Tres años después...
Capítulo 4
Tercer aniversario y divorcio
Hoy me arreglo para él, intentando llamar, aunque sea por unos minutos, su atención. Mientras prepara su plato favorito y el postre, acomodo la mesa con flores, velas y música suave. Nunca, desde que nos casamos, me rendido. He buscó mil y una formas de hablar con él, de explicarle, de contarle la verdad: quién soy, de dónde vengo y quiénes eran mis padres. Pero jamás me dio la oportunidad.
El primer año me dejó sola. Derek se fue a Dallas a terminar su maestría, y yo ocupé mi tiempo creando mis primeras empresas aquí. El segundo año juntos —por así decirlo—, mi esposo pasaba la mitad del tiempo trabajando en su empresa y la otra mitad quedándose en la casa de sus padres. Cuando la gente comenzó a notar que en mis inauguraciones siempre estaba sola, o acompañada solo por Emilie y su esposo, Derek se mudó a casa para mantener las apariencias. Aun así, su madre siempre lograba sacarlo de los muros de nuestro hogar.
Volvía, en ocasiones, y cuando no se iba, se quedaba encerrado en su despacho o en su habitación, bajo llave. Pedía comida, se aislaba. Nunca, jamás, me dio la oportunidad de explicarme. No le importaba cuánto llorara o suplicara: la puerta siempre se cerraba violentamente en mi cara.
Como dije, hoy es nuestro tercer aniversario. Y sé que su madre tiene algo planeado, como siempre, justo en nuestro día especial. Solo para dejarme sola. Para hacerme sentir miserable.
Pero esta es la última noche. Hoy se define todo: si me escucha o si terminamos nuestro matrimonio definitivamente. Su secretaria me confirmó que no tiene reuniones pendientes, así que asumí que vendría a casa.
Me puse un vestido color crema, tacones, reconocí mi cabello y me maquillé para él. La cena está lista y miro el reloj en la pared...
Ya es hora. La puerta se abre, mi esposo entra y deja las llaves sobre la mesita del recibidor. Pasa de largo, sin siquiera mirarme ni notar lo que he hecho por él durante todo el día.
—Hola, cariño. Prepara tu comida favorita y...
—No cenaré contigo. No lo hice antes, mucho menos lo haré hoy, Samantha. —Camina hacia la escalera y me deja sola en el comedor, con las velas derritiéndose.
Minutos después, baja ya duchado y con otra ropa. Su perfume —ese aroma delicioso que aún me debilita— me golpea cuando pasa junto a mí de nuevo, pero lo tomo del brazo para que se detenga.
—Es nuestro tercer aniversario, Derek. ¿Cuándo me dejarás explicarte lo que pasó ese día?
Se zafa de mi agarre con un tirón brusco, como si mi tacto le repugnara. Saca tu móvil del bolsillo del pantalón y teclea rápidamente. Segundos después, una notificación llega a mí.
—Feliz aniversario, esposa. —Lo dice con un desprecio que me hiere más de lo que quiero admitir.
Miró el celular. Trescientos mil dólares depositados en mi cuenta.
—¿Por qué me das dinero que no necesito, Derek?
Toma las llaves y se dispone a irse —Dios sabe adónde—, sin mirarme.
—No es por ese dinero que te casaste conmigo? Tomalo. Cómprate algo bonito… o ingredientes para tus estúpidos postres.
Se va, dejándome con un nudo en la garganta. Mis lágrimas caen sin control. Me resigno: lo perdí el mismo día que me casé con él, y mañana todo terminará definitivamente.
Me cansé de luchar por el amor de un hombre que no me ama. Me cansé de arrastrar mi dignidad para que Derek la pisoteara como si no valiera nada.
Apago las velas y subo a mi alcoba. Me quité el vestido y los zapatos, y me meto en la cama… sola, por última vez.
