Expulsado de la escuela.

Loa niños la molestaban ahí en el salón... Alejandra estaba leyendo un libro cuando de pronto uno de los niños entró al salón y le arrojó pegamento en la cabeza, de ese que se usa para los trabajos manuales.

Al sentir el frío en su cabeza, Alejandra inmediatamente se puso de pie. ¿Qué me echaste? ¡Maestra!

El niño, llamado Fabián, salió corriendo de allí, asustado por su acción.

La maestra llegó al salón y vio a Alejandra llorando con la cabeza llena de pegamento blanco.

¿Qué te pasó, Alejandara?

Uno de los niños me lo echó. Yo estaba estudiando y Fabián entró y me echó el pegamento en la cabeza, dijo Alejandra llorando.

Vamos a lavarte, la maestra se llevó a Alejandra a los baños a lavarle la cabeza. Desgraciadamente, el resistol echó a perder su hermosa cabellera.

Fue llevada a la dirección, una de las maestras fue a buscar a Fabián.

Alejandra no paraba de llorar y el niño estaba muy asustado.

Fabián esto qué has hecho es imperdonable. Y como aquí se tratan a todos los niños por igual vas a quedar expulsado definitivamente de esta escuela, aquí no permitimos ese tipo de acciones.

Fue sin querer maestra, yo solamente quería agarrar el pegamento, pero Alejandra me lo quiso quitar y forcejeamos y luego por eso cayó sobre su cabeza, no lo hice intencionalmente.

No es cierto, maestra, él cuando entró ya tenía el pegamento en las manos y me lo vació en la cabeza, nomás a eso vino.

A callar los dos, nosotros decidiremos lo que vamos a hacer, ¿está bien?

Luego, dirigiéndose a una de las maestras, le dijo, por favor, háblele a los padres de estos dos niños.

Sí, señora directora.

Una hora después Luisa y el papá del otro niño estaban ahí en la escuela.

Luisa, a ver a la niña, inmediatamente, se acercó a ella, ¿pero qué te pasó, hijita?

Señora, ¿por qué no vino la mamá de Alejandra, la señora Sonia?

No se sentía bien. Por eso no pudo venir.

Bueno, les voy a explicar lo que pasó. Este niño, Fabián, le echó pegamento en la cabeza a Alejandra. Con todo el dolor de mi corazón el niño queda automáticamente, expulsado de esta escuela. Señora, en nombre de la institución le pedimos disculpas por lo que pasó.

¿Cómo dice?, ¿con una disculpa piensa arreglar todo el embrollo? Esto no puede quedar así.

Tiene que emplear una acción legal contra el niño, lo hizo con toda premeditación alevosía y ventaja.

El padre del niño también habló, señora, ¿no se da cuenta de que es un niño de 7 años?

Póngase usted en mi lugar o en el lugar de Alejandra, si ella hubiera ido a echarle pegamento en la cabeza a su hijo, ¿usted cómo hubiera reaccionado? Mire cómo le dejó el cabello a mi niña. Aunque sea un niño merece una acción legal, porque si no se educan desde chiquitos, entonces, cuando estén grandes no van a poder con ellos.

Pero, ¿qué más acción legal quiere si ya ha sido expulsado mi hijo?

Está bien, pongámoslo así, no contra su hijo, sino contra la institución, porque yo pienso levantar una demanda por acoso. Ya que no es la primera vez que pasa esto.

Luisa, la maestra me castigó porque le pegué a un niño porque este me dijo que era hija de una bruja y me castigó una semana sin recreo en el salón. Alejandra aprovechó el momento para decirle eso.

¿Ve lo que le digo, señora directora?, mi niña está haciendo objeto de acoso por parte de los alumnos y usted en vez de castigar a los niños la castiga a ella.

Eso no es verdad, aquí no se permiten ciertas acciones, Alejandra se peleó con este niño y lo golpeó. Por eso la tuvimos que castigar, dijo la directora tratando de ser lo más convincente posible.

Alejandra me ha dicho que los alumnos la molestan mucho, y que usted no le hace caso. Si usted, que es la directora no pone orden, entonces, ¿quién lo va a hacer? Mañana mismo vendrán los de la secretaría, voy a poner mi denuncia. Y en este momento me llevo a Alejandra de esta escuela, no volverá a venir un día más. Y júrelo, que alguien va a pagar por esto que le hicieron a mi niña.

Y usted, señor, eduque mejor a su hijo, parece un pandillero, un vándalo.

En nombre de mi hijo le pido perdón, estoy dispuesto a pagarle lo que sea necesario para que pueda sanar a su hija.

Lo siento señor, esto no es cuestión de dinero, es cuestión de moral, de educación, ¿usted se imagina todo el daño que le hacen a mi niña con estas acciones?

Lo sé, por eso le pido perdón.

Lo siento, pero yo no sé perdonar y mucho menos la madre de Alejandra. Así es que ya nos volveremos a ver.

Luisa salió como tromba de esa escuela, se llevó a la niña dejando a la maestra y al señor completamente, desconcertados.

De verdad, directora, lo siento, nunca pensé que mi hijo fuera capaz de hacer algo así.

Nunca pensamos de lo que son capaces nuestros hijos, hasta que cometen la acción. Y no es tanta nuestra culpa porque no podemos estar con ellos los 24 horas.

Maestra, tal vez nosotros no, pero ustedes que son los maestros deberían de cuidar más a los niños, estar más al pendiente de ellos.

Ahora resulta que nos va a culpar a nosotros de lo que ha hecho su hijo.

Claro que no, pero si hubieran estado vigilando a los niños.

Señor, con todo respeto, aquí no es una cárcel y todos los niños son tratados por igual, se les da libertad para que estén en el recreo, pero no podemos estar checando todo lo que hacen a toda hora. Además, la educación ya la traen de casa. Aquí solamente les enseñamos los valores y lo que haga falta para que sean unas buenas personas en un futuro, pero de ninguna manera les damos la educación que ya traen desde su casa.

O sea que según usted somos unos malos padres.

No he dicho eso. Pero lo único que sé es que su hijo está expulsado.

Por favor, dele una oportunidad, la niña ya se fue.

Lo siento, pero si yo hago eso ahorita, los demás niños van a pensar que aquí no hay orden y van a hacer lo que quieran. Por eso le digo que mejor se vaya con todo y su hijo; ya no tengo nada más que decir, adiós.

Con permiso maestra, el hombre se fue llevándose a su hijo.

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