Primera salida juntos.

Después de almorzar en el lujoso restaurante donde se encontraron con Leandro, su esposa y las dos amigas de ella, Fran llevó a Anabel a conocer la mansión que en principio debería ser su hogar.

Era más pequeña que la mansión familiar donde viven ahora, pero mucho más bonita. A Anabel le hubiera encantado vivir allí, era perfecta y hasta la energía era distinta. Lejos de su madre, Fran volvía a ser ese hombre cariñoso y atento.

Fran - Cariño, esta es tu casa, aquí puedes hacer o deshacer a tu antojo. Yo tenía decidido hacer unos cambios en algunas habitaciones, pero quería que seas tú la que elija los colores y diseños.

Así se quedaron mirando ideas y Anabel escogió el color de las paredes del dormitorio principal y del enorme salón. Fran estaba sorprendido con el buen gusto de su mujer, ahora entendía por qué la gente parecía admirarla tanto. Lo pudo comprobar en la boda y también en el restaurante, su esposa siempre se robaba toda la atención de los presentes sin ningún esfuerzo, sin ni siquiera decir nada original o interesante, era una cualidad innata de su persona .

Esta faceta suya le encantaba y le aterraba a partes iguales, se sentía orgulloso de ella, pero al mismo tiempo le asustaba que si seguía ganando importancia , él le pudiera parecer poca cosa y dejara de idolatrarlo como lo lleva haciendo desde que se conocieron.

Esa noche la pasaron allí y después de casi tres meses pudieron disfrutar de un tiempo de calidad juntos. En la otra mansión Anabel se sentía cohibida en todos los sentidos, incluso en el terreno sexual, puesto que temía hacer ruido y que fueran oídos por alguien.

Por la mañana se levantaron muy temprano para volver con la familia. Allí estaban a punto de desayunar . María tenía muy mala cara , se veía molesta - ¿Se puede saber dónde estabais y por qué habéis pasado la noche fuera de casa?

Fran - No me puedo creer que me estés regañando, te recuerdo que no soy un niño Además te dejé un mensaje porque la que no estaba en casa cuando salimos eras tú.

Maria - No me cambies de tema.

Fran - Salimos a dar un paseo, fuimos a nuestra mansión y nos quedamos a pasar allí la noche, eso es todo.

María-¿Y cómo sacas a tu mujer de esta casa sin que yo de mi aprobación? Sabes que no está capacitada ni para vestirse correctamente.

Fran - Pues creo que te equivocas, lo mismo dijo ayer Valeria, pero lo cierto es que Anabel tiene admiradoras que no han parado de elogiar su estilo.

Maria- No me hagas reír, sois tal para cual, el tonto y la inculta. No sabes apreciar el sarcasmo, no la elogiaban, se reían de vosotros en toda vuestra cara.

Fran apretó los puños, no deseaba seguir discutiendo con su madre tan temprano. Acabó su café y se fue a encerrarse en su despacho, tenía trabajo pendiente.

María - ¿Fue idea tuya lo de salir?

Anabel - No, fue una sorpresa, yo no me lo esperaba.

Valeria — ¿A quien visteis? Mira que os avisé de que no quiero salir salpicada por nada que tenga que ver contigo.

Anabel- Nos encontramos con gente muy agradable. Un matrimonio joven y dos amigas de la mujer

María - Quiero nombres

Anabel - Leandro y Nerea, creo que él se apellida Carmona.

Las dos se llevaron las manos a la boca.

María - Menudo inconsciente es mi hijo, jamás debió permitir que te sentaras con ellos en la misma mesa, seguro que notaron que eres una analfabeta, sin clase ni saber estar. Nerea te despellejará viva en su canal y todos sabrán que nuestra nuera es un fiasco.

Anabel solo agachó la cabeza, según su propia percepción creyó caerles muy bien y fue agradable estar con ellos, en ningún momento notó que fingieran o se estuvieran riendo de ella o de su esposo, como insinuó su suegra.

De nuevo esa montaña rusa de emociones, de estar en lo más alto de la felicidad, a bajar en picado hasta el abismo de la tristeza. De sentirse una esposa amada y valorada a volver a ser una completa inútil incapaz de hacer nada bien.

El asistente de Fran llegó con unas carpetas para dárselas. Fran salió del despacho en ese momento así que tomo las carpetas y las dejó sobre la enorme mesa del salón comedor , mientras le daba instrucciones al hombre .

Su madre vio el logo de una prestigiosa marca de diseño de interiorismo en la carpeta. Esperó impaciente a que se fuera el asistente de su hijo.

María - ¿Tienes pensado renovar algún espacio?

Fran - Ayer pensamos en cambiar algunas cosas en nuestra mansión, he solicitado ideas y como siempre son rápidos y profesionales.

María - Pero tú nunca te has ocupado de estas cosas.

Fran - Ya, pero esta vez es diferente, esa mansión será nuestro futuro hogar y quiero que Anabel lo decore a su gusto.

María- Menuda locura, Anabel no tiene idea de nada, es solo una campesina. Los temas estéticos y de estilo dejámelos a mí. Seguro que ella lo agradece ¿verdad mi niña?

Anabel asintió ¿ Qué más podía hacer ?

Ni aunque quisiera podría contradecir a su suegra. La mujer tomó los diseños y un bolígrafo y comenzó a hacer anotaciones - Ya está, lo quiero acabado en cuanto antes.

Ni siquiera se dignó a enseñarle los cambios a Anabel, era como si no existiera en absoluto.

Él siguió trabajando el resto del día, tenía un proyecto muy importante entre manos. María se fue a un club donde se reúnen los de su círculo y Valeria esperaba a unas amigas, no sin antes decirle a su cuñada que no se le ocurriera dejarse ver por ellas.

Anabel acabó como siempre, sola y desocupada, en la cocina con Matilde. Con ella se sentía a gusto, era la única con la que podía hablar, incluso las criadas se reían de ella y de su acento.

Al día siguiente despertaron con una sorpresa que sacudió a María y a Valeria.

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