertos, no tienen armas y sus mujeres tienen un punto rojo en la cabeza.

—¿Saben por qué me apodan furia? Por esto… ¡Ahora! —cuando termina la frase una bala impacta en la cabeza de Nicolle; no se ve de donde llega, el cuerpo de la joven cae al suelo y un golpe seco se escucha.

La cara de todos es de shock. El grito de Lía y Gia es algo desgarrador; el caos comienza porque todos disparan como locos para causar confusión. Uno de los mercenarios se lleva el cuerpo de Nicolle y lo sube al helicóptero.

Ellos aprovechan a acercarse a la mujer que tienen herida, pero Nicholas, Andrew y Massimo no se pueden mover; el corazón les duele una vez que las mujeres están en el suelo y todos huyen. Toman las armas, pero el helicóptero se eleva.

El mafioso se ríe al verlos disparar, pero están demasiado lejos. El cuerpo de la otra joven es lanzado del helicóptero; obviamente, queda hecho nada; la chica queda con su cuerpo doblado en partes imposibles, y, aunque ya está muerta, corren hacia su niña.

Pero a pocos metros el ruso activa el detonador que le colocó al cadáver y estalla. Todos se detienen y Nicholas cae al suelo, Lia que jamás llora ahora lo hace de tal manera que le cuesta respirar, Gia se lanza al suelo y Massimo llora a mares, los demás están igual, no tienen consuelo, hasta la esposa de Tomás herida se suelta de su esposo y corre. La escena es espeluznante.

El helicóptero se alejó con el desgraciado riéndose y una familia destruida; la joven quedó irreconocible solo por el anillo y el collar que alcanzaron a ponérselo al cadáver.

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