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*ABRIL

Hola, me presento. Soy Abril González, soy una médica neurocirujana de 24 años. Relataré un poco más de mi historia para que puedan conocerme mejor.

Desde los 9 años, experimenté un dolor que no le desearía a nadie. Yo tengo un hermano de 20 años que se llama Jonathan, y mi madre, que se llama Sara Martínez.

Bueno, les contaré un poco más de lo que pasó. Yo era una niña, íbamos por una carretera en el auto con mi padre, mi madre y mi hermano Jonathan. Era un paseo en familia, como cada domingo hacíamos. Ya luego de retornar a casa, era como las 10 de la noche. Mi padre iba manejando en una carretera oscura, sin señalización. Dentro del vehículo, íbamos cantando, yo y mi hermano. Mi padre trató de frenar el vehículo, pero los frenos fallaron. Aparecieron dos luces blancas frente a nosotros, y luego de eso, lo único que yo logré escuchar fue un sonido fuerte antes de caer desmayada.

Luego me desperté, y las luces blancas del lugar me hicieron volver a querer cerrar los ojos. Un fuerte dolor de cabeza que no entendía... ¿Qué estaba pasando? Estaba en un hospital. Mi madre estaba al lado mío, con la mano vendada. Le pregunté qué pasó. Ella solo me miró en estado de shock, y me dio un abarzo fuerte nada más, lo que me hizo llorar con solo 9 años. Supe que algo pasó esa noche.

Esa noche, mi padre fue la persona que se llevó la peor parte. Los médicos nos llevaron donde estaba él, en terapia intensiva. El doctor que lo atendió nos dijo que tuvo una contusión cerebral y que tendría que someterse a una cirugía de inmediato. Mi madre, aún con los ojos humedecidos, dio su consentimiento para que lo sometieran a la cirugía, que tal vez no iba a salir de ahí.

Luego de eso, ya en la sala, esperando con mi madre, nos informaron que mi padre no soportó la cirugía y que había fallecido. El médico nos dijo que tuvo una muerte cerebral, que él era un perfecto voluntario para donación de órganos. Pude notar en el tono del doctor un desprecio y arrogancia que no entendía. El doctor que operó a mi padre... Mi madre, aún con su dolor, y yo, estando en estado de shock, sin entender cómo es que un paseo familiar en ese mismo día resultaría en un sepelio...

Pero aún así, con la mente nublada y el corazón dolido, mi madre aceptó que mi padre pudo salvar a tres personas. La vida de un ser querido pudo salvar tres vidas más.

Luego de eso, volvimos a casa, mi madre, mi hermano Jonathan... Solo quedó con una fractura en la pierna, que se tuvo que quedar internado en el hospital. Él solo tenía 5 años. La muerte de mi padre le dolió igual.

Desde esa noche, algo pasó. Tuve una duda... ¿Qué pasó en esa sala de cirugía?

Una niña tuvo que cargar con un dolor y una duda a temprana edad.

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