capítulo 1.1

He tratado de hacer diversos trabajos en línea para poder juntar dinero sin tener que moverme de mi casa y pasar tiempo con mi madre sin que eso sea un gasto.

Una amiga me sugirió inscribirme en una página para adultos que consistía en sexting. No dio resultado. No se expresarme y menos si se trata de sexo, cosa que ni recuerdo cuando fue la última vez que alguien me toco. Bueno si, fue en mi baile de graduación de la secundaria. Mi compañero fue Maximiliano Rigatti y lo peor de la experiencia que solo se ocupó de él y yo me quede a medias.

Y hasta el momento se puede decir que es mi única y ultima experiencia cercana con el sexo opuesto que he tenido. Trágico.

Mis estudios, mi trabajo no me dejaba muchos momentos para salir, y sin contar que no soy muy fiestera que digamos. Prefiero pasar mis días leyendo un buen libro o viendo una película que estando en bares malgastando mi dinero.

Ahora mis días se resumen en trabajo, cuidar a mi madre y dormir malamente porque mi cerebro no deja de estar preocupado.

Otro de mis tantos trabajos online que creí que sería buena idea, fue escribir en línea y publicar. Pero soy un queso, de esos rancios. No soy buena en eso y creo que se debe más a mi preocupación que a otra cosa.

Mi compañera de trabajo me sugirió que me buscara un suggar daddy pero ni chiflada hago eso. No tengo estomago como para dejar que un vieje verdete me toque un pelete.

Ese mismo día en que la sola idea de que otro que no sea la persona que me guste me toque, en la gran pantalla salió una noticia que estaba siendo furor en cuestión de aplicaciones.

Era nada más y nada menos que una app dedicada al matrimonio convenido. Si señores, hasta ese punto hemos llegados. Que el vivieron felices y comieron perdices se mida con una chequera y no con el amor.

Con mi compañera no dejamos de burlarnos y reinos por un buen rato de quien llegaría a ese punto en postularse para ser moneda de cambio.

Pero, aunque no lo creíamos posible, la app era un total éxito. Con más de miles de casamientos diarios. Los enlaces podían constar desde un año o hasta un tiempo por años donde la parte demandante debería pagar al solicitante una suma que se daría en un acuerdo prenupcial.

Todo se daba de manera virtual, sin tener que las partes llegar a conocerse y como era de esperarse cada uno podría hacer su vida como hasta el momento.

Por un momento pensé ¿Quién llegaría a casarse con alguien solo para tener un ingreso mensual? Y la respuesta es casi descabellada, miles de personas. ¿Dónde quedaba la dignidad en esos enlaces? ¿Dónde iba a para el amor y el romanticismo?

Si bien es una manera de crear algo seguro, después de todo, los matrimonios arreglados surgieron muchísimo antes de que esta app lo hiciera ver tan cómodo y conveniente, no deja de ser algo anticuado.

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