I - CASUALIDAD

Busco mi asiento en el avión, viajó camino a mi ciudad natal, mi hermana me habló de su amiga Teresa, quien tiene un trabajo para mi, aunque no me ha dado mucha información, lo que me dijo es que una chica se interpuso entre su novio y ella, les  hizo terminar su compromiso, prometió darme más información cuando llegara, no suelo aceptar trabajos con tan poca información, pero es para alguien cercano, así que arme maletas y tome el primer vuelo, aprovecharé para visitar a la familia.

Un último trabajo y será el final, voy a concluir este episodio de mi vida. Se que dije eso hace tres trabajos, puede que solo me engañe a mi misma, pero quiero concentrarme en mi profesión de una vez por todas dejar todo atrás, esto es más como un favor a mi hermana y a su amiga.

Encontré mi asiento, por comprar a última hora tuve la mala suerte de quedarme en el asiento del medio, hay una señora mayor en el asiento hacia el pasillo y una chica que parece tener mi edad en la ventanilla. No pasaron más de tres segundos desde que me senté para que me hablara.

- Hola -saludo con nerviosismo.

- Hola -conteste cortes. Durante los siguientes minutos esperamos que todos los pasajeros terminaran de abordar y el vuelo inició. Es un trayecto corto\, apenas dos horas de camino\, no había tiempo siquiera de dormir. Cuando el avión empezó a moverse mi acompañante a la izquierda empezó a temblar.

- Esta es mi primera vez viajando en avión sola -dijo muy rápido\, se veía nerviosa.

- Pues ya estas grande para hacer escándalo mocosa -habló la señora junto a nosotras - No deberías viajar si no te gusta.

Nos miramos, ambas sin hablar decidimos ignorarla. Ella seguía parloteando sobre el comportamiento de la chica a mi lado.

- Me llamo Casandra\, pero puedes decirme Cassie\, siempre me han llamado así.

- Mucho gusto Cassie\, soy Jade -le sonreí y ella hizo lo mismo\, es una chica muy bella\, sus ojos azules están un poco vidriosos del miedo.

- ¿Te da miedo volar? -pregunte gentil.

- No es volar\, más bien me incomoda el movimiento de aterrizaje y despegue del avión. Bueno también me incomoda cuando hay turbulencia - dio un pequeño grito cuando el avión empezó a moverse con más fuerza.

- Niña ridícula\, deja tu drama\, ya estas grande -volvió a regañar la anciana a mi lado\, terminando con mi poca y limitada paciencia.

- Usted está grande para usar pañal y nadie se lo echa en cara- le contesté\, eso causó que mi acompañante nerviosa soltara la risa más contagiosa del mundo. La seriedad con la que miraba a la anciana se perdió y me reí con mi compañera de viaje.

Nuestras risas fueron opacadas por el sonido de los motores al despegar el avión.

- Gracias- me susurro al oído\, cuando alcanzamos velocidad crucero\, la señora a nuestra derecha fingía que estaba dormida\, así es mejor.

- No hay de que -conteste gentil- ¿por qué viajas sola si no te gusta?

- Mi novio y yo vinimos juntos\, pero tuvo una emergencia en el restaurante y tuvo que regresar.

- ¿Tu novio es chef?

- Si\, él es el chef principal\, yo soy la contadora y mi hermano mayor es el administrador del lugar.

- Qué chévere debe ser el ambiente.

- No lo creas\, algunas veces se pone pesado el ambiente\, mi hermano es muy exigente y mi novio es muy relajado lo que hace que con frecuencia choquen dejándome a mi en el medio de todos los problemas ¿Y tú en qué trabajas?

- Es una pregunta un tanto compleja -pensé bien antes de contestar- por el momento estoy trabajando en… Relaciones humanas- si esa es la mejor manera de explicar\, no quiero dar detalles y ella es una desconocida fácilmente podría decirle la verdad\, de esa manera no continuará hablando\, aunque\, a decir verdad el parloteo que mantiene no me molesta.

- Mmm ya. Alguien como tu nos servirá en el restaurante\, no hay nadie encargado de esa área\, a decir verdad -se acerco a mi oído\, como si nadie más la pudiera escuchar- yo me encargo del marketing y publicidad de la empresa también\, mi hermano es administrador y representante legal y en ocasiones hasta domiciliario y mi novio chef\, repostero y segundo representante legal\, tenemos una empresa pequeña y familiar\, no hace mucho contratamos más personal  para la cocina.

