El sabor ferroso de la sangre invadía mis papilas gustativas, solo podía ver el suelo frente a mí, el dolor era grave, pero trataba de no gritar ni hacer ningún sonido. Sentí el tirón de su mano tomando mi cabello para levantar la mirada, pero solo podía ver a la sacerdotisa; golpeada, herida, con sus ojos vacíos y una hilera de saliva que salía de sus labios, estaba hecha un desastre, verla era doloroso, incluso más que la “pesadilla”.
- ¿Te gusta mi trabajo? Eso es lo que sucede cuando se meten con mi querida hermana y ahora las otras chicas lo saben\, así que puedes estar tranquila\, no volverán a lastimarte.
Lo que me hacía mi hermano era más profundo que la paliza que me dieron mis seguidoras, pero para él no era así, para él solo era un juego donde “ambos” nos divertíamos a lo grande. Y así pasó el tiempo hasta que escuché un sonido ahogado de su garganta, la “pesadilla” había terminado, por ahora.
- Que bien me siento\, hoy hubo diversión doble ¿no lo crees?
Asentí en silencio, mis piernas dolían terriblemente y mi vientre estaba herido por ser frotado constantemente contra el suelo áspero, quería llorar, pero tenía que guardar esas lágrimas, tenía que soportar hasta que él estuviera satisfecho, tenía que ir a mi mundo feliz, quería imaginar, soñar, olvidarme de esto, aunque sea por ahora.
- Espera\, espera ¿estás cansada? No puedes dormir ahora\, apenas hemos comenzado.
Mis ojos me pesaban, quería entrar en mi propio mundo donde el dolor era algo insignificante, no quería seguir aquí, este es mi único modo de escape de mi hermano, la única manera en que podía soportar todo lo que estaba sucediendo sin sufrir más de la cuenta.
- Hermanita\, espero que no se te haya olvidado lo que sucederá si no sigues mis órdenes.
Los recuerdos llegaban pesados, como una cascada, por supuesto que no lo había olvidado, estabas tú para seguir recordándolo toda la vida. Mi pasado, pasaba frente a mis ojos ¿acaso esto es lo que dicen que sucede cuando se está cerca de la muerte?
Mi hermano, mis padres y yo vivíamos felizmente, a pesar de que nuestra madre había tenido una aventura con otra persona, mi padre optó por aceptarlo, incluso al hijo que no era suyo, nos amaba por igual. Incluso en esta historia donde no todo era felicidad, había sus manchas oscuras, unas muy oscuras.
Desde cierta edad, mi hermano comenzó a sentir la necesidad de herir a otros, pero desde que lo atraparon dañando a un niño de nuestro vecindario, paró, al menos a la vista de otros. Dentro de casa a mí me golpeaba, me hacía daño, me denigraba al punto de llorar en cualquier momento del día, esto no le agradaba a mi hermano, perdería su juguete.
Una noche, escuché ruidos saliendo de la sala, pensaba que era un ladrón, pero mi curiosidad me empujó a ir a revisar qué era, cuando llegué a las escaleras, vi a mi hermano sentado en las escaleras, viendo una escena que no comprendía en ese entonces. Nuestra madre estaba con un señor que no era mi padre, ni el de mi hermano, ambos estaban haciendo sonidos extraños mientras que se agitaban cada minuto que pasaba, mi hermano dijo “no le digas a papá, porque eso destrozaría su mente” y callé.
Los días siguientes, mi hermano me visitaba a mi habitación, hablándome sobre lo que habíamos visto, yo me quedaba en silencio, porque sabía lo mucho que le molestaba que lo interrumpieran, pero en una noche de invierno, tan solo dijo “bueno, no somos hermanos completamente”, fue mi primera “pesadilla”, así le llamaba mi hermano, porque las primeras veces gritaba por dolor y cuando mis padres preguntaban, mi hermano solo decía con una sonrisa, “tuvo una pesadilla, así que vine a ver y protegerla”.
Yo solo podía estar en silencio, pero un día, no fue suficiente, mi hermano necesitaba más, así que me dio una bebida, me obligó a beberla. Mareada, somnolienta y sin saber lo que estaba haciendo, comencé a ver cosas, veía a mi hermano como alguien más, fue la primera vez que me había perdido en mis sueños vívidos, desde entonces cada que tenía uno, podía escapar del dolor.
Con el tiempo, ya no necesitaba de las bebidas especiales de mi hermano para entrar en los sueños vívidos, pero tampoco podía controlarlos, aparecían de repente y se iban de la misma forma, siempre fue frustrante, pero aprendí a vivir con ello, al menos hasta que mi madre salió herida. Mi sueño vívido solo me mostró que estaba cazando a un demonio y lo estaba exorcizando hasta que mi madre me grito “¡Detente, por favor!” y fue entonces que la vi, entre lágrimas, sosteniendo el filo del cuchillo que yo portaba, mi hermano veía todo con una enorme sonrisa, mi madre huyó esa misma noche y las “pesadillas” se volvieron más constantes.
Poco antes de que me saliera de casa, mi hermano me contó que sabía dónde vivía nuestra madre, pero que esa información la guardaría para él mismo, como no me importaba, solo seguí haciendo mis cosas, pero las palabras suaves del demonio me hicieron vibrar de miedo, “obedece, si no quieres que nuestra madre sea exorcizada y que todo el mundo sepa lo que realmente es, sobre todo tu estúpido padre”.
- Necesito que sigas despierta\, por eso no te he dado ningún coctel\, ya que necesito tu opinión sobre tu supuesta sacerdotisa.
- ¿Cómo sabes eso? ¿Cómo sabes que le decía así?
Furioso se levantó y me propició una patada en el estómago, provocando que tratara de tomar cualquier bocanada de aire. Me rodeo como una bestia cazadora, observando a su presa moribunda.
- Vale\, me siento amable\, así que te contaré un pequeño secretito que te gustará mucho.
Se sentó sobre la chica como si fuera una especie de trono mientras me observaba, parecía feliz de querer soltarme su pequeño secreto, aunque llegados a este punto, ya nada me puede sorprender.
- ¿Sabes por qué mamá se fue de la casa sin decir nada y te envía dinero todos los meses?
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