Esa noche, Robert procuró llegar temprano a su casa, allí ya se encontraba su mujer y su hijo, el niño inocente, corre a su encuentro, él lo carga en sus brazos:
-¡Hola campeón! Te traje tu dinosaurio- y le entrega el regalo que había dejado en el auto, al llegar en la mañana.
-¡Es justo lo que quería! ¡Gracias papi!- le dice el niño, muy alegre. Él le besa la cabeza y lo baja al piso. El niño sale corriendo con su nuevo juguete para enseñarselo a la madre.
-¡Mami, mami mira mi pterodactilo! ¡Y ruge! ¿no es fantástico?- se regocija el niño, mientras activa el sonido del dinosaurio robotizado, moviendo las alas.
-Si, amor. Es muy lindo- responde la madre con una media sonrisa. El niño, contento pregunta:
-Papi, ¿Vas a quedarte hoy con nosotros a comer?-
-¡Por supuesto campeón, es lo que más quiero, tengo mucho apetito, vayamos al comedor!- responde con una gran sonrisa Robert.
-¡Mami, vamos a comer juntos!- sonrie alegre la inocente criatura.
Samanta sirve la cena, hecha por Miriam, quien ya se habia marchado. Todos comen contestando a las preguntas del niño, quien estaba feliz de tener a su padre y madre juntos. Al terminar la cena, el niño le suplica al padre, que le lea un cuento antes de dormir, él accede. Luego, de que el niño se duerme, Robert, se acerca a su habitación donde lo espera Samanta.
-Ya Arturo quedó rendido- sonrie Robert, quitandose la camisa, para ir a la ducha, Samanta no puede dejar de ver marcas viejas de arañasos en la espalda de su marido y moretones de viejos chupetones en su cuello. Pero, no dice nada, ella ya tenía su pijama, dispuesta para conversar con su marido, y luego poder dormir en paz. Cuando Robert sale del baño, con su piel y sus cabellos todavía humedos, se va acercando a la cama, quiere besar a Samanta, pero ella lo rechaza, apartando la cara a un lado:
-¡Robert, ahora no!, ¡Tenemos que hablar!- ella lo aleja de su cuerpo.
-¿Por qué ya no deseas que estemos juntos?- contrariado se aleja, esa mujer nunca lo ha deseado, eso es muy obvio, aunque a él tampoco le gusta mucho su actitud mojigata, no obstante, ese matrimonio siempre ha sido de conveniencias. Comienza su magistral actuación:
- ¡Ya te dije, que no fue a mi a quien viste el viernes, en el hotel!- exclama el culpable hombre, tratando de defenderse, antes del ataque de su mujer. Sin darse cuenta de que ella no mencionó nunca un hotel:
-¿Cómo sabes que te vi en un hotel?- responde abriendo los ojos desmesuradamente Samanta, agarrándolo in fanganti en la mentira.
-¡Tú lo mencionaste por teléfono!- se defiende, percatándose de la metida de pata.
-¡No, yo jamás mencioné un hotel! Ya veo, entonces si fuiste tú a quien ví, estabas con Carolina. Ella me dijo que estaba con su amante, entonces ahora lo comprendo todo, ¿Desde cuando me ven la cara de idiota?- Samanta levanta la voz indignada. Robert se apresura en contestar, haciéndose la víctima. Eso nunca le falla:
-¿Qué tonterías estás diciendo? ¡Por supuesto que mencionaste un hotel! ¿Ahora no lo recuerdas? ¿Vas a involucrar a Carolina en esto? De todas maneras esa mujer renunció al trabajo, de un día para otro dijo que se iría del país, con su nuevo amante; y ese no soy yo, como puedes ver, estoy aquí contigo. ¡Si quieres llámala y pregúntale tú misma!- responde frenéticamente Robert, sin un ápice de remordimiento, un mentiroso profesional, haciendo que Samanta, empiece a dudar de ella misma y de lo que vio. Ella respira de forma ruidosa, haciendo un bufido con su garganta, dejando escapar el aire de una sola vez, toma valor y logra exclamarle, bajo un momento de sensata lucidez:
-¡Robert, es mejor que nos divorciemos! Este matrimonio fue un grave error, bien sabes que yo no te amaba, y tú tampoco me amaste nunca- espeta Samanta molesta, quiere ponerle fin a esa red de mentiras, en la que se convirtió su vida al lado de ese hombre tóxico.
-¿Quée? ¿No puedes estar hablando en serio Sam? ¡No, nunca voy a dejarte ir, tú y Arturo son mi única familia!, ¡son mi vida!- comienza la actuación inspirando lástima, como siempre lo hace y hasta ahora no falla:
- Sabes que no tengo a mis padres vivos, ¿Y aun así, piensas abandonarme, para dejarme solo? ¿Por qué vas a dudar de mi amor por ti y por Arturo? ¿Qué motivos tienes? ¡Todo es un malentendido! ¡Tú lo sabes!- empieza a sollozar, como cada vez que se siente amenazado por ella, unos falsos lagrimones ruedan por su bien ensayado rostro de tristeza. Es un manipulador consagrado.
- ¡Está bien Robert, voy a creer en tu palabra, voy a creer en tu palabra, una vez más!; ¡Basta, deja de llorar, ya no hablemos de eso por ahora!- Samanta se comporta, una vez más como una mujer estúpida, tiene que mantener su actuación también.
Sin embargo, ella ya no quiere seguir en esa relación. De alguna manera debe buscar la mejor forma de alejarse, para que ese hombre no le haga daño a ella, o le haga daño a su hijo. Deben protegerse.
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Comments
Aleyda
Ella no es sumisa, a leguas se nota que solo conocen el término pero no la actitud
Solo siente miedo y es natural en una situación así
2024-11-12
0
Madlen Domínguez Müller
ya me da coraje su sumisión
2024-08-14
2