- Suena muy lindo -me miro raro- No me malinterpretes\, mi verdadero sueño es tener mi propia academia de baile y enseñar ballet.

- ¿Eres bailarina?- preguntó con asombro.

- Lo fui\, tuve un accidente y no continúe\, dicen que quienes no lo logran enseñan\, ¿No? Por lo menos como maestra seguiría cerca de mi pasión.

- Ya no me gusta el tema\, mejor que hable ella\, esto es muy personal\, es interesante como puede ser más sencillo hablar con un desconocido. Podría decirle cualquier cosa\, a fin de cuentas no la volveré a ver.

- Oye\, tú no tienes pinta de contadora.

- ¿A no?

- No\, la verdad tienes un aura de hippie de los 60´s- Mi comentario la hizo reír bastante.

- Si\,  mi hermano siempre me dice eso.

- Tu hermano debe ser muy listo.

- Lo es\, no digas que lo admití - levante mi mano como si jurara y asentí\, ella se rio- ¿Qué te lleva a un pueblo pequeño como el mío?

- De hecho\, nací en una vereda a unas dos horas de la ciudad

- ¿Cual?

- Vereda Lunia.

- Nunca he ido a ella\, tal vez vaya y te haga una visita.

- Voy a quedarme en la ciudad.

- Excelente\, podemos seguir viéndonos -se ve muy feliz con la idea- Claro si a tus amigos no les molesta que lleves una extraña.

- Tranquila\, me parece perfecto el plan\, no tengo muchos amigos esperándome.

- ¿Quién te espera entonces?

- Mi familia\, mis padres y mis hermanos.

- Que lindo\, a ambas nos espera nuestra familia.

- Si\, tienes razón- asentí\, el viaje continuó\, ella terminó dormida al parecer si había tiempo para dormir.

Pronto terminó el viaje y nos despedimos, ella me entregó una tarjeta y un bono de descuento en el restaurante, no le presté atención a lo que me entrego aunque tal vez pase con mis padres a conocer el lugar.

Emprendí camino hacia mi hogar, debía tomar tren para llegar debido a la lejanía del lugar a las afueras de la ciudad, a demás que no tengo vehículo propio para desplazarme acá, claro que antes pase por una tienda y compre unos dulces para llevarle a mis hermanos más pequeños, el viaje en tren inicio y me recordó a mis días en aquel lugar, cuando era más joven.

Mi padre me acompaño a sacar mi tarjeta personal para el tren, ya que había empezado con clases de danza y tres veces a la semana debería ir a la academia que quedada en el centro de la ciudad, estaba muy emocionada y orgullosa, había ingresado a  la academia con una beca tras ganar un concurso local, no podía estar más feliz en ese momento, mi padre por más que quisiera no tenía tiempo para llevarme y mi madre no podía dejar a los más pequeños solos, así que se determinó, tras mucho debate en casa, que a la grandiosa edad de 14 años podía ir sola; claro que en ese tiempo me sentía muy grande, casi como una adulta, no sabía lo mucho que estaba equivocada.

El tren se detiene, recojo mis pertenencias y bajo, el otoño ya se empieza a ver en los árboles, el bello naranja que tiñe las hojas me da mucha tranquilidad, sin duda no hay mejor época del año que está.  Mis padres no saben que voy en camino, este trabajo salió de imprevisto, ya le había dicho  a mi hermano Izan  por seguridad; tome mis cosas y empecé a caminar, la catedral quedaba a unos diez minutos caminando por lo que no me moleste en tomar un taxi, el único inconveniente era que quedaba sobre una colina así que el camino era de subida, había recorrido este camino millones de veces, y  nunca parecía ser tedioso, el camino adoquinado combinaba perfectamente con el ambiente, amplios prados se extendían hacia ambos lados de la carretera, el aire era más fresco y se alcanzaba a escuchar la pequeña quebrada que fluía desde la montaña.

De pequeña con mi hermano Izan solíamos salir de expedición, nos creíamos unos grandes aventureros y subimos caminando por la orilla de la quebrada hasta profundizarnos en la montaña, hasta llegar a una bella cascada en la que nos bañábamos, hubo una vez que nos demoramos mucho jugando, cuando llegamos a casa ya era de noche y pescamos un resfriado largo y como era de esperarse solo lo regañaron a él ya que es mayor que yo.