Derek llega en horas de la madrugada ebrio colandose en mi habitación, y por primera vez en años, comparte la cama conmigo. Sé que no está bien, pero lo necesito tanto que me dejo llevar, aunque soy consciente de que será la última vez que estará en los brazos del único hombre que he amado con toda mi alma.
—Te deseo tanto, Samantha. Desde el día que nos casamos, no he estado con ninguna otra mujer porque ninguna de ellas es como tú. ¿Por qué me mentiste así? —susurra Derek entre besos y caricias que me derriten, pero sus palabras me hieren. No quiero escuchar más. Esta será nuestra última vez juntos y prefiero ignorar el dolor que sus palabras traen consigo. Tendré tiempo para sanar mi corazón más adelante.
Desprendemos nuestras prendas con una urgencia que solo la desesperación puede provocar, y cada prenda caída al suelo parece un símbolo de lo que estamos perdiendo. Mi cuerpo responde a su toque, recordando cada caricia y beso de tiempos pasados, cuando nos entregábamos el uno al otro con amor y ternura.
—Te amaré por siempre, Derek. No recordarás esto mañana, pero siempre serás el hombre que ha sido mi mundo, todo lo que me importa —le confieso con el corazón en la mano.
Mientras nuestros cuerpos se encuentran en una sincronía dolorosa y perfecta, me dejo llevar por la pasión que aún queda entre nosotros, a pesar del dolor que me atraviesa. Derek parece estar tan inmerso en el acto como yo, sin responder a mis palabras, como si estuviéramos simplemente tratando de cerrar el capítulo de nuestro matrimonio arruinado.
Nos acercamos al clímax, y un último beso se posa sobre sus labios. Mis lágrimas se deslizan sin control, mezclándose con la intensidad del momento. La sensación de culminación es agridulce, un contraste entre la plenitud física y el vacío emocional que me consume.
—También te amo, Samy, pero no puedo, lo siento mucho. —dice Derek con una mezcla de pesar y resignación. Y mientras ambos llegamos al final de nuestro último encuentro íntimo como pareja, sus palabras resuenan en mi mente como un eco doloroso, marcando el fin de una etapa que nunca esperé que terminara de esta manera.
La habitación se llena de un silencio abrumador una vez que todo ha terminado, y me siento sola en una cama que ahora parece demasiado grande. Las lágrimas continúan fluyendo, un reflejo de la tristeza y la desesperanza que inunda mi corazón. Aunque estoy en sus brazos, el calor de su cuerpo es efímero, y el abrazo que alguna vez me ofreció seguridad ahora solo me deja con un vacío inmenso.
El momento de despedida se siente como una última traición, una despedida en la que lo único que queda es la tristeza de un amor que no pudo contra su madre y sus malditos engaños e intervenciones. Con cada latido, el dolor se hace más profundo, pero también lo hace la aceptación de que este es el final inevitable.
—Me ire por la tarde, Derek. pero antes, te devolveré la libertad que siempre quiste, ya tengo los papeles de divorcio listos. Te amo, mi amor, pero creo que merezco más que odios de parte de tu familia y tus rechazos. Dices que me amas pero no me das una oportunidad, en tres años nunca me las diste.
—No podia elegirte, lo perderia todo si lo hago, mi amor. Es lo mejor para los dos, merecemos algo mejor que esto. — Su voz suena más clara ahora, como si tuviera control de sus actos, pero cuando pensé que se iría, me abraza por la espalda y deja un beso en mi hombro.
Su respiracion tranquila me dice que ya se ha dormido. No he podido pegar un ojo desde que Derek llegó, anhelando disfrutar de estos momentos de cercanía antes de que despierte y me arrebate la tranquilidad con sus gritos tras una borrachera. Sin embargo, le doy un último beso en los labios, le susurro cuánto lo amo y acomodo con ternura su cabello rubio antes de salir en silencio de la alcoba para no despertarlo.
