Me arreglo según los gustos de mi próxima víctima, copiando un poco el estilo de vestir de Teresa, aunque, con más elegancia, me coloqué un vestido azul cielo, de tiras anchas y cruzadas en la espalda, un escote tipo corazón no muy pronunciado, el vestido me daba sobre los un poco más arriba de las rodillas y era ceñido hasta la cintura para luego caer libre, combinado con unos botines de tacón medio color crema y unas medias veladas del tono de mi piel, una chaqueta color crema daba por terminado para el frío de la tarde y una coleta de cabello alta. Si bien Teresa me dijo que a él le gustaban mucho las mujeres con su estilo, no me fio del todo, debo conocerlo mejor para saber como poder empezar mi plan.
Camino por el mercado donde se supone que hace la compras para surtir su restaurante, Andrea viene conmigo aunque lo hace a su distancia, no quisimos que Teresa estuviera aquí para que él no huyera así que es mi hermana quien me indicara quién es el sujeto, ella se encuentra cerca del objetivo y me guiará hasta él porque conoce a la perfección el mercado, aunque empiezo a dudarlo.
- Hermana -escucho que me habla al oído gracias a los audífonos inalámbricos por los cuales me ha estado dando instrucciones- Está en la zona de frutas.
No conozco el lugar y este mercado es gigante, le preguntó a un dependiente de la tienda, quien me indica que voy en sentido contrario, debido a las imprecisas instrucciones de mi hermana, aún no lo he encontrado.
Camino hacia allá, cuando giró por un corredor me estrello de frente con un hombre que hablaba por teléfono, sus reflejos evitaron mi caída sujetándome con firmeza por la cintura, uno de mis audífonos cayó por la sacudida.
- Lo lamento mucho -empieza a disculparse. Es un hombre alto\, se acomoda las gafas y me mira\, sus ojos son café\, almendra.
- No hay problema -le dije mientras me agachaba a buscar el audífono que me cayó.
-¿Dónde estás? Contesta algo - escucho en tono bajo y distante que dice mi hermana con desesperación- La otra chica está acá, ya perdiste tu oportunidad.
- Buscas esto -preguntó el hombre tendiéndome el audífono
- Si gracias -respondo con algo de enojo\, perdí mi oportunidad de un “encuentro casual”
- ¿Estás bien?
-Sí, ¿y tú?
- Si claro, eh…- dice peinándose con las manos, su cabello castaño rizado- Pues adiós -se despide y continúa su camino.
-Pues... adiós.
-Camino afuera de la plaza, mi hermana me espera con los brazos cruzados.
- ¿Dónde estabas? -increpó.
- Ese mercado es gigante\, me hiciste llegar por el lado equivocado y me perdí\, además me estrellé con un sujeto que me tiró un audífono\, no podía escucharte bien.
- Teresa va a estar molesta.
- No me interesa.
- No lo entiendes\, ella quiere verlo sufriendo pero ya.
- Ok\, hagamos esto desde ya\, esto lo hago yo sola\, envíame una foto del tal Víctor y ya\, yo me encargo.
- No le gustará eso a ella -empezó a oponerse mi hermana\, la corte enseguida.
- Andrea\, por favor; he hecho esto muchas veces sin ayuda\, esta es mi manera de trabajar y cuando deba decirle algo lo haré.
Me fui del lugar, iba caminando hacia la salida y tomé un taxi, iría al restaurante, ya conocía la dirección y aún no abriría, tal vez inspeccionando un poco el lugar y sus alrededores pueda armar un plan.
Llegue, el restaurante era de un piso, la fachada era blanca y tenía unas mesas acomodadas en el frente, rodeadas de arbustos y una reja. En la parte superior se leía en letra negra y cursiva “Piccola Venezia”, camine hacia la entrada trasera del edificio rodeando el lugar, llegue a una esquina llena de cajas, cerca estaban los contenedores de basura; parecía que estaban descargando las compras, no me acerque, aún no era el momento, me fui hacía hacia atrás y por segunda vez en el día estrelle a una persona.
A diferencia de antes, no hubo unos brazos que me sostuvieran, pero sí unas cajas en el piso que ayudaron a mi caída.
- ¿Discúlpame\, no te vi? -me dijo una voz masculina.
- Tranquilo\, se me está haciendo costumbre esto de andar estrellando personas -le contesté mientras me levantaba con su ayuda.