Llegue, mi hogar estaba tras altas rejas de metal, que delimita con un muro de altura media el terreno de la catedral y del orfanato; la catedral como siempre está abierta para quienes quieran ir a rezar de demás, note un par de personas  por lo que levanté mi maleta de ruedas para no hacer ruido. Entre un momento para agradecerle a Dios por el viaje y seguí hacia el fondo del terreno. Más allá de la catedral se alzaba un edificio grande, de tres pisos de color blanco, y varios metros de ancho, cada ventana tenia su marco color rojo y sus respectivas rejas de seguridad, nadie quería un accidente, en el centro del edificio estaba la puerta principal, era doble para abarcar el ancho del lugar y estaba pintada de color verde oscuro al igual que el techo, enmarcada por dos columnas coronadas cada una con un bello ángel y sobre la puerta escrito en concreto el nombre de aquel lugar al que llamaba hogar “Orfanato San David Lewis”  en  honor a un mártir del siglo XVII quien fue conocido como “El padre de los pobres”  un santo a quien nuestro anterior sacerdote quien fundo la iglesia y logro la apertura del orfanato para acoger niños que habían perdido a sus familias durante la guerra, apreciaba mucho ya que era de su país de origen.

Era miércoles por la tarde, a esta hora solo una de las puertas estaba abierta, al ingresar sentí el calor y la comodidad de estar en casa. El techo era alto, de frente se encontraba una elegante escalera doble de madera que se partía en dos al final en el segundo piso en sentido de cada ala de la construcción, en el primer piso, hacia la izquierda encontraba el comedor y la cocina, tenía espacio para más de cien niños aunque claro hoy en día ya no era necesario tanto espacio, a la derecha estaba la sala común, deje mis maletas a un lado de la puerta doble que había para ingresar y como era de esperar allí estaba mi familia.

- ¡¿Quién pidió un milagro el día de hoy?!- grite entrando en la estancia\, interrumpiendo la película que todos veían en silencio.

- ¡Jade!- gritaron alguno de mis hermanos pequeños mientras se abalanzaban hacia mi.

Entre abrazos y gritos vi a mi padre sentado en su habitual poltrona y a mi madre sosteniendo al pequeño Matías de tres años quien dormía plácidamente en sus brazos.

Ambos me miraron con emoción,  y al terminar de saludar a cada niño fui por ellos, primero me encontré con mi padre a quien le di un fuerte abrazo.

- Hija mía\, ¿por qué no avisaste que vendrías? Te hubiera ido a recoger.

- No fue necesario padre\, gracias.

Mi madre que había dejado al bebe en un moisés cercano vino hacia mi.

- Mi nena hermosa- me abrazo con fuerza- Qué milagro más bello has traído hoy.

- Amén madre.

Mi “padre” es el sacerdote de esta catedral, Morgan Castillo, lleva en frente de la catedral y del orfanato treinta años, los cuales noto hoy empiezan a verse en su rostro, él es un hombre mayor tiene sesenta años, aunque se ve mucho mejor, cuando le preguntan el secreto de su juventud suele contestar que cada uno de nosotros le quita un año de vejez, y realmente espero que sea cierto, el es el centro de nuestro hogar. Mi “madre” Matilde Clavel tiene cenicienta y cinco años y  llegó a nosotros tras hacer sus votos  y ordenarse en su vida católica, llegó junto a mi padre cuando el anterior sacerdote Armando Salinas se retiró.  Ella es una mujer bella de cincuenta años, desde pequeña se interesó en la vida religiosa y siempre amó a los niños lo que la llevó a querer cuidar de este lugar.

A causa del alboroto llegó Nina, sobrina de mi madre quien también está siguiendo sus pasos como novicia, tiene el cabello rubio oscuro y sus ojos grises como los de su tía; cuando me vio esbozó una hermosa sonrisa y nos fundimos en un gran abrazo.

- ¡Hermana!- gritó mientras nos abrazamos.

- Hermana - Le respondí- que alegría verte

- ¿Por qué no avisaste? Habría preparado una cena especial para recibirte.

- Quise sorprenderlos- hablé dirigiéndome a todos\, actualmente hay  veinticinco niños en el lugar\, el más pequeño es Matías de tres años y la mayor es Vanessa de diecisiete\, en un mes cumplirá la mayoría de edad.

Al rato pasamos al comedor a cenar, mi madre me preguntó si me quedaría con ellos; sin embargo, tenía un trabajo pendiente en la ciudad por lo cual me quedaría allí, eso la entristeció un poco por lo que prometí quedarme unos días con ellos, claro es lo hice mientras organizaba todo mi plan de trabajo.

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