Capítulo 5

Como lo planeó la familia Sanna, una semana después fueron a Portugal, donde viven los padres de María. Allí pudieron disfrutar del final de las vacaciones de las niñas, Mariana pudo recuperarse bien e incluso distraerse un poco. Pero no todo es color de rosa, ¿verdad? Otto, María y Luiza tenían que volver a Italia y el día de la despedida fue doloroso para todos, especialmente para Maria Luiza. Mari incluso pensó en rendirse y volver a casa con sus padres y su hermana, pero decidió quedarse con sus abuelos. En los primeros cinco meses, Mariana incluso le envió mensajes a Murilo, pero como era de esperar, él realmente se alejó, no quiso contacto e ignoró sus mensajes. Así que Mari decidió olvidarse de él y seguir adelante con su vida. En la universidad conoció a César, se hicieron grandes amigos y un año después, comenzaron a tener algo más y formalizaron su relación, pero Mariana siempre le dejó claro quién era Murilo.

Como dije, no todo es color de rosa y lamentablemente, tres años después, falleció Antônio, el abuelo de Mariana. Para su sorpresa, los Rossi fueron al entierro, incluido Murilo. No cruzaron ni una sola palabra. Mari se dio cuenta de que a él no le había gustado César, solo a él no le había gustado, porque todos los demás en su familia quedaron encantados de conocer al chico. Los años fueron pasando y ahora solo quedaban ella y su abuela. Mari terminó su noviazgo con César, un noviazgo de casi 4 años, aunque separados, siguieron siendo amigos, la única diferencia era que ya no estaban involucrados como pareja. Después de graduarse, Mariana no quiso dejar a su abuela, así que decidió hacer dos años más de posgrado y luego, si todo salía bien, dos años de doctorado. Cuando terminó el posgrado y ya estaba haciendo el doctorado, Ruth, su abuela, lamentablemente también falleció. Mari tocó fondo, quiso dejarlo todo, pero algo la retenía en Portugal, el miedo a volver a Italia y reencontrarse con Murilo era tan grande, que acabó quedándose hasta terminar el doctorado.

Cuando Maria Luiza tenía 19 años, Mariana recibió la noticia de que su hermana estaba saliendo con Federico, parecía una locura, pero era verdad. Los dos estaban felices juntos, a pesar de la diferencia de 8 años de edad, se llevaban muy bien y, para mejorarlo, los padres de ambos lados aprobaron la relación. Con 21 años, Fred le pidió matrimonio a Luiza y ahora, con 22 años ella y 30 años él, se iban a casar.

A Mariana le quedaba un mes para graduarse y finalmente volver a casa. Pero, debido a la boda de su hermana, tendrá que volver antes. Sabía que debido a la boda, el ajetreo y el bullicio, seguramente se encontraría bastante con Murilo y ella no quería eso, así que después de reflexionar mucho, Mari decide ir a Italia solo el día de la boda y volver a la mañana siguiente, ¿la excusa? Sería el final de su doctorado, un trabajo que tendría que presentar para ser aprobado y que tendría que terminar, por un lado no estaría mintiendo, tendría el trabajo, solo que ya lo había terminado hacía unos días y solo faltaba presentarlo. Luiza odiaba saberlo, pero comprendía a su hermana, por un lado cuando volviera de la luna de miel, a Mariana solo le quedarían unas semanas para volver.

Después de 8 años sin pisar Italia, Mariana finalmente sale del jet privado de la familia y pisa suelo italiano. Mariana suspira, intentando ignorar lo que le espera, y corre a abrazar a su padre, que la espera junto al coche.

Mari: Papà...

Otto: ¡Cuánto te extrañaba, mi amor!

Mari: Yo también, papá.

Conversan un rato mientras esperan a que el chófer meta sus cosas en el coche y luego parten hacia un resort donde se celebrará la boda.

Mari: ¿Cómo está Luh?

Otto: Está más emocionada por tu llegada que por la boda misma, jajaja.

Mari: Me lo imagino, jajaja.

Mariana no veía a su familia desde la muerte de Ruth, hacía casi dos años. Todos los años iban a pasar las vacaciones con ella, pero este último año, Mari tuvo que hacer algunos viajes por sus estudios y al final no pudieron verse. Ya había pasado la hora de comer y a Mariana le da vergüenza cuando le suena el estómago.

Otto: ¿Tienes hambre?, jajaja.

Mari: ¡Mucha! Mamá dijo que iba a hacer mi plato favorito, así que no comí nada.

Otto: Vi la comida en la habitación donde se van a arreglar. ¿Te puedes creer que me dio un manotazo solo porque iba a coger un trocito de carne?

Otávio habla un poco ofendido, haciendo sonreír a Mariana. Al llegar al resort, Mari lleva su pequeña maleta a su habitación y luego sale a buscar a su madre y a su hermana. De camino pasa por la piscina y un hombre nadando llama su atención.

Mari: Qué bombón.

Lo mira un poco más y sale a buscar el spa donde estaban María y Luiza. Otávio le había dicho que estaba en el lado opuesto de las habitaciones y que para llegar tenía que pasar por la piscina. El hombre nadando en la piscina no sale de su mente, ese cuerpo musculoso ya le había dejado las bragas mojadas y eso que ni siquiera le había visto la cara.

Mari: Si de espaldas está bueno, imagínatelo de frente, seguro que es un dios griego, jajaja.

Mari sonríe y se dirige al spa. Pregunta a algunos empleados y pronto llega al spa que estaba reservado para ellas, de hecho, todo el resort estaba reservado para los Sanna, los Rossi y el resto de invitados. Mariana asoma solo la cabeza y llama a la puerta.

Mari: ¿Aquí está la novia más guapa del mundo?, jajaja.

Luiza: ¡Mana!

Maria Luiza, que se estaba peinando, salta de la silla y corre a abrazar a su hermana. Mariana la recibe con todo el amor del mundo, la echaba mucho de menos.

Luiza: Por fin has llegado.

María: Hija...

María se acerca a sus hijas con los brazos abiertos y las abraza a las dos a la vez. Los empleados y algunas damas de honor presentes observan la escena. Cíntia, que también estaba presente, deja que María y Luiza se sacien un poco de Mariana y luego se acerca a ella también.

Cintia: Mari, cuánto tiempo sin verte... Qué guapa estás, niña.

Mari: La señora también está estupenda. Y yo también la echaba mucho de menos, señora.

Luiza: Mari, déjame presentarte a las demás damas de honor. Chicas, esta es la dama de honor que faltaba, que también es mi hermana Mariana.

Mariana saluda amablemente a cada una de ellas y todas charlan mientras se preparan para el gran día de Maria Luiza y Federico.

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