Después de oficializar su relación, Da-Hye y Seo-Joon se encontraron en una nueva fase, donde cada día parecía estar lleno de promesas y posibilidades. La noticia de que eran pareja no tardó en extenderse por toda la escuela, y aunque algunos compañeros los miraban con curiosidad, ellos estaban demasiado felices para preocuparse por los rumores.
La química entre ellos había crecido exponencialmente, y su relación se había vuelto más profunda y significativa. Se pasaban horas conversando sobre sus sueños, sus miedos, y todo lo que no habían compartido con nadie más. Se habían convertido en el refugio del otro, un lugar seguro en medio de las presiones de su último año de secundaria.
Una tarde, después de clases, Seo-Joon sugirió hacer algo diferente. "Hoy no quiero que vayamos a la biblioteca o al parque. Quiero que vayamos a un lugar especial," dijo, tomando la mano de Da-Hye con una sonrisa enigmática.
Da-Hye, intrigada, asintió con entusiasmo. "¿A dónde vamos?"
"Es una sorpresa," respondió Seo-Joon, guiándola hacia su bicicleta. La tarde estaba clara y el sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando todo con una luz dorada.
Seo-Joon la llevó por un camino que ella no había recorrido antes, hacia las afueras de la ciudad. Pedaleó con seguridad y confianza, mientras Da-Hye se aferraba a su cintura, sintiendo la brisa en su rostro y el latido constante del corazón de Seo-Joon bajo sus manos. Había algo mágico en esa tarde, algo que hacía que Da-Hye se sintiera completamente viva y conectada con el mundo.
Finalmente, llegaron a su destino: una colina con una vista panorámica de la ciudad. Desde allí, podían ver el vasto cielo que se extendía sobre ellos, con los primeros indicios de las estrellas apareciendo en el firmamento. Seo-Joon detuvo la bicicleta y se bajó, extendiendo una mano para ayudar a Da-Hye a bajar también.
"Este es mi lugar favorito," dijo Seo-Joon mientras se sentaban en la hierba, mirando la vista ante ellos. "Vengo aquí cuando necesito pensar, o cuando necesito recordar que hay un mundo más allá de nuestras preocupaciones diarias."
Da-Hye estaba asombrada. No solo por la vista, sino por el hecho de que Seo-Joon había compartido algo tan personal con ella. "Es hermoso," susurró, recostándose en la hierba junto a él. "Gracias por traerme aquí."
Seo-Joon se giró hacia ella, sus ojos brillando con ternura. "Quería que lo vieras porque… significa mucho para mí. Y ahora, compartirlo contigo lo hace aún más especial."
Por un momento, se quedaron en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro. El cielo se oscureció lentamente, y las estrellas comenzaron a brillar con más intensidad. Da-Hye sintió una paz profunda, como si todo en su vida estuviera en perfecto equilibrio.
"Seo-Joon," comenzó a decir, rompiendo el silencio con suavidad. "Gracias por estar conmigo. No solo hoy, sino en todo momento. Siento que… desde que estamos juntos, he aprendido tanto sobre mí misma y sobre lo que realmente importa."
Seo-Joon sonrió y tomó su mano. "Yo debería ser el que te agradezca, Da-Hye. Antes de conocerte, no sabía lo que era realmente estar conectado con alguien. Pensé que el amor era algo superficial, pero tú me mostraste que es mucho más profundo que eso."
Sus palabras resonaron en Da-Hye, quien sintió un calor en su pecho. Estar con Seo-Joon era como descubrir un nuevo mundo, uno donde el amor era tangible y real, y donde cada día traía una nueva razón para sonreír.
De repente, Seo-Joon se inclinó hacia ella y, con una delicadeza que solo él podía tener, la besó. El beso fue suave, pero cargado de emociones. Era un beso que prometía más, que hablaba de un futuro juntos y de todos los momentos que aún les quedaban por vivir. Da-Hye sintió que todo a su alrededor se desvanecía, dejándolos a ellos dos como los únicos habitantes de ese pequeño rincón del universo.
Cuando el beso terminó, ambos se quedaron allí, bajo el cielo estrellado, sin decir nada. No necesitaban palabras para expresar lo que sentían; el silencio era suficiente.
Finalmente, Seo-Joon rompió el silencio. "Da-Hye, no sé qué nos deparará el futuro, pero hay algo que sí sé: quiero que estés a mi lado, pase lo que pase."
Da-Hye sonrió, su corazón lleno de amor. "Yo también quiero lo mismo, Seo-Joon. No sé dónde nos llevará la vida, pero mientras estemos juntos, sé que podremos superar cualquier cosa."
Se quedaron allí, en la cima de la colina, hasta que el frío de la noche comenzó a envolverlos. De regreso a la ciudad, Da-Hye se acurrucó más cerca de Seo-Joon en la bicicleta, sintiendo que el lazo entre ellos se había fortalecido aún más.
Esa noche, al despedirse frente a su casa, Da-Hye lo besó de nuevo, un beso lleno de promesas y sueños compartidos. "Te veré mañana," susurró, sabiendo que ese "mañana" no solo significaba el siguiente día, sino todos los días que vendrían.
"Te veré mañana," respondió Seo-Joon, sonriendo mientras se alejaba, sabiendo que su relación estaba destinada a crecer y a superar cualquier obstáculo.
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