El Último Acto en la Penumbra

Capítulo 7: El Último Acto en la Penumbra

La noche había llegado con una atmósfera cargada de tensión. La ciudad parecía estar en pausa, esperando el próximo movimiento en el juego macabro de Alejandro Salazar. La búsqueda de la policía se había intensificado, con Claudia Romero y el capitán Javier Martínez moviéndose entre pistas y posibles lugares de interés.

Laura Gutiérrez, aún inquieta por el frasco encontrado en su galería, estaba en contacto constante con la policía. La presencia del frasco había añadido un nuevo nivel de preocupación. El objeto, aunque no identificable de inmediato, parecía tener una importancia significativa. Mientras Claudia y Martínez revisaban las pruebas y preparaban un plan de acción, la policía había aumentado la vigilancia en la galería y los lugares que coincidían con la pista críptica.

La biblioteca antigua y la capilla desactivada estaban en la lista de lugares a investigar. Claudia decidió concentrarse en la biblioteca, un lugar que tenía la mezcla de luz y sombra descrita en la carta. Con el equipo en marcha, se dirigió al edificio, que estaba parcialmente cerrado al público en las horas nocturnas.

La biblioteca tenía un aire sombrío y desolado. Las grandes ventanas, que normalmente permitían la entrada de luz, estaban parcialmente cubiertas por cortinas raídas, creando áreas de oscuridad en el interior. Claudia y el equipo se movieron con cautela, explorando cada rincón en busca de cualquier señal de actividad reciente.

—Vamos a dividirnos en grupos —dijo Claudia—. Mantengamos la comunicación abierta y asegúrate de revisar cada área que pueda parecer sospechosa.

Mientras los equipos comenzaban su búsqueda, Alejandro estaba en el lugar que había elegido para su siguiente movimiento. La capilla desactivada, con su atmósfera lúgubre y sus rincones oscuros, ofrecía el escenario perfecto para sus planes. Alejandro se había infiltrado en el edificio durante el día, preparándolo para su siguiente acto.

En el interior de la capilla, Alejandro había dispuesto cuidadosamente una serie de objetos y símbolos que eran parte de su próxima escena del crimen. La capilla, con sus bancos vacíos y el altar en penumbra, ofrecía un ambiente perfecto para su propósito. Había colocado una serie de pistas falsas y elementos que estaban diseñados para confundir a la policía y desviar su atención.

En la biblioteca, Claudia y su equipo estaban avanzando lentamente, revisando los rincones oscuros y los estantes polvorientos. Mientras inspeccionaban una sección menos transitada, uno de los oficiales encontró algo extraño: un libro antiguo que parecía haber sido movido recientemente. El libro estaba colocado de manera que al abrirlo, revelaba un compartimiento oculto en la pared detrás de él.

—¡Aquí! —exclamó el oficial, mostrando el compartimiento.

Dentro, encontraron un conjunto de fotografías y notas que parecían estar relacionadas con el caso. Las notas contenían referencias a las víctimas y una serie de garabatos que parecían ser parte del plan de Alejandro. Era una pista importante que confirmaba que la biblioteca no era el objetivo final, sino que podría haber sido una distracción.

—Esto es una confirmación de que Alejandro está jugando con nosotros —dijo Claudia, mirando las notas—. La biblioteca era solo una distracción. Debemos centrarnos en la capilla.

En la capilla, Alejandro estaba ultimando los detalles de su próximo acto. La atmósfera estaba cargada de una sensación ominosa, y el silencio era casi palpable. Mientras preparaba la escena final, escuchó un sonido a lo lejos, el eco de pasos que se acercaban. La policía estaba cerca.

Alejandro se movió rápidamente para ocultarse en las sombras, esperando a que la policía entrara en el edificio. Su plan estaba a punto de llegar a su culminación, y la última pieza del rompecabezas estaba a punto de encajar.

Cuando Claudia y su equipo entraron en la capilla, la escena que encontraron era inquietante. Los objetos dispuestos en el altar y los símbolos en el suelo sugerían un acto ritual, una última pieza en el juego de Alejandro. La atmósfera era densa y cargada de una sensación de presagio.

—Estén alerta —ordenó Claudia—. Alejandro podría estar en cualquier lugar.

El equipo comenzó a revisar el área con más detalle, buscando cualquier signo del asesino. Mientras tanto, Alejandro, oculto en un rincón oscuro, observaba el progreso de la policía. Sabía que el tiempo estaba en su contra y que debía actuar rápido si quería completar su plan.

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