Capitulo 1

Alana Cavalli:

Abrí la puerta, cerré dejando reposar mi cuerpo en la puerta. Levanté la mirada hacia las escaleras, Rimbo bajaba las escaleras de manera tan rápida. Sonreí llegando hasta las ultimas escaleras…

Rimbo: Mami… Llegaste. Wooow, que hermosa te vez.

Alana: ¿Me veo muy hermosa?

Rimbo: si mami.

Saltó los dos últimos escalones llegando a mis brazos, lo alcé dejando un fuerte beso en su mejilla. Me abrazó con tanta fuerza jalando un poco de mi cabello.

Alana: Mmmm… que rico hueles.

Rimbo: Papi y yo vamos a salir.

Alana: Rayos…. Su partido.

Roman: Vaya, vaya.. ahora si que Dios me bendijo con una hermosa mujer.

Alana: En verdad.

Mi esposo tomó entre sus brazos a nuestro hijo dejando un beso en la mejilla dejando sobre el piso. Le dio una palmadita en su pompi sonriendo.

Roman: Ve por tus cosas, no se te olvide el botellón de agua.

Los dos miramos hacia donde nuestro hijo de 4 años salía corriendo desesperado en busca de su mochila, no fuera que su padre lo dejara y eso si que sería un llanto de nunca acabar.

Me abrazó con su mano atrayendo mi cuerpo hacia él.. sus labios iban rosando sobre mi mejilla. Dejando un beso delicioso sobre mi mejilla, otro cerca la comisura de mis labios, otro en mi cuello.

Roman: solo por que tengo compromiso y tengo que ir, sino te llevo a la cama y de allí no salir.

Sostuve su rostro entre mis manos, sus ojos tan hermosos dedicados a cada pensamiento que empezaba en mi día y terminaba en mi noche entre sus brazos.

Alana: Lo sé.

Roman: ¿Cómo estuvieron tus casos?

Respiré profundamente, entrelacé sus dedos con los míos, ser psicóloga y escuchar a los pacientes, me dejaba muchas veces un trago amargo, sus vidas que creían que eran miserables, cuando tenían muchas cosas por vivir.

Alana: Uno más que otro. Hay unas chicas que tienen trastornos alimenticios muy fuertes, les tuve que recomendar a los especialistas a sus padres.

Roman: Rimbo… hijo.

Rimbo: Listo papá.

Roman: Alana… ¿en verdad no te gustaría ir?

Alana: si esperas a que me cambie, voy.

Levantó su mano negando con la cabeza, señaló su reloj en forma que se le había hecho demasiado tarde.

Roman: Rimbo estará con los hijos de Kiara.

Alana: Me apresuro y voy. No he platicado con ella por dos días.

Roman: No te preocupes, descansa, lo necesitas, tanta terapia para esos pacientes, que puedes quedar igual que ellos.

Lo empujé en forma de broma… se acercó dejando un beso en los labios.

Roman: toma la ducha y te veo allí.

Sostuvo su manita abriendo la puerta, los acompañé a la salida, su papá abrió la puerta de atrás alzando sentándolo en su sillita. Me acerqué poniendo su cinturón y sus cintillas de seguridad. Dejé un beso en su frente acariciando su cabello.

Rimbo: Te amo mami.

Alana: Te amo mucho más mi amor. Te veo en un ratito.

Cerré la puerta viendo a mi esposo, revisó su móvil haciendo seña que ahora si no podía seguir tardándose.

Roman: entonces… ¿irás?

Alana: Si, termino unos pendientes y te voy a ver.

Roman: Descansa… Te levantas muy temprano y luego tienes que estresarte con todo lo de tus pacientes. Por cierto, ve separando los días del viaje.

Alana: Ya están programados. Te amo amor.

Roman: Igual te amo. Cualquier cosa te llamo al móvil.

Se subió al auto, cerró encendiendo, empezaba dar reversa saliendo, levanté mi mano en señal de adiós, Rimbo pegaba su boquita en la ventana dejando huella de beso. Mandé un beso volado… respiré profundamente caminando hacia el buzón, metí mi mano sacando la correspondencia. Miraba algunos, como si Roman no lo hubiera tomado. Levanté los hombros sin importarme.

Entré a mi casa revisando la correspondencia, pasaba una y otra, me detuve en una que era de mi interés… dejé las demás sobre la mesa de estar abriendo el sobre…

Alana: Llegaste… dime que si eres tú.

Saqué la hoja empezando a leer. Di varios saltos de alegría y emoción… abracé el aviso más importante.

“Sra. Alana Cavalli de Melnilov… Por la presente nos ponemos en contacto con usted para la notificación de la aprobación de su solicitud referido al diplomado de su especialidad en el ramo de la Tanatología. Deberá presentarse a las instalaciones mencionadas y programar sus horarios… Atentamente… dirección General Tanatólogos Magisteriales”

Alcé la hoja dejando un beso en ella, tanto tiempo esperando esta oportunidad y aunque en un momento había puesto pausa a mi especialidad quería retomar lo que tanto me gusta. Ser Psicóloga en Tanatología no era fácil, si no te llegaba la propuesta sería demasiado complicado, además que los costos de la especialidad no todos podían cubrirla, pero este no era mi caso, tenía la herencia de mis padres que me dejaron cuando fallecieron y contaba con el apoyo de Roman.

Abrí mi bolso sacando mi móvil, la primera que tenía que enterarse era mi mejor amiga. Sin ella nada de esto lo podía lograr, siempre me motivaba en que tenía que hacerlo para superarme, con mi profesión si era suficiente, pero nada como la especialidad… una forma de ayudar a quien esté pasando por un mal momento en su vida.

Llamada:

- Alana… cariño.

- ¿Qué crees?

- ¿Estas embarazada?

- No… bueno no creo… pero tengo algo que decirte.

- A ver suéltalo… quiero saber.

- Me dieron la propuesta para especializarme en Tanatología.

- En verdad. Hermosa… Felicidades. Te lo mereces sabía que podías hacerlo. En un rato que te vea te juro que no te soltaré.

- En cierto, quedé en ir. Javier y Roman, tendrán motivos para anotar varios goles.

- Si, con eso que ya le di la noticia de mi embarazo. Con lo tuyo Roman saltará de emoción.

- Si amiga. Hubiera sido bueno estar a la par en un embarazo.

- Bueno cariño… Roman te lleva casi 17 años, claro que debió premiarte con un hijo más.

- No es tanta la diferencia.

- Solo tú no la percibes… 39 contra 23… ni se diga.

- Hay no digas nada así, me ha dado a Rimbo.

- Bueno… te veo entonces.

- Si en un ratito voy.

Terminé la llamada… tenía que apresurarme, necesitaba llegar y darle ahora si la noticia a mi esposo, no quería que pensara que no le cuento las cosas primero.

(…)

Acomodaba el vestido, se veía muy bien en mi cuerpo, necesitaba verme…

Alana: No… mejor unos jeans, sería mucho el vestido en un partido.

Entré al armario quitándome el vestido. El auricular de la casa empezó a sonar. Salí dejando caer el vestido sobre el piso, lo alcé con mi pie poniendo una playera dejando los jeans sobre la cama.

Llamada:

- Diga.

- Buenas noches, con el Sr. Roman Melnilov.

- Hola, no se encuentra en este momento, soy su esposa Alana.

- Buenas noches señora, me presento. Soy la Abogada Cira Celli, represento al despacho Bonnet & Qiuber y asociados. El motivo de mi llamada, es por una documentación que el Sr. Melnilov solicitó para modificación en relación a su testamento.

Levanté una ceja algo confusa a lo que me estaba diciendo esta abogada, no había hecho planes con él en hacer testamento, bueno ya tenía él uno, pero nunca me dijo que habría alguna modificación para ello.

- Amm, sobre que tema.

- Sra, el Sr Melnilov, hizo el dominio mancomunado.

- ¿Cómo?

- Si, de hecho trajo su firma ya que se notificó que usted no podía acudir ya que estaba fuera de la ciudad.

- Amm… ¿de que despacho me dijo?

- Bonnet & Qiuber y Asociados, si gusta puede pasar a revisarlos, ya están terminados y realizados los cambios, solo falta saldar el trámite y tendrá ya en sus manos su nuevo testamento.

- Claro… ¿de cuanto hablamos que hizo falta?

- 2,500 euros.

- Vaya… demasiado para un trámite.

- Son por los puntos modificados a un documento legal, el anterior queda invalido ahora que está liberado el nuevo.

- Paso a revisarlo.

Colgué el auricular, di varios pasos hacia atrás sentándome en la cama, ¿Cómo por que habría pasado todo a mancomunado cuando los dos teníamos acuerdos sobre nuestro dinero? Era nuestro patrimonio, más que nada de nuestro hijo, cada uno tendría sus cuentas apartes. Sostuve mi barbilla recordando si en algún momento tuve que firmar algo que él me había dado. Negué con la cabeza, no lograba recordar que haya firmado algo.

Dejé caer mi cuerpo sobre la cama, hasta parecía que el techo pudiera darme respuestas. La mayoría del dinero era mío, más bien mis padres nunca estuvieron de acuerdo que me casara con una persona mucho mayor, menos cuando supieron que me casaría aun siendo menor de edad, mucho tiempo estuve lejos de mis padres dando su lugar a Roman, hasta que en su lecho de muerte tuve la oportunidad de reconciliarme con ellos haciéndome acreedora de su fortuna. Fortuna que hasta la fecha la tenía para mi hijo.

Rodé un poco quedando boca abajo, dibujaba con mi dedo la sonrisa de Rimbo, era tan lindo, atraje una almohada abrazándola.

Alana: Te amo tanto mi amor.. no sé que haría sin ti… apenas tus 4 años y me has robado el corazón como no tienes idea.

Mañana mismo paso a ver ese tema con su abogado, espero que hoy me de las razones para no tomarme en cuenta y si lo hizo quería saber de que manera pude firmar y cuando lo firmé.

Cerré los ojos, sonreí sin darme cuenta que el sueño me estaba tomando entre sus brazos, que serían solo 5 min…

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