Como sea, en ese momento con mi compañera Rebeca, solo pensábamos en burlarnos de todas las estúpidas que caerían en esos tratos.
Nunca pensé en el día que yo sería una de esas tantas que estaría inspeccionando la app y luego postulándose como ganado en una subasta.
Así fue como el karma, o los gastos que ya no sabía cómo afrontarlos, me llevaron hacer eso tan humillante.
Anteriormente y contra todo pronóstico de éxito, me presente ante la familia de mi madre, como último recurso, a pedir un poco de caridad o misericordia. Su familia es una da las más adineradas del condado. Pero, así como tienen dinero son arrogantes y despreciables.
Mi pronóstico de poco éxito fue certero, prácticamente me sacaron a patadas de esa casa, alegando que ellos no tenían una hija llamada Felicia Adams. Con eso supe muy bien que la caridad y la misericordia no son bocablos que lleguen a esa familia, mi familia que es aun peor.
Decepcionada llego a mi casa encontrándome con un revuelo. Mi madre tubo un ataque y estaban subiéndola a una camilla para llevarla nuevamente al hospital.
Dejando de lado mis preocupaciones, prepare un bolso con sus cosas y otro para mí. Aunque ya estaba todo preparado, yo insistía en tener siempre algo armado por las dudas que esto pasara y no tener que andar a último momento preparando para salir con urgencia.
La mirada triste de mi madre me parte el alma, mientras estamos en la ambulancia, tomo su mano y aprieto fuerte.
—Ya llegaremos, mama —digo ocultando mi preocupación, con una sonrisa—. Todo estará bien.
Veo como de sus ojos caen las lágrimas, sé que sufre, no quiere ser una carga para mí. Me cuesta hacerle entender que no es una carga, que es mi persona favorita en este mundo. Mas nunca le digo que tengo miedo a quedarme sola. Soy egoísta, debería dejarla ir y que deje de sufrir, pero sé que todavía tiene mucho camino por recorrer.
Algún día me casare y tendré hijos y ella será la abuela que siempre dijo que seria y este momento solo será un mal recuerdo, una piedra en el camino, una prueba que superar.
Mientras estoy en la clínica haciéndole compañía a mi madre, inspecciono la app de matrimonios y dejando mi alma y la dignidad encerrada en lo más oscuro de mi ser, me postulo.
Luego de tal Azaña, miro a mi madre que sigue dormida y me levanto para ir a la máquina expendedora por un café asquerosamente amargo y una barra proteica.
Al volver a la habitación veo que tengo una notificación. No puedo creerlo, ya tengo una propuesta de matrimonio. Es increíble ya que no puse foto de perfil, solo para resguardar algo de mi dignidad.
El chiste es que el que me propone matrimonio solo aparece una foto de su perfil que solo se puede ver a alguien trabajando con la cabeza gacha, pero de fondo se nota que es una oficina que da a la ciudad. Hermosa vista para tener la cabeza todo el día entre papeles. Cosas de ricos –pienso.
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Comments
Andrea Barrionuevo
Por dios que insoportables las personas que solo comentan para criticar a la autora
Si no les gusta pq tiene falta ortográficas no lean y listo
Pero ahorrencen estos comentarios que solo dicen de ustedes que son tan amargadas que lo único que las hace felices es ofender.
2024-10-23
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Tere Jimenez
cierto pero en fin no todos somos perfectos como muchas piensan que lo son
2025-01-18
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Maria Gonzalez
no que va la gente no se cansa de criticar escriban su propia novela y listo sin errores y perfecta como ustedes
2025-01-28
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