capitulo 6.2

—Cóbrame lo que debo y si el medico ya informo el costo completo del tratamiento, has la primera cuota —la escucho decir, me mira de reojo y solo quiero saber cuánto nos demoraremos.

Luego de que la chica hace la transacción y la hace firmar unos papeles le informa que puede pasar a ver a su madre. Eso aclara muchas cosas.

—Si quiere, puede esperar en la sala de espera —su voz suena nerviosa, como si en realidad no quisiera eso.

—No, te acompaño —dicho esto se pone en movimiento y la sigo. Subimos unas escaleras y pasando varias habitaciones llegamos casi al final del pasillo y se detiene.

Cuando esta por ingresar me mira, pero luego pone una cara para nada igual a la que lleva hace un momento he ingresa a la habitación.

—Hola mamita —dice ella acercándose a una mujer que la mira con adoración, sin decir palabra y luego espera a que su hija bese su mejilla.

Anelis comienza a contarle lo que ha hecho en todo el día sin perder la sonrisa y la felicidad que sé que no siente. Esta chica es toda una actriz, pasa de una emoción a otra sin chistar. La mujer, su madre, en un momento fija su mirada en mí.

—Hay lo siento mama, olvide presentarte a un buen amigo —dice y se levanta del lado de su madre, me mira como suplicando que siga la corriente. Se cuelga de mi brazo y de manera jovial voltea a ver a su madre— Adonis, te presento a mi madre Felicia Adams.

—Buenas tardes, señora —saludo a la mujer que me responde con una cálida sonrisa.

—Puedes creer mami que Adonis, tiene un auto increíble, de esos que siempre me decías que te gustaría conducir —Anelis le cuenta mientras vuelve al lado de su madre, la mujer tiene la mirada de sorpresa—. Si mama prometió llevarte a dar una vuelta el día que te den el alta, pero sabes que más me he olvidado de decirte —la madre pone toda su atención en su hija y hasta yo me encuentro a la expectativa de que dirá, espero que no tenga que ver con mi coche—. ¡Mañana comenzaras de nuevo con el tratamiento para que te recuperes! —expresa con emoción la joven hija y su madre se ve preocupada—. No te preocupes mama, el medico accedió a darte el tratamiento y en verdad fue muy generoso, el descuento que me hizo fue tal que no habrá retrasos —sé que le miente, pero no entiendo por qué. Cuando llegamos pago el tratamiento y nunca se mencionó un descuento.

Media hora más tarde salimos de esa habitación, Anelis le prometió que volvería a la mañana siguiente antes de ir a su trabajo. Tras pasar las puertas de la habitación pude ver lágrimas en sus ojos.