Me dirijo al cuarto de invitados cuando amanece y me doy una ducha larga, intentando lavar la tristeza que se ha acumulado en mi corazón. Son las siete de la mañana cuando llamo a Thomas Davis, mi abogado desde la muerte de mi padre. Le pido que venga para que me represente en el proceso de divorcio. Solo es cuestión de horas para poner fin a este matrimonio al que me aferre con uñas y dientes en vano, perdiendo tres años de mi vida con alguien que ha demostrado día tras día que no le importo en lo más mínimo y que nunca me puso por delante de todo.
Mientras Derek sigue durmiendo, empaco algunas pertenencias de valor sentimental para mi y las bajo, preparándome para marcharme en cuanto llegue el momento.
A las once de la mañana, Thomas llega y lo invita al comedor para beber una taza de café en lo que se demora Derek en bajar a desayunar y como no es sorpresa, su madre entra como si fuera la dueña de casa por la puerta principal con una sonrisa en el rostro y su abogada caminando detrás de ella.
—Se te acabaron tus tres años, perra interesada. ¿Dónde está mi hijo?
Asiento, es verdad, ya no tendré que soportarla y Thomas alza una ceja por la forma en la que la mujer se dirige a mí.
—Arriba, durmiendo en mi habitación ya que llegó ebrio y me vi obligado a dormir en la habitación de huéspedes.
—Al menos tuviste la decencia de dejarlo descansar lejos de tus tentáculos interesados. — la cara de asco y odio que me expresa no son nada nuevo para mi desde que me caso con su adorado hijo.
Sube la escalera yendo por su hijo y la mujer que conozco como la abogada de los Johnson se queda de pie claramente incomoda por la situación. Le ofrezco asiento y una taza de café.
—No sé si me recuerdas, pero fui quien redactó las capitulaciones previas a su boda a pedido de la familia Johnson. —Saca de su elegante maletín de cuero una carpeta y los documentos que yo también tengo por parte de mi abogado, quien se mantiene serio y en silencio estudiando todo desde que las mujeres llegaron. — De acuerdo a lo pactado te corresponde una buena
parte de la fortuna Johnson y…
—No quiero nada que provenga de esta familia, hablaremos cuando Derek baje y firme mis documentos, los tuyos no me interesan.
Margaret tarda en bajar con su hijo y los minutos pasan incomodando a los abogados. Derek casi una hora después, baja las escaleras recién bañado y con resaca junto a su madre que no borra la sonrisa de su operado rostro.
-Bien. No sé quién sea este, —Señala la mujer sin nada de modales a Thomas. — pero nuestra abogada y yo tenemos los documentos listos para el divorcio. ¡Haremos una gran fiesta después de esto, maldita! Te llevaras varios millones, pero que dejes a mi hijo en paz vale cada maldito centavo.
Derek no dice nada y se sienta en la mesa mirando al hombre a mi lado quien saca la copia de los documentos que ha redactado para mí y que leí ayer cuando llegaron a mi correo.
Me río internamente para no llorar y escucho a la abogada que me lee sus documentos, mientras que Derek tiene la mirada perdida y yo el corazón roto. Le extiende los documentos a mi esposo que firma ensartándome una nueva puñalada y cuando es mi turno de firmar rompo los papeles alterando a mi suegra y sorprendiendo a la abogada.
¡Que se meta sus diez millones por donde más le guste! no necesito nada de esta vieja pretenciosa, sin modales ni educación. Si mi padre la hubiera conocido antes de morir, de seguro me deseaba terminar en una familia de linaje tan bajo y poco distinguido.
Margaret enloquece, se levanta de su asiento de un salto y como hace tres años, vuelve a abofetearme, solo que esta vez su hijo no dice nada, hasta creo que ni se percata de lo que está pasando.
—¡Cómo te atreves a romper los documentos! ¿Es que acaso quieres más dinero? —Me froto la mejilla mirando a los ojos verdes de Derek, que han sido mi luz desde que los vi por primera vez. — Volveremos a hacer la demanda porque en la vida de mi hijo no eres nada más que una cualquiera que va detrás de la fortuna de mi familia.
Fortuna dice la señora con olor a ganado.
