- Como te he dicho\, me llamaron y me dijeron que viniera lo antes posible\, porque temían que estuvieras por morir.
El médico me miró, su expresión me indicaba que Alexis estaba mintiendo descaradamente. Al parecer, no quería entrometerse porque salió de la habitación luego de checar que estaba bien.
- Cuanto me alegro de que estés bien\, hermanita.
Yo también me alegraba de estar bien, pero sé que, si él estaba aquí, no seguiría estando bien por mucho tiempo. A mi cabeza llegaron recuerdos del pasado cuando vivía con él, aunque en realidad es mi medio hermano por parte de mi madre, fue mi padre quien se hizo cargo de nosotros.
- Por cierto\, querida hermanita ¿este hospital no te trae recuerdos?
Sus manos recorrieron lentamente mis brazos hasta llegar a mi cabeza donde estaba la herida que me habían provocado esas lunáticas. Al principio era una caricia con cariño, pero rápidamente se convirtió en un dolor punzante.
- Lo siento ¿te hice daño? ¿por qué no me dices nada?
Porque sabía lo que sucedería si abría la boca, me iba a castigar por hablar, así que solo bajé la mirada y traté de cubrirme con la manta de la cama, como si fuera el mejor escudo que podía tener. En cuanto me cubrí, escuché el sonido de frascos chocando unos con otros, tuve que salir de mi protección para ver lo que sucedía, ahí estaba Alexis hermano, mezclando una serie de líquidos y llenando una jeringa.
- Por suerte\, estamos en un hospital\, así que preparar el coctel de siempre no es difícil\, aunque es una pena que estés herida.
Tiró de mi brazo, el tirón me hizo reaccionar y me solté de su agarre, un error que iba a lamentar. El rostro de él se tornó de un cariño falso a repugnancia, me miró como si fuera la cosa más nauseabunda que había visto en toda su vida y luego pasó al coraje. Intenté huir, pero me tomó del cuello y comenzó a presionarlo, no podía hablar ni pedir ayuda.
- Vamos ¿a dónde piensas ir estando herida? Deberías comportarte como una señorita\, en silencio y tranquila.
Traté de zafarme de su agarre, pero era mucho más fuerte que yo, solo pude ver cómo la aguja penetraba mi piel mientras trataba de tomar alguna bocanada de aire. A los pocos segundos me soltó, sentía todo oscurecerse por la falta de aire, pero ahora me siento mareada por la porquería que me inyectó, tenía ganas de llorar, pero no quería darle esa satisfacción.
- Bueno\, esto no tardará en hacer efecto\, así que dejaré que estés bien\, por ahora.
En un arrebato de furia y desobediencia, me lancé por el control para llamar a la enfermera, logré pulsar el botón antes de que Alexis volviera a tomarme del brazo. Con un escupitajo en mi rostro volvió a su cara de hermano preocupado, se me acercó para susurrarme tal y como lo haría un demonio.
- Más te vale seguir como siempre\, de lo contrario\, sabes qué sucederá\, pero esta vez no será una "pesadilla".
Una enfermera entró al poco tiempo, al verme casi desmayada y sudando pidió a mi hermano que saliera, yo ya no podía resistir más y caí rendida a la droga, pero al menos tendría una guardiana durante mi lapso de sueño, no volvería a tener esas "pesadillas" nuevamente.
Cuando desperté, me encontré con un catéter en mi brazo, al parecer la enfermera fue atenta. El doctor estaba hablando con otra de las enfermeras, cuando me vio despierta, se dirigió hacia mí.
- ¿Cómo se encuentra\, señorita Julia?
- Como si hubiera tenido una contusión craneal\, ah\, espere\, eso es lo que tengo.
- Y una buena dosis de flunitrazepam con otras sustancias.
- Ya veo ¿y cuándo me darán de alta?
- ¿Gusta que contactemos a otro familiar?
El doctor tenía un buen instinto, pero no podía dejar que le hicieran nada a Alexis, pesar de que era un desgraciado.
- No\, me iré por mi cuenta\, mi hermano seguramente tenía que volver al trabajo o a la escuela.
El doctor me miró con preocupación, pero entendió que no quería o no tenía a nadie, cualquiera de las dos opciones era correcta. Luego de tomar otra siesta, al día siguiente, me dieron el alta y fui a casa, en el camino me encontré con Marcus, quien estaba llorando de preocupación.
- ¿Por qué demonios no contestabas mis mensajes ni llamadas? Alexis me contó todo.
- El celular se quedó sin batería\, así que no pude contactar con nadie.
- Pero ¿quién te hizo eso?
Posé mi mano en la cabeza, donde están los vendajes, recordando la paliza que me habían dado las señoritas, como no quería preocupar a Marcus, tan solo sonreí, se me daba fatal mentir y él sabía cuando mentía, pero él no decía lo de mi cabeza, señaló mi cuello. Tal parece que Alexis hermano cometió un error, así que cubrí mi cuello como pude y me fui a casa.
Al llegar, me preparé un baño en la bañera, me hacía falta uno luego del coctel, la herida y todo, la vida me pesaba y mi cabeza me pesaba aún más. Cuando entré a la bañera, me hundí hasta el cuello, los golpes me dolían, el cuello también, pero lo que más me dolía era no poder hacer nada al respecto.
- Te ves preocupada ¿es que necesitas ayuda?
- ¡No! ¿Qué estás haciendo en mi casa? ¿Cómo sabes dónde vivo?
- Porque\, Julia\, querida\, tengo un profundo interés por ti\, así que me he tomado la libertad de descubrir todo de ti\, incluso del lunar que tienes entre...
- ¡Basta! Ya no digas más.
Me sentía observada, el Alexis sexy estaba frente a mí, colocándose su traje de Adán ¿es que tiene planeado entrar conmigo? Traté de acaparar todo el espacio que podía mientras retiraba la vista de su enorme atrevimiento.
Se acercó, el sonido de sus pisadas sobre el suelo mojado sonaba como un eco tortuoso para mi corazón, fueron pocos pasos, pero cada uno se sentía como una eternidad, cuando estuvo a lado, se inclinó hacia mí, nuestras miradas se encontraron, sus manos me tomaron del cuello lentamente, eran como una soga que me sostenía para decir adiós, pero no dolía de mala forma.
- Ding\, dong...
- ¿Qué?
La presión se hacía más fuerte, lentamente comenzaba a faltarme el aire, pero soltaba lo suficiente para poder respirar, las piernas me temblaban y mis manos parecían alejarse de sus brazos ¿acaso yo quería subir al ascensor?
- Ding\, dong...
Ding, dong, el timbre de la puerta me sacó de trance. No esperaba ningún paquete, visita, ni venida, ni nada ¿quién me interrumpe en mi sesión de baño?
Ding, dong, repetía cada poco tiempo, así que opté por vestirme, bajar, abrir la puerta y...
- ¿¡Maestro Alexis!?
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