Capitulo V Un Día a la vez

Edward está conduciendo, mientras Gabriela está sentada en el asiento del pasajero, mirando por la ventana. El ambiente está cargado de un silencio incómodo.

Edward: (rompiendo el silencio) Sé que no es asunto mío, pero no podía dejarte caminando sola. Por ese sitio no pasa bus. Y caminando ibas a tardar horas.

Gabriela: (mirando a Edward) Lo entiendo, señor Edward. Agradezco su ayuda, de verdad.

Edward: (con una sonrisa) ¿Estás segura de que estarás bien en la cafetería?

Gabriela: (suspirando) Sí, es lo único que tengo por ahora. No quiero causar más problemas a nadie.

Edward: (deteniéndose frente a la cafetería) Aquí estamos. Si necesitas algo, no dudes en llamar a Beatriz.

Gabriela: (bajando del auto) Gracias, Señor Edward. No sé cómo agradecerte.

Edward: (mirándola con seriedad) Solo cuídate, Gabriela. Eso es suficiente.

Gabriela asiente y se dirige a la entrada de la cafetería, mientras Edward la observa, pensando en su situación.

~~

Gabriela entra a la cafetería, se pone su delantal y se dirige al mostrador, está repleta de clientes, el bullicio de las conversaciones y el sonido de las tazas y platos llenan el aire. Gabriela trata de concentrarse en su trabajo, pero sus pensamientos la distraen.

Gabriela: (pensando) Debo prestar atención. No puedo permitirme cometer errores.

Un cliente se acerca al mostrador y Gabriela le sonríe, tomando su pedido con rapidez y eficiencia. Sin embargo, su mente sigue divagando.

Gabriela: (pensando) ¿Fue la mejor decisión dejar mi país? Me siento tan vacía, como si el mundo estuviera sobre mis hombros. ¿Un futuro mejor? Qué ironía. Nadie te dice lo duro que es dejar todo atrás para luchar por algo que parece no tener sentido.

Gabriela entrega el pedido al cliente y se dirige a la siguiente mesa, tratando de mantener una sonrisa en su rostro. Pero por dentro, la duda y la tristeza la consumen.

Cliente: (sonriendo) Gracias, señorita. ¡El café está delicioso!

Gabriela: (forzando una sonrisa) Me alegra que le guste.

Mientras sigue atendiendo a los clientes, Gabriela no puede evitar sentirse abrumada por sus pensamientos. La cafetería sigue llena, y ella se mueve de un lado a otro, tratando de no pensar en sus problemas.

Gabriela: (pensando) Tengo que seguir adelante. No puedo rendirme ahora. Pero, ¿cuánto más podré soportar?

La jornada continúa y Gabriela sigue trabajando, mientras trata de mantener la compostura frente a los clientes.

~

Gabriela camina por la calle, visiblemente cansada después de un largo día de trabajo. La luz de los faroles ilumina su camino mientras busca un hotel barato para pasar la noche.

Gabriela: (pensando) Hoy fue un día productivo. Trabajé doble turno y tuve bastante propina. Necesito encontrar un lugar donde quedarme esta noche.

Gabriela ve un pequeño hotel con un letrero que dice “Habitaciones”. Entra y se dirige a la recepción.

Recepcionista: (sonriendo) Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarla?

Gabriela: (con una sonrisa cansada) Buenas noches. Necesito una habitación para esta noche, algo económico, por favor.

Recepcionista: Claro, tenemos una habitación disponible. Son 20 dólares por noche.

Gabriela: (suspirando de alivio) Perfecto, la tomó.

Gabriela paga y recibe la llave de su habitación. Sube las escaleras y entra en una pequeña pero limpia habitación. Deja sus cosas y se sienta en la cama, sintiendo el peso del día.

Gabriela: (pensando) Mañana es mi día libre. Buscaré un sitio donde quedarme a largo plazo. No puedo seguir así.

Gabriela se acuesta en la cama, cerrando los ojos y dejando que el cansancio la venza. A pesar de las dificultades, se siente un poco más esperanzada por el futuro.

~~

La señora Julia y su hijo Edward están sentados a la mesa, disfrutando de la cena.

Señor Julia: (sonriendo) Hola, hijo. Llegaste temprano.

Edward: (con una sonrisa) Sí, quería cenar contigo.

Señora Julia: (contenta) Excelente, hijo. Qué bueno que te acuerdes de tu madre.

En ese momento, entra Beatriz para servir la cena. La señora Julia la mira con curiosidad.

Señora Julia: (preguntando) Beatriz, ¿y tu amiga? ¿Has sabido algo de ella?

Beatriz: (preocupada) No sé nada, señora. Me imagino que aún está en su trabajo.

Señora Julia: (con preocupación)¿Cuántas horas trabaja esa pobre niña? ¿Y dónde va a dormir?

Edward permanece en silencio, pero atento a la conversación. Finalmente, no puede contenerse más y se ofrece a ayudar.

Edward: (decidido) Si quieres, vamos a buscarla, Beatriz.

Las dos mujeres se quedan sorprendidas y lo miran fijamente. La señora Julia piensa: “Mi hijo está preocupado por Gabriela, ¿y eso por qué? Qué extraño.” Beatriz, por su parte, piensa: “¿Y a este qué le pasa?”

Beatriz: (recuperándose) déjeme llamarla y le aviso.

Beatriz se retira para hacer la llamada. La señora Julia, aprovechando que está sola con su hijo, le pregunta.

Señora Julia: (curiosa) ¿Y eso? ¿Por qué te preocupas por esa chica?

Edward: (suspirando) Mamá, por favor, ya sé lo que estás pensando. No estoy interesado en esa chica de la manera en que piensas. Solo que su situación es desesperante. Solo pensar que no tiene dónde dormir y se ve tan frágil…

La señora Julia asiente, comprendiendo la preocupación de su hijo, mientras ambos esperan a que Beatriz regrese con noticias de Gabriela.

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