Derek toma el brazo de su madre y la obliga a sentarse cuando ve que está a punto de volver a golpearme y sacudir la cabeza pidiéndole a mi abogado con ojos suplicantes que intervenga.
—Si ya termino con el drama, señora Jonhson — Mi abogado se pone de pie, estupefacto aún por el comportamiento de mi suegra. — Mi cliente esperaba esto desde hace meses y previendo la maniobra de usted, me convocó para que la represente este día, acertando afortunadamente con sus sospechas. Ya que usted llegó con su abogada, sin avisarle y con documentos que a mi cliente no le interesan. —ahora mira y se dirige a mi esposo cual cuacaracha. — La pregunta es, señor Johnson. — ¿Quién está casado con mi cliente, usted, o su madre?
No dice nada y sus mejillas se tiñen de rojo carmesí.
—No se moleste en responder lo obvio, lea los documentos y que los firmes de una vez para que mi cliente pueda largarse de aquí y no volver nunca más. —Dice molesto.
Mi esposo asiente y comienza con la lectura de los documentos.
—Nos encontramos aquí para formalizar legalmente el divorcio entre la señora Samantha Moore Williams y el señor Derek Johnson Price, quienes han decidido poner fin a su matrimonio de tres años. En los términos acordados, mi cliente, la señora Moore Williams ha renunciado voluntariamente a cualquier compensación económica ya la división de las propiedades y bienes económicos.
Mi abogado hace una pausa dejando que sus palabras calaran en el silencio del comedor, helando a la mujer que me ha despreciado desde hace años y sorprendiendo a mi esposo, quien frunce el ceño.
Mi abogado continúa con la lectura.
— El acuerdo que les presenta mi cliente, establece que la señora Moore Williams, no recibirá la suma de dinero pactada originalmente, ni reclamará derechos sobre las propiedades compartidas durante el matrimonio, ni está interesada en las ganancias de su esposo, ya que no ha usado ni un dólar de la fortuna Johnson desde que contrajeron nupcias, ni un solo dólar del patrimonio de su esposo, manteniéndose a si misma con los ingresos de las sucursales a nombre de mi cliente, en New York, Dallas, Austin, Nueva Orleans y Chicago. Las cuales cede voluntariamente a su ex esposo para que su fortuna se crezca aún más.
Sonrió tristemente, si Margaret supiera cuánto dinero tengo, me rogaría de rodillas que no abandonara a su hijo. Ese es uno de los motivos por los cuales no dije la verdad sobre mi identidad y no les hable sobre mi familia.
—Si ambas partes están de acuerdo con lo aquí expresado pueden proceder a las firmas pertinentes y dar como concluida la demanda de divorcio por la señora Moore al señor Johnson. ¿Lo están?
Asiento afirmando y el se niega.
—Firma los documentos, es su problema si quiere quedar en la miseria por orgullosa. —Exige Margaret a su hijo. — ¡Que firmes los malditos documentos, Derek!
Grita como una primitiva, quitándose el último trozo de etiqueta que tanto aparente tener. Suelto una sonrisita desganada y plasmo mi firma en cada línea punteada con mi nombre y se los extiendo a Derek para que los firme.
—No entiendo por qué lo haces, no voy a dejarte sin nada Samantha, si no tomaste dinero de nuestra cuenta en común no es justo que no te lleves nada. — niega con la cabeza.
—Firma los documentos, a no ser que quieras que sea tu esposa por más tiempo. — Le digo esperanzada una vez más.
Duda y la cara de odio de su madre en mí y en él, lo obliga a firmar. Me quito los anillos de compromiso y boda que llevé con amor en mi dedo por tres años y envió el mensaje que estaba escribiendo a mi personal. No me despido, solo tomo lo que recogi y salgo con mi abogado.
Salgo de la propiedad echando el último vistazo a mi ex casa sintiendo la punzada de dolor en mi pecho. Mi abogado me ayuda con mi equipaje y segundos después Derek sale de la casa con un cheque en la mano.
