**Una semana más tarde**
Noah se levantó temprano como siempre. Salió a trotar y luego realizó su rutina de ejercicios. Al regresar, se dio un baño, y mientras se secaba el cabello, Gael entró en el baño con una toalla en la mano, el pelo revuelto y los ojos entrecerrados por el sueño.
—Sí que eres madrugador, doctor —comentó Gael, frotándose los ojos. Lo dijo porque una alarma lo había despertado, pero cuando abrió un poco más los ojos y vio a Noah en bóxer y aún con gotas de agua en su piel, se sonrojó intensamente—. ¡Pero qué...! ¡Lo siento! —dijo dándose la vuelta rápidamente y cubriendo su rostro—. Lo siento, ¿por qué no cerraste la puerta con seguro? ¡Casi me da un infarto! —Gael estaba avergonzado, desviando la mirada.
Noah soltó una risa suave y se acercó.
—¿No lo dejé claro antes...? —Tomó una taza de café que estaba sobre el lavamanos y se colocó junto a Gael, que intentaba no mirarlo—. No tengo intención de cambiar mi estilo de vida para adaptarlo al tuyo. Hago lo que siempre hago, nada más, nada menos.
Gael asintió, aún sonrojado.
—Sí, lo sé. Pero... eso era antes, cuando vivías solo. Ahora no puedes llamarme grosero por interrumpirte, ¿verdad?
Noah le dio una palmada en el hombro y sonrió.
—Está bien, no me importa. El que está sonrojado eres tú, no yo —dijo Noah mientras se ponía una camisa y unos jeans sin abotonar. Se acercó a Gael por detrás y le susurró al oído—. Así que, si no puedes soportar la tensión, mejor empaca tus cosas y vete a casa, amor.
Gael soltó una risa nerviosa y se giró rápidamente, enfrentando a Noah.
—¿Quién dijo rendirse? ¡Aquí nadie se rinde! Esto es pan comido.
—¿Estás seguro? —Noah arqueó una ceja, divertido.
Gael recorrió con la mirada el cuerpo de Noah, quien parecía estar diseñado para tentar.
—Sí, estoy seguro.
—De acuerdo. Por cierto, estás todo rojo.
Después de unos minutos, Noah terminó de arreglarse y se despidió.
—Me voy ya. Llámame si necesitas algo, ¿vale? Y no olvides tomar tu medicina.
—Ya lo sé... Empiezas a sonar como mi hermana.
—Pensándolo bien, ¿has tomado lo suficiente? Déjame echar un vistazo. Y ya que estamos, podríamos revisar tu ritmo cardíaco...
—¡Estoy bien! No tienes que hacerlo. Termina de irte.
**En el hospital**
—Oh, Dios mío. No lo puedo creer.
—¿Dejando el club de los solteros tan rápido, Dylan? —preguntó una compañera con una sonrisa.
—Sí —respondió Dylan, claramente emocionado—. Hemos estado saliendo desde hace un tiempo.
—¿Y no nos dijiste nada antes? ¡Qué cruel!
—Debe ser agradable tener a alguien así...
—Sí, al principio me preocupaba que las cosas se movieran demasiado rápido, pero quería sorprenderlo.
—Eso es tan romántico...
La conversación giraba en torno a la reciente propuesta de matrimonio que Dylan le había hecho a Misael, otro doctor del hospital. Noah, que pasaba por allí casualmente, sabía que Dylan estaba intentando superar sus sentimientos desesperadamente. A Noah no le importaba, no era su problema. Al final, sería Dylan quien sufriría, y también el doctor Misael.
Dylan evitó mirar a Noah cuando este pasó, pero Noah, ajeno a los sentimientos de su compañero, siguió su camino sin prestarle atención.
Mientras Noah se cambiaba de ropa, Patrick apareció silenciosamente y comenzó a hablar.
—He escuchado que uno de tus chicos ha huido hacia otro chico ... ¿puedes confirmármelo, Noah?
—¿Huh?
—Aunque, sinceramente, no parece que Dylan tenga altos estándares. Quiero decir, estamos hablando de Misael. Se dice que le gusta abusar de los hombres.
—¿Y qué? No es asunto mío —respondió Noah, lanzando una mirada fría a Patrick—. ¿Por qué debería importarme?
—Vaya... Eres realmente frío, Noah. ¿Cómo crees que Dylan reaccionaría si escuchara eso? Pero, oye... —Patrick se acercó aún más, tomando una de las manos de Noah—. Esa actitud de "no me importa nada" es lo que me atrae de ti. Esa mirada tuya... me excita.
Patrick lamió ligeramente los labios de Noah, quien esbozó una sonrisa.
—Patrick, tú sí que eres... un gatito juguetón, ¿verdad?
**De vuelta en el apartamento**
Gael había limpiado todo el apartamento con esmero, tanto que el lugar parecía brillar.
—Listo, todo limpio y organizado —dijo, colocando algunos libros en una pequeña estantería de Noah—. Las tareas del hogar no son nada. Podría hacer esto todo el día, es pan comido.
Mientras admiraba su trabajo, un dolor agudo en el pecho lo detuvo. Era la señal de que necesitaba tomar su medicamento para el problema cardíaco que padecía. Con dificultad, se sentó en un mueble pequeño.
—¿Voy a sufrir solo por hacer las tareas? ¿Cómo voy a ser independiente así...? No es como si me estuviera exigiendo demasiado.
Gael intentó resistir el dolor, decidido a no tomar la medicina, pero el dolor era cada vez más intenso. Con esfuerzo, se acercó para tomar la botella de agua y las pastillas. Sus manos temblaban mientras abría la botella, y el dolor en su pecho lo golpeaba con fuerza.
Se sentó en el sofá, respirando con dificultad, y tomó las pastillas con un trago rápido de agua. El dolor persistía, recordándole la gravedad de su condición. Sabía que no podía seguir postergando la decisión de someterse al trasplante de corazón.
**Más tarde, esa misma noche**
—¿Qué dices? ¿Te gustaría ir a la despedida de soltero de un amigo? —preguntó Patrick, mirando a Noah mientras este salía del ascensor—. Quiero decir, si no tienes planes esta noche.
—Creo que tendré que pasar. Recogí a un gatito callejero hace poco, y tengo que ir a casa a verlo. No quiero que muera de hambre.
—¿Qué? —Patrick se mostró sorprendido—. ¿Tú? ¿Cuidando a un gato? ¿Todo eso en la misma oración?
—Como sea, me uniré contigo la próxima vez. Gracias por la invitación. Nos vemos luego.
Y sin más, Noah se marchó, dejando a Patrick sin palabras.
Al llegar al apartamento, Noah abrió la puerta y, como de costumbre, llamó en voz alta para asegurarse de que Gael lo escuchara.
—Gael, ya llegué. ¿Estás en casa, pequeñito? —Al no escuchar respuesta, frunció el ceño—. Oye, Gael...
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