El día que Seok-jin, ahora conocido como Ji-ho, se unió al equipo de natación de la escuela, marcó el comienzo de una nueva fase en su vida. La piscina de la escuela, aunque modesta, era el escenario donde demostraría su valía y enfrentaría tanto a sus nuevos compañeros como a sus demonios internos.
Min-ho, el capitán del equipo, presentó a Ji-ho al resto de los nadadores. "Chicos, este es Ji-ho. Tiene mucho potencial y creo que puede ser una gran adición para nosotros." Algunos miembros del equipo lo miraron con curiosidad, otros con desdén, pero Ji-ho se mantuvo firme.
Los entrenamientos comenzaron de inmediato. Ji-ho seguía la rutina con una disciplina impresionante, sorprendiendo incluso a los más escépticos. Cada brazada y cada patada estaban cargadas de la experiencia y técnica del nadador olímpico que alguna vez fue. Sin embargo, su cuerpo aún tenía mucho que mejorar y fortalecer.
A medida que las semanas pasaban, Ji-ho comenzaba a destacarse en el equipo. Su rendimiento mejoraba constantemente, y Min-ho no dejaba de elogiar su progreso. Sin embargo, su éxito también atraía la atención indeseada de algunos de sus antiguos acosadores.
Un día, después de un arduo entrenamiento, Ji-ho se dirigía a los vestuarios cuando escuchó risas y murmullos detrás de él. Giró para encontrarse con los mismos matones que lo habían atormentado antes. El líder del grupo, un chico corpulento llamado Jae-hyun, se acercó con una sonrisa maliciosa.
"Vaya, mira quién se ha vuelto el nuevo prodigio de la natación," dijo Jae-hyun con sarcasmo. "¿Crees que por estar en el equipo ahora eres mejor que nosotros?"
Ji-ho respiró hondo, recordando las enseñanzas de su vida pasada. "No busco ser mejor que nadie. Solo quiero nadar."
Jae-hyun lo empujó contra los casilleros. "No nos vengas con esa actitud. Eres y siempre serás un perdedor."
El conflicto en los vestuarios fue interrumpido por la llegada de Min-ho, quien rápidamente intervino. "¿Qué está pasando aquí? Dejen en paz a Ji-ho."
Los matones retrocedieron, pero no sin antes lanzar una última mirada amenazante a Ji-ho. "Esto no ha terminado," advirtió Jae-hyun antes de marcharse.
Min-ho se volvió hacia Ji-ho con preocupación. "¿Estás bien?"
Ji-ho asintió, aunque por dentro sentía una mezcla de ira y frustración. "Sí, gracias. Estoy bien."
Min-ho puso una mano en su hombro. "No dejes que te intimiden. Eres parte del equipo ahora, y estamos aquí para apoyarte."
Esa noche, en casa, Ji-ho se miró en el espejo. El reflejo mostraba un joven delgado, pero sus ojos brillaban con una determinación feroz. "No puedo dejar que me controlen," pensó. "Debo ser más fuerte, no solo físicamente, sino también mentalmente."
La mente del nadador olímpico le ofreció consuelo y guía. "La venganza no debe ser tu único motor. Debes superar esto por ti mismo, no solo por lo que te hicieron."
Con ese pensamiento, Ji-ho redobló sus esfuerzos. Empezó a entrenar no solo en la piscina, sino también en el gimnasio, enfocándose en ganar masa muscular y mejorar su resistencia. La disciplina y el enfoque que había tenido en su vida pasada ahora se aplicaban con una intensidad renovada.
Además de los entrenamientos, Ji-ho también comenzó a investigar sobre nutrición y técnicas avanzadas de natación. Pasaba horas estudiando videos y leyendo artículos, absorbiendo toda la información posible para mejorar su rendimiento.
Los resultados no tardaron en llegar. Su cuerpo comenzó a transformarse, ganando músculo y definición. Sus tiempos en la piscina mejoraban constantemente, y pronto, Ji-ho se convirtió en uno de los mejores nadadores del equipo.
Sin embargo, el camino hacia la redención no estaba exento de obstáculos. Los matones seguían buscando maneras de molestarlo, pero Ji-ho aprendió a ignorarlos y mantenerse enfocado en sus objetivos. Su mentalidad había cambiado; ya no era el chico frágil y asustado. Ahora era alguien con un propósito claro y una determinación inquebrantable.
En uno de los entrenamientos, Min-ho anunció que se acercaba una competencia importante. "Este es un gran evento, chicos. Será nuestra oportunidad de demostrar lo que hemos estado trabajando. Ji-ho, quiero que compitas en los 200 metros libres."
Ji-ho sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Esta sería su primera competencia importante desde que se unió al equipo, y la oportunidad de demostrar su valía y cerrar la brecha entre su pasado y su presente.
Los días previos a la competencia estuvieron llenos de entrenamientos intensivos y preparación mental. Ji-ho sabía que no podía fallar. Esta era su oportunidad de brillar y dejar atrás las sombras de su vida pasada y presente.
Finalmente, el día de la competencia llegó. El ambiente en el estadio era electrizante, con equipos de diferentes escuelas compitiendo por la gloria. Ji-ho se preparó mentalmente, recordando todas las horas de entrenamiento y esfuerzo que había invertido.
Cuando llegó su turno, se colocó en la plataforma de salida, sintiendo la tensión en el aire. Al sonar el silbato, se lanzó al agua con toda su fuerza y determinación. Cada brazada lo impulsaba hacia adelante, y con cada metro que avanzaba, sentía que dejaba atrás sus miedos y dudas.
Cruzó la línea de meta con un tiempo impresionante, ganando su carrera y sorprendiendo a todos los presentes. Los vítores y aplausos llenaron el estadio, pero para Ji-ho, el verdadero triunfo era interno. Había demostrado que, a pesar de todo, podía levantarse y triunfar.
Min-ho y sus compañeros de equipo lo felicitaron efusivamente. "Lo hiciste increíble, Ji-ho. Estoy orgulloso de ti," dijo Min-ho con una gran sonrisa.
Ji-ho sonrió, sintiendo una mezcla de alivio y orgullo. Sabía que este era solo el comienzo, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba en el camino correcto.
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