—No puedes quedarte sin nada, trabajaste duro para conseguir tus pastelerías y no me corresponde…
—¡Déjala sin nada! Se lo merece por Interesada y trepadora al engatusarte para quitarte lo que es nuestro. — Se vuelve a entrometer en nuestra conversación la mujer que detesto y le quita el cheque a su hijo de la mano. —¡Que se largue de una vez!
El sol abrazador del medio día, daña mi piel y cuando estoy por darme vuelta para esperar mi transporte, Derek me toma de la mano y saca de su bolsillo otro cheque.
—Acéptalo, por favor.
Deja en mis manos el papel con la suma escrita en veinte millones de dólares e ignora los insultos que su madre me lanza.
Rompo el cheque y le tiro los pedazos de papel en la cara a Margaret Johnson.
—Nunca me casé contigo por dinero, Derek. ¿Acaso no lo entiendes? —Suelto lagrimas que no quería y en eso llegan tres camionetas negras blindadas a la propiedad y diez hombres se bajan de los vehículos, dos de ellos se acercan y hacen un asentimiento respetuoso para mí. Toman mi equipaje y los meten a la camioneta de atrás. Madre e hijo no entienden lo que está pasando. — Hace tres años, le decía a Emilie que tenía una fortuna y lo único que quería era casarme contigo, pero yo me refería a mi fortuna, no a la tuya ni la de tu familia, pero jamás me dejaste explicarte.
Mi abogado se ríe a carcajadas sin poderlo evitar, disfrutandoo por mí, la cucharada de ácido que les doy de tomar a Margaret ya mi ex esposo. Pero continúo:
—Nunca me diste la oportunidad de explicarte nada y por tres años me abandonaste en esta mansión de lujo demostrándome que en realidad nunca me amaste y que la palabra de tu madre siempre tuvo más peso que la mía. Ahora eres libre de mí y espero que mis pastelerías sirvan para incrementar la fortuna de los Johnson que tanto protege tu madre.
Le doy la espalda para encaminarme a la camioneta del medio, donde ya espera mi abogado y uno de mis hombres. Este me da la mano para ayudarme a subir. Derek Corre en mi dirección y antes de cerrar la puerta la abre.
—¿Quién eres Samantha?
Sonrió intentando no demostrarle el dolor que siente mi corazón en estos momentos.
—Solo soy una chica rica que llego desde Nueva York hace 6 años a este pueblo con la ilusión de ser feliz, y lo fui hasta que nos casamos, pero los últimos tres, fueron desdichas y humillaciones.
—No estás respondiendo a mi pregunta. — Increíble, ahora quiere respuestas.
—Me sorprende que siendo el hombre de negocios que eres, no relaciones mis apellidos con las multinacionales Moore y Williams. Por parte de mi padre, y las empresas Williams por parte de mi madre en todo el mundo. Adiós, Derek. Que tú y tu madre sean muy felices. Veinte millones de gracias, ex esposo.
Lo último lo digo por ardida, ya que la suma que quería darme Derek, no son más que migajas, unas muy pequeñas comparadas con la enorme fortuna que yo poseo y ellos ni en diez vidas podrán adquirir vendiendo ganado. Cierro la puerta de la camioneta en su cara después de convencerme de que es lo mejor para ambos, aunque me duela y salimos de esta ciudad para no volver nunca más.
Está un poco largo, lo sé. Pero le faltaba una parte y merecia ser re subido. ¡Besos a todas!
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Comments
Ana Alvarez
que tal cuando se enteren de quien es hija está muchacha el ojo les quedará cuadrado jajajaja
2025-02-03
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Sandra Mejia
jaaaaaaaaaaaaaa buena esa ,arpía víbora ponsoñonza seguro la dichosa abogada esta detrás de él por eso está de prepotente también sin saber q esta con un abogado de talla grande .
2025-03-16
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Ceci del Castillo
lo que falta que se quede embarazada y sola,que idiota!!
2024-10-28
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