El viñedo estaba tranquilo, bañado por la luz suave del atardecer. Claudia caminaba entre las filas de vides, disfrutando de la brisa fresca y del aroma a uvas maduras. Había pasado una semana desde su llegada, y ya sentía una conexión especial con el lugar. Su curiosidad la llevó a explorar cada rincón, a familiarizarse con el trabajo que allí se realizaba.
Luca la observaba desde lejos, encantado con su entusiasmo juvenil. Aunque al principio había visto a Claudia como una niña, su personalidad vibrante y su pasión por aprender estaban comenzando a cambiar su percepción. Decidió acercarse para conversar un poco y compartir algunos de sus conocimientos sobre el viñedo.
"Hola, Claudia. ¿Te gusta lo que ves?", preguntó con una sonrisa mientras se acercaba.
Claudia se volvió hacia él, con una sonrisa radiante. "¡Hola, Luca! Sí, me encanta este lugar. Es tan pacífico y hermoso. ¿Podrías enseñarme más sobre el proceso de producción del vino?"
Luca asintió, complacido por su interés. "Claro, vamos a la bodega y te mostraré todo."
Caminaron juntos hacia la bodega, conversando animadamente sobre las diferentes variedades de uva y los secretos de la vinificación. Luca se sorprendió al descubrir cuánto sabía Claudia sobre el tema. Ella era una ávida lectora y había investigado mucho antes de llegar.
Al llegar a la bodega, Luca le mostró las barricas de roble donde el vino envejecía, explicando cómo cada detalle afectaba el sabor final del producto. Claudia escuchaba atentamente, haciendo preguntas y comentando sus propias observaciones. La química entre ellos era palpable, aunque ninguno de los dos lo admitía abiertamente.
Después de recorrer la bodega, Luca la llevó a una pequeña terraza que daba al viñedo. Desde allí, la vista era impresionante. Los colores del atardecer se mezclaban con el verde de las vides, creando un paisaje de ensueño.
"Es hermoso, ¿verdad?", dijo Luca, apoyándose en la barandilla y mirando hacia el horizonte.
Claudia asintió, acercándose a él. "Sí, lo es. Gracias por mostrarme todo esto, Luca. Es increíble cuánto amor y dedicación pones en tu trabajo."
Luca sonrió, sintiéndose halagado. "Es mi pasión. Me alegra que lo aprecies."
Hubo un momento de silencio, cargado de una tensión dulce y emocionante. Claudia, sintiendo una mezcla de nervios y valentía, decidió actuar. Se giró hacia Luca, mirándolo a los ojos. "Luca, quiero agradecerte por ser tan amable conmigo. Me has hecho sentir muy bienvenida aquí."
Antes de que Luca pudiera responder, Claudia se inclinó y, con un movimiento rápido y decidido, le robó un beso. Fue un beso breve pero lleno de intensidad. Cuando se separaron, ambos estaban sorprendidos, pero por razones diferentes. Claudia por su audacia, y Luca por la repentina chispa de emoción que había sentido.
"Claudia...", comenzó a decir Luca, pero se quedó sin palabras. No esperaba que Claudia tomara la iniciativa, y menos de una manera tan directa.
Claudia sonrió, sus mejillas sonrojadas. "Lo siento, Luca. No sé qué me pasó. Solo... sentí que debía hacerlo."
Luca la miró con una mezcla de sorpresa y admiración. "No te disculpes. Solo... me sorprendiste. En el buen sentido."
Hubo un momento de incomodidad, seguido de risas nerviosas. "Creo que necesitamos un poco de aire fresco", sugirió Luca, tomando la mano de Claudia y llevándola fuera de la bodega. Caminaron juntos por los viñedos, disfrutando del silencio y la compañía del otro.
Claudia sentía que su corazón latía a mil por hora. Había tomado una gran decisión al besar a Luca, y aunque la incertidumbre la invadía, no se arrepentía. Mientras caminaban, comenzaron a hablar de sus sueños y aspiraciones, descubriendo que compartían muchos intereses y valores.
Luca la escuchaba atentamente, sorprendido por la madurez y la profundidad de Claudia. Ella no era solo una niña curiosa; tenía un alma vieja y una pasión por la vida que lo atraía cada vez más. Cuanto más hablaban, más se daba cuenta de que Claudia era especial.
Después de un rato, se sentaron en una pequeña colina que daba una vista panorámica del viñedo. El sol estaba casi completamente oculto, dejando un cielo teñido de colores cálidos.
"Luca, ¿alguna vez has sentido que perteneces a un lugar incluso antes de conocerlo?", preguntó Claudia, rompiendo el silencio.
Luca la miró y asintió. "Sí, a veces siento eso con el viñedo. Es como si siempre hubiera sido parte de mí."
Claudia sonrió, entendiendo perfectamente. "Así me siento aquí. No solo con el viñedo, sino contigo también. Hay algo en ti que me hace sentir segura y feliz."
Luca la miró, sintiendo una conexión profunda. "Claudia, no sé qué pasará en el futuro, pero quiero que sepas que también me haces sentir algo especial. Eres increíblemente valiente y apasionada, y eso es algo que admiro mucho."
Se quedaron allí, bajo el cielo estrellado, compartiendo una paz que pocas veces se encuentra. Claudia se inclinó sobre el hombro de Luca, y él la rodeó con su brazo, sintiendo que ese momento era perfecto.
El tiempo pasó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, la noche había caído por completo. "Deberíamos regresar", dijo Luca, aunque no quería moverse de allí.
"Sí, es tarde", respondió Claudia, levantándose con cierta reticencia. "Gracias por esta noche, Luca. Ha sido perfecta."
"Gracias a ti, Claudia. Por ser tú", respondió Luca, tomándola de la mano mientras regresaban al viñedo.
Cuando llegaron a la casa, Claudia se despidió con un abrazo. "Buenas noches, Luca. Nos vemos mañana."
"Buenas noches, Claudia", respondió Luca, viéndola entrar en la casa. Se quedó allí unos momentos más, reflexionando sobre lo que había sucedido. Sabía que algo había cambiado entre ellos, y aunque no sabía exactamente qué significaba, estaba ansioso por descubrirlo.
Esa noche, ambos se acostaron con una sonrisa en el rostro, soñando con el futuro y con las posibilidades que el destino les podría deparar. Habían compartido un momento mágico, uno que marcaría el comienzo de algo nuevo y emocionante en sus vidas.
Mientras Claudia se acurrucaba en su cama, pensó en el beso que había compartido con Luca. Su primer beso había sido exactamente como lo había imaginado: inesperado, dulce y lleno de promesas. No sabía qué le depararía el futuro, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier cosa con él a su lado.
Luca, por su parte, no podía dejar de pensar en Claudia. Su audacia, su valentía y su calidez lo habían conquistado. Se dio cuenta de que quería conocerla mejor, descubrir todas sus facetas y compartir su vida con ella.
Así, entre sueños y esperanzas, ambos se durmieron, sabiendo que el destino había comenzado a trazar un camino nuevo y lleno de posibilidades para ellos.
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