Cuando me levanté, sentí un escozor en mi rodilla que me hizo inclinarme.
- ¿Te lastimaste? -levante mi rostro y lo vi\, mi objetivo estaba justo a mi lado\, sosteniéndome desde la cintura con su mano derecha y con la izquierda aún sujetaba mi mano\, su mirada ahora estaba en mi rodilla derecha\, la cual había empezado a sangrar un poco.
Víctor era un hombre alto, moreno, y musculoso, con razón al estrellarlo caí con semejante violencia, tal vez estrellarme con una pared hubiese sido más suave.
- Solo un poco -dije levantando mi mirada en búsqueda de la suya. Mi iris café se encontró unos ojos verdes claros\, que contrastan con el tono de su piel.
- ¿Puedes caminar? -si podía\, dolía un poco\, pero claro que podía. Lo que no podía hacer era perder esta grandiosa oportunidad.
Di un paso y con una actuación merecedora de un premio, mi pie falló al colocarlo sobre el pavimento. Su agarre volvió a ser firme sobre mí.
- Ok\, no puedes\, puede que aparte del raspón te hayas lastimado el tobillo.
- Puede ser -concedí.
- Ven\, vamos adentro.
Me guio de nuevo a la puerta trasera, no había más movimiento de descarga por el momento sin soltarme un solo momento; sacó de su bolsillo un manojo de llaves y abrió la puerta, al ingresar el pasillo era de tamaño mediano, el piso tenía un patrón de baldosas negras y blancas, pasamos por lo que parecía una bodega, me había equivocado si tenía un segundo piso aquel lugar unas angostas escaleras se perdían en la oscuridad, y luego pasamos por la cocina, si no hubiera visto a las personas que estaban descargando las compras creería que estábamos solos.
Salimos al restaurante tras atravesar una pequeña puerta doble de vaivén; era un lugar muy lindo, su ambientación italiana te transportaba a través del océano, las mesas estaban pulcramente adornadas con un mantel rojo, las sillas son de madera y tienen un cojín color crema, en una de esas sillas mi objetivo me sentó y se fue. Seguí inspeccionando el lugar, era bastante agradable, era moderno con un toque clásico italiano. Volvió unos segundos después con un botiquín en la mano, se agachó frente a mí y empezó a limpiar la herida.
- ¿Eres médico? - pregunté coqueta haciendo que me mirara\, él se sonrojó levemente\, para ser un mujeriego parece ser muy tímido.
- No\, para nada -negó\, claro\, que sabía que no lo era\, a pesar de eso nada es mejor que asumir destrezas en hombres para aumentar su ego.
- Tienes talento.
- Eh\, pues sí\, creo que sí\, si tú lo dices -volvió a mirarme y sonrió.
- No veo mayor daño en tu pie -dijo tomándolo y moviéndolo de un lado a otro -creo que ya estás mejor.
- Con cuidados como estos quien no.
-No es nada, de todos modos es mi culpa por no fijarme. A todas estás, ¿qué hacías allá atrás? -antes de que esperara una respuesta, cambie el tema.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Víctor Joel\, pero todos me dicen Joel -¿todos?
- Es un bello nombre Joel\, casi tanto como quien lo porta.
Él se rio y volvió a sonrojarse, no es el machista mujeriego que me describió Teresa, ¿será esta una fachada para cautivar a las mujeres y luego dejará ver quién es en realidad?, puede ser.
- Y tú\, ¿cuál es tu nombre? - siempre es difícil escoger un nombre\, para esta ocasión mi nombre sería Layla\, un nombre poco común\, suelo crear toda una historia para cada personaje\, Layla trabajaría como mercadóloga\, algo muy similar a lo que hace Teresa\, de esa manera podría vincularme también al restaurante\, y permanecer cerca del objetivo.
- Soy Lay… -un grito entusiasta me interrumpió.
- ¡Jade! -Me llamaron desde la puerta\, una voz femenina levemente conocida había interrumpido mi respuesta; de pie\, delante de la entrada estaba ella\, mi asustadiza acompañante de avión\, Casandra. Cassie\, como todos le dicen. Corrió hacia mí y me abrazó\, como si fuéramos amigas de toda la vida que no se veían en bastante tiempo -¡Si viniste! Pensé que te habías olvidado de mí. Oye\, ¿qué te pasó? -pregunto viendo mi pierna\, algo de
sangre había manchado mi media más abajo del raspón.
- Eh -no puedes gesticular nada\, me había quedado en blanco\, todo mi plan se había desmoronado\, ella me conocía\, sabía quién era yo en realidad\, su novio era chef\, ella me lo había dicho\, su novio era a quien yo debía enamorar.
- Nosotros nos chocamos y cuando cayó se lastimó\, por eso la hice pasar\, para ayudarla -informó dándome un poco de tiempo para poder razonar.
- ¿Por qué tanta bulla? -preguntó otra voz\, esta vez era masculina\, nuevamente me inundó una sensación de familiaridad\, el chico con el que me estrelle en la mañana estaba asomado en medio de la puerta de vaivén\, no la había atravesado\, sus manos colgaban sin preocupación hacia al frente.
- ¿Tú? -acusó mirándome -¿Qué haces aquí? -preguntó desconfiado.
- Yo…- seguía en blanco.
- Joel la hizo caer y se lastimó -contesto Cassie tras mi silencio.
- ¿Tienes la costumbre de estrellarte con las personas?
- Hermano\, ¿la conoces?
- Fue la chica con la que me estrelle esta mañana en el mercado cuando estaba hablando contigo.
-Es decir... Jade, este es el destino -aplaudió emocionada- Primero tú y yo nos conocemos en el avión…
- ¿Fue ella la que te ayudó?
- No interrumpas ---reprendió a su hermano - Segundo\, conociste a mi hermano y tercero conociste a mi novio. El destino quiere que estemos juntas.
- ¿Qué estaban haciendo antes de que mi hermanita llegara?
Antes de que Víctor o Joel, como fuera, hablara, por fin encontré mi voz.
- Nos estábamos presentando\, quería agradecer apropiadamente la ayuda que Joel me estaba dando.
- Según tú\, ¿qué es apropiadamente? -hasta el momento él\, quien ahora es el hermano de Cassie\, solo se ha dirigido a mí en preguntas con un tono hostil a decir verdad.
- Jade\, disculpa a mi hermano\, es un tanto grosero.
- No hay problema\, de hecho en la mañana cuando me crucé con él también estaba hablando con mi hermana.
- ¿Y qué haces aquí?- preguntó el inquisidor.
- Luego de reunirme con mi hermana\, me acordé de que me habías dicho que pasara\, por lo cual decidí venir\, pero aún no abren por lo que me iba a ir\, fue ahí cuando choque con tu novio.
- Pensé que te habías olvidado de mí\, y no sabía en donde te quedabas allá en la vereda.
- Sí\, estuve toda la semana con mis padres y mis hermanos y hermanas\, este fin me vine a la ciudad\, ahora me quedo con uno de mis hermanos en su apartamento.
- ¿Cuántos hermanos tienes?
Jade, ignóralo, cuando se pone así eso hago yo.
- ¿Cómo te sientes? -pregunto Víctor Joel.
- Bien\, bien\, ya casi no me duele\, muchas gracias\, eh\, creo que debería irme -me puse de pie\, pero Cassie me detuvo.
- Dijiste que habías venido a verme.
- Sí\, pero no era la forma en la que quería reunirme contigo.
Necesitaba irme, organizar mis ideas, nunca había hecho una de estas farsas con mi verdadera identidad, el conocer a Cassie me ha desarmado por completo. Tampoco parece la mujer que me describieron, la mujerzuela quita prometidos que había descrito Teresa.
- Dame tu número de teléfono\, así podre organizar una reunión mejor que esta -donde su entrometido hermano inquisidor no estuviera- creo que desde un inicio debimos haber hecho esto.
- Si tienes razón -le di mi celular y ella me tendió el suyo\, en el fondo había una foto de ella junto a su novio- anote mi número\, el real\, la segunda SIM que tenía para el plan está a nombre de otra persona\, sería sospechoso que viera eso.
- ¿Ella es tu hija?- pregunto viendo el fondo de pantalla de mi celular.
- No\, ella es mi hermana menor Millie -tenía una foto de ella cuando aún era un bebe de unos pocos meses.
- Es muy linda -ella sostenía mi teléfono\, quería arrebatárselo\, salir corriendo\, evitar que continuara descifrando mi vida\, ella era mi víctima\, no mi amiga.
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