Las semanas pasaron rápidamente, y Da-Hye comenzó a encontrar un equilibrio inesperado en su vida. Aunque seguía dedicando la mayor parte de su tiempo a estudiar, también se permitía pequeños momentos de escape. Cada fin de semana, regresaba al parque para unirse al grupo de jóvenes artistas. No era necesario ser una experta en pintura, ni siquiera tener talento, solo disfrutar del proceso. Estos encuentros se convirtieron en su refugio, un espacio donde podía desconectar de las presiones académicas y simplemente ser ella misma.
Mientras tanto, en la escuela, la relación entre Da-Hye y Seo-Joon seguía evolucionando. La tensión que había marcado su interacción en los primeros días del curso se había disipado, reemplazada por una amistad que se fortalecía cada día. Seo-Joon, con su manera relajada de ver la vida, se había convertido en una influencia positiva para Da-Hye, ayudándola a ver las cosas desde nuevas perspectivas. Por su parte, Seo-Joon también parecía beneficiarse de la determinación y disciplina de Da-Hye, encontrando en ella una compañera que lo motivaba a esforzarse más.
Un día, después de clases, Seo-Joon se acercó a Da-Hye con una propuesta que la tomó por sorpresa. "¿Qué te parece si vamos a un café? Conozco un lugar tranquilo donde podemos hablar y relajarnos un rato."
Da-Hye, que generalmente prefería regresar a casa después de la escuela para estudiar, vaciló por un momento. Pero luego recordó sus intentos recientes de encontrar un equilibrio en su vida y aceptó la invitación. "Está bien," dijo, esbozando una sonrisa. "Vamos."
El café al que Seo-Joon la llevó era pequeño y acogedor, con paredes decoradas con obras de arte locales y un ambiente relajado que contrastaba con la ajetreada vida de la ciudad. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver la calle bulliciosa mientras disfrutaban de sus bebidas.
"Siempre he venido a este lugar cuando necesito pensar," comentó Seo-Joon, mientras tomaba un sorbo de su café. "Me ayuda a desconectar un poco."
Da-Hye asintió, comprendiendo exactamente a qué se refería. "Es un lugar agradable," admitió. "Nunca había pensado en salir después de clases para hacer algo así. Generalmente, solo voy a casa y estudio."
"Y eso es bueno, pero a veces necesitas un respiro," respondió Seo-Joon. "No puedes quemarte todo el tiempo, Da-Hye. Si lo haces, terminarás agotada antes de que te des cuenta."
Da-Hye lo observó por un momento, reconociendo la sabiduría en sus palabras. Aunque siempre había pensado que el esfuerzo constante era la clave del éxito, empezaba a darse cuenta de que había otra manera de abordar la vida. Una manera que incluía tiempo para el descanso, la reflexión y el disfrute.
Mientras conversaban, Seo-Joon le habló sobre su amor por la música. "¿Sabías que toco la guitarra?" preguntó, levantando una ceja con una sonrisa.
Da-Hye se sorprendió. "No, no lo sabía. ¿Cuánto tiempo llevas tocando?"
"Desde que era niño," respondió Seo-Joon, con un brillo de orgullo en sus ojos. "Es algo que siempre me ha apasionado. No soy un virtuoso ni nada por el estilo, pero me gusta tocar y componer. Es mi manera de expresar lo que siento."
Da-Hye lo miró con renovado interés. Cada vez descubría más facetas de Seo-Joon que la sorprendían y la fascinaban. "¿Y has pensado en hacer algo más con la música? Quiero decir, además de tocar para ti mismo."
Seo-Joon se encogió de hombros. "A veces pienso en formar una banda o tocar en vivo, pero no estoy seguro. Por ahora, lo hago porque me gusta. No sé si quiero convertirlo en algo más."
La conversación fluyó con facilidad, y por primera vez, Da-Hye se sintió completamente relajada en compañía de Seo-Joon. No había competencia, ni presión. Solo dos amigos compartiendo sus pensamientos y sueños. Mientras las horas pasaban, Da-Hye se dio cuenta de que disfrutaba más de estos momentos que de cualquier otra cosa que hubiera experimentado en mucho tiempo.
Al salir del café, el sol comenzaba a ponerse, y la ciudad se iluminaba con las luces de la noche. Seo-Joon y Da-Hye caminaron juntos, en silencio por un rato, disfrutando de la tranquilidad del momento. Finalmente, Seo-Joon rompió el silencio.
"Da-Hye, me alegra que hayamos podido ser amigos," dijo, con una sinceridad que conmovió a Da-Hye. "Al principio, pensé que solo seríamos rivales, pero ahora veo que tenemos mucho que aprender el uno del otro."
Da-Hye sonrió. "Yo también me alegro, Seo-Joon. Has cambiado la manera en que veo muchas cosas, y creo que estoy empezando a entender mejor lo que quiero en la vida."
Seo-Joon la miró con una expresión suave, casi protectora. "Eso es lo que los amigos hacen, ¿no? Nos ayudamos a encontrar nuestro camino."
Esa noche, cuando Da-Hye regresó a casa, no pudo evitar sentir que algo en ella había cambiado. Se sentía más ligera, menos preocupada por los pequeños detalles que solían consumirla. Seo-Joon había traído una nueva perspectiva a su vida, una que le permitía ver más allá de las expectativas y las presiones, y comenzar a disfrutar de las pequeñas cosas que antes pasaba por alto.
Antes de dormir, Da-Hye tomó su cuaderno y comenzó a escribir. Pero esta vez, no eran apuntes de estudio ni listas de tareas. Escribió sobre sus pensamientos, sus sueños, y lo que realmente quería para su futuro. Y mientras lo hacía, se dio cuenta de que estaba empezando un nuevo capítulo en su vida, uno en el que el equilibrio y el disfrute tenían un lugar tan importante como el éxito académico.
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