Capítulo 13

Natalia:

Mis piernas se sienten como gelatina bajo esta inesperada solicitud, pero doy algunos pasos vacilantes en su dirección.

-- ¿Qué quieres conversar? --Pregunto y él ofrece la silla para que me siente.

-- Natalia, -- dijo mirándome fijamente, -- No sé qué te hizo querer casarte conmigo, pero no estoy aquí para juzgarte, sé que debes ser una mujer que ha sufrido, que viene de una familia pobre y que vio en mí una oportunidad para ascender en la vida, pero realmente no puedo ser tu marido, tengo un nombre que cuidar, soy un hombre de negocios y bastante conocido en este país y por eso estoy dispuesto a darte dos millones de dólares para que firmes el divorcio y desaparezcas de nuestras vidas para siempre.

Sus palabras penetran profundamente en mi corazón y siento una mezcla abrumadora de conmoción, repulsión y desesperanza. Me siento lentamente en la silla que me ofrece, luchando contra las lágrimas rebeldes que insisten en caer de mis ojos.

-- ¿De dónde viene esta propuesta repentina? --Le pregunto con voz vacilante.

-- Natalia, sé de las dificultades que enfrenta tu familia y entiendo que aceptaste casarte conmigo buscando una oportunidad mejor -- respondió sombríamente --, sin embargo, reconozco ahora que no puedo cumplir con mis responsabilidades conyugales adecuadamente en este contexto específico. Estoy dispuesto a darte dos millones de dólares como indemnización por el divorcio inmediato y también por tu retirada definitiva de nuestras vidas.

-- Me das asco. Pensé que podías cambiar... ¿Crees que la gente solo se acerca a ti por tu dinero? -- Mi voz salió temblorosa haciéndole notar que estaba molesta por su inesperada y atrevida petición. En ese momento, las ganas de llorar ya habían pasado, dando lugar a la ira y la repulsión hacia el hombre que tenía delante.

-- Te estoy ofreciendo un buen dinero para que vivas cómodamente el resto de tu vida. Pero si te parece poco, puedo darte hasta cinco millones de dólares, el dinero no es un problema para mí.

Me enfurecen sus palabras y su tono de voz arrogante. ¿Cómo puede un hombre ser tan prepotente?

Me levanto de la silla con la sangre caliente en las venas.

- Miserable, --digo molesta, -- debes saber que eres más pobre que los que viven en las calles, ¿sabes por qué? Porque los que están en las calles puede que no tengan un hogar, comida todos los días, un refugio para protegerse de la lluvia ni un lugar cómodo para protegerse la cabeza del sol, pero son ricos, porque la mayoría de ellos son buenas personas, llenas de amor al prójimo, con el corazón limpio, siempre dispuestas a ayudar a los necesitados, aunque no tengan un centavo en el bolsillo. Aprende una cosa, Bryan, baja de tu pedestal y trata de ver la verdadera riqueza que hay dentro de cada persona. Somos seres humanos, no máquinas de hacer dinero.

El aire se vuelve pesado entre nosotros mientras aprieto los puños con una mirada furiosa. A pesar del dolor, siento que se enciende una llama de determinación en mi interior. Si él quiere una guerra, tendrá una guerra. No permitiré que piense que puede comprar mi felicidad o mi silencio.

Digo todo lo que quiero y salgo rápidamente de la cocina.

Al salir apresuradamente de la cocina, me doy cuenta de que he olvidado mi móvil encima de la mesa. Vuelvo rápidamente a buscarlo mientras pienso en todo lo que acaba de ocurrir. Sus palabras aún resuenan en mi cabeza, pero también despiertan una llama de determinación dentro de mí. No va a ser tan fácil silenciarme.

-- Llévame a mi habitación -- dijo en tono de burla al verme coger el móvil.

-- ¿No has llegado hasta aquí andando? Pues haz el mismo recorrido y vuelve a tu habitación solo... Confieso que ya estaba alterada y le hablé con tono burlón, sí, solo para molestarlo.

-- ¿Cómo puedes ser tan cruel? -- Salgo y le oigo gritar furioso... No me importa lo que diga. Llego a mi habitación después de subir en ascensor. Pero de repente, me siento atrapada por no haberle ayudado sabiendo que aún está débil.

Un sentimiento de culpa se apodera de mí. ¡Yo no soy cruel! Pero este hombre simplemente me saca de quicio. Salgo de la habitación y vuelvo a coger el ascensor. Cuando salgo a la primera planta, me encuentro a Bryan tirado en el suelo.

-- ¿Por qué has vuelto? --Dijo al verme acercarme.

Siento una mezcla de rabia y preocupación al verlo tirado en el suelo. Aunque mis duras palabras puedan haber sido crueles, no puedo dejar a un hombre herido tirado sin ayuda. Rápidamente me agacho para ayudarle.

-- ¿Dónde está la silla de ruedas? No puedes ir por la casa como un modelo si aún no puedes andar.

-- La silla está en la habitación. Ayúdame a levantarme. Tengo que ejercitar las piernas, por eso decidí dejar la silla en la habitación y venir a la oficina andando.

Ayudo a Bryan a levantarse y caminamos lentamente hacia la habitación. Mientras le ayudo a sentarse en la cama, siento una mezcla de alivio por haberle ayudado y de arrepentimiento por haber sido tan dura con él. Me mira a los ojos y veo un destello de gratitud en su mirada.

-- ¡Gracias! Ahora puedes irte. Por cierto, no le digas a mi madre que me he caído. Se asustará de que me pase algo... Mejor no preocuparla.

Lo miro y asiento con la cabeza. Salgo de la habitación y cierro la puerta.

Mientras camino por el pasillo, la ira comienza a disiparse y un sentimiento de empatía se apodera de mí. Tal vez haya juzgado a Bryan con demasiada dureza. Puede que sea rico y arrogante, pero también es un ser humano con sus propias vulnerabilidades. ¿Podrá cambiar algún día? ¿Será algún día el egocéntrico Bryan Navarro un hombre humilde aunque esté cubierto de riquezas? Con mis incertidumbres y preguntas, me dejo caer en la cama y vuelvo a dormirme.

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