19-EL SUEÑO DE LIZ.

Casi una hora después, los Pioneros fueron autorizados para bajar de sus carretas Elizabeth, Petra y Magda decidieron quedarse a charlar.

Magda preguntó a Elizabeth, cómo es que aprendió a disparar como cualquier pistolero experto en el manejo de las armas.

Liz le contó la terrible muerte de su mamá, a manos de su Padre. Una ocasión, casi todas las ocasiones, llegó borracho a casa, pidió de comer a Mamá, pero como mi Papá no le dejó dinero, no pudo comprar nada, solo había leche y unas hogazas de pan, que Mamá había preparado con harina que había comprado en días anteriores.

Papá se molestó y comenzó a golpearla, uno de los golpes en la cara, hizo que Mamá cayera hacia atrás y en su caída, se golpeó la nuca contra una esquina de la mesa, su muerte fué instantánea. Corrí a tratar de auxiliar a mi Mamá, pero ya nada se podía hacer. Papá miraba con ojos de espanto lo que había hecho y trató de huir, pero un vecino se dió cuenta por el ruido y los gritos de Papá contra Mamá y detuvo la escapada de mi Padre. De inmediato golpeó a Papá y lo dejó inconsciente. Buscó una cuerda y amarró a mi Papá y fué a buscar al Alguacil. Cuando despertó mi Papá, comenzó a rogarme para que lo desatara, pero le dije que era un asesino despreciable y que no lo iba a soltar, por el contrario, yo iba a declarar como testigo, para que todos supieran de la manera tan brutal con que mató a mi Madre.

Yo soy hija única y cuando mi padre fué ejecutado en la horca, supe que tenía que aprender a defenderme. Traigo conmigo un Colt 45 de mi Padre, es el que tu y Petra conocen.

Estuve practicando en el jardín de casa, disparando contra piedras y así aprendí a usar el revólver. Y después compré el rifle que tengo aquí y, de la misma manera, me puse a practicar y aprendí muy bien.

Le vendí la casa al vecino que atrapó a mi Padre y me fuí de ése horrible lugar, ya no representaba absolutamente nada para mí. Así que agarré mi revólver, mi rifle y un poco de ropa y dejé ese maldito lugar, compré un pasaje en el primer Barco que pasó por Irlanda y llegué a Nueva York. Ahí busqué trabajo, primero como camarera, pero la realidad es que lo querían es que me prostituyera. Me fuí de ahí y una casa de modas me dió trabajo, y la dueña de esa casa, fué nada más y nada menos que la que ahora, orgullosamente, llamo mi Hermana, Petra aquí presente. Liz fue abrazada por su hermana luego se unió Magda. No me lo habías contado pequeña, dijo Petra con lágrimas en los ojos.

Quería tenerlo escondido en lo más profundo de mi alma. Cuando me dijeron que haría con el cadáver de mi Padre, me di media vuelta y ahí lo dejé. Se fué a la fosa común.

Liz, llora por favor, hazlo, decía Petra. Suéltalo hermanita, déjalo ir.

Y de pronto Elizabeth estalló en llanto, contra el hombro de Petra. Llora hermana mía, llora todo lo que quieras, aquí está tu hermana mayor para darte consuelo.

Y también cuenta conmigo Liz, decía Magda.

Así había sido la vida de los Pioneros, la tragedia los había encausado a buscar unos NUEVOS HORIZONTES para sus vidas y sus familias. Ahí estaban luchando contra la adversidad. Muchos lo lograron. Otros, como Johan, perdieron la vida en el intento.

Cuando Petra se dió cuenta, Elizabeth estaba dormida recargada en su hombro, Magda tomó una manta, entre las dos acostaron a Liz y la cubrieron, para evitar que el frío